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Sus labios se encontraron en un tímido roce, una sensación desconocida para ambos que exploraban con torpeza y fascinación. Se concentraban tanto en el tacto, en la suavidad de sus bocas, que el mundo a su alrededor se desvanecía. Aquino, en un acto casi instintivo, buscó la mano de Duxo, entrelazando sus dedos con los de él y apretando su agarre con ternura.

Se separaron lentamente, sus bocas entreabiertas por la falta de aire. Sus alientos se mezclaban en un vaho cálido, creando una atmósfera electrizante. Duxo, aún en shock por lo inesperado del beso, murmuró:

—A-aquino... — Su voz era un hilo tembloroso, su corazón latía con fuerza en su pecho. Su rostro ardía en un rubor intenso y miraba con nerviosismo el agarre de sus manos.
Aquino, por su parte, no podía contener una sonrisa. Nervioso, sí, pero inmensamente feliz. Había logrado besar a Duxo, y ese era un recuerdo que nadie podría arrebatarle.

—Duxo... —Aquino lo llamó con voz suave, pero firme.

—A-ah, ¿sí? —respondió Duxo casi de inmediato, su tono teñido de una mezcla de confusión y recelo.

—Ven conmigo —Aquino se puso de pie, jalando con suavidad el agarre que los unía, invitando a Duxo a levantarse también.

Aquino guió a Duxo hacia la puerta, su mano libre extendiéndose para abrirla. La expresión de Duxo era un cuadro de terror, incapaz de comprender las intenciones del castaño. Aún resonaban en su mente las palabras de Aquino sobre no sentir atracción por él y su repentina decisión de abandonar la habitación.

Al llegar a la puerta, Aquino la atravesó, dejando a Duxo de pie en el umbral. El chico castaño se detuvo al ver que Duxo no lo seguía, aferrándose al marco de la puerta con fuerza.

—¿Eh? ¿Qué pasa? —preguntó Aquino, con un deje de sorpresa en su voz.

—¿Qué pasa? —Duxo repitió la pregunta, su voz cargada de indignación—. ¿Me acabas de besar y ahora quieres salir de la habitación? ¿Después de que me dijiste que no te gustaba y que te irías por un largo tiempo? ¡Y encima de eso, me das una disculpa que no explica nada!

Duxo elevó el tono de su voz, su frustración y confusión manifestándose en cada palabra. Aquino lo observaba en silencio, sintiéndose peor.

— Pero Duxo-

— No, Nada de pero Duxo, necesito explicaciones y ahora

— OK ok, te diré todo lo que quieras, pero por favor, acompáñame

Duxo lo pensó por un momento.

—¿...Me dirás todo?

— Adsolutamente todo, yo también ansiaba bastante en decirte todo desde hace tiempo

—... Pero... qué pasa si nos atrapan? O si hago que te atrapen?

—No lo harán, yo me encargaré de eso, estaremos juntos todo el tiempo, lo prometo

Duxo lo pensó un poco más... — bien.

Una gran sonrisa apareció el el rostro del castaño

♤♤

Los dos chicos se encontraban en el umbral de la habitación, uno rebosante de emoción y el otro paralizado por el terror.

—Trata de no hacer mucho ruido...—susurró Aquino mientras abría la puerta lentamente y asomaba la cabeza para observar el exterior.

—Yo no voy a hacer ruido, tú eres el que va a armar escándalo—replicó Duxo en voz baja, pero con un tono agresivo, todavía nervioso por lo que estaban a punto de hacer. Se suponía que no debía exponerse a tantas emociones, pero la situación y el momento no colaboraban en absoluto.

"¿Compartimos camilla?" •[DUXINO]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora