Un oficial del regimentó

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Como estaba previsto, se reunieron todos en casa de los Philips. Cuando las jóvenes Yeager llegaron, tuvieron el placer de oír que el tal señor Kirschtein había aceptado la invitación de su tío y se encontraba ya allí. El señor Forster, por su parte, no dejó de alabar a la señora Philips y su maravillosa casa, que, no obstante, quedó disminuida al compararla con la grandiosidad de la mansión Rosings de lady Catherine.

Al entrar en la sala el señor Kirschtein, su presencia descolló entre todos los caballeros y Elizabeth confirmó la admiración que le había producido la primera vez que lo vio. Los oficiales del regimiento tenían un porte distinguido, pero Kirschtein los sobrepasaba a todos.

Entre tales rivales, Forster resultó insignificante para el bello sexo y tuvo que conformarse con tener de oyente a la señora Philips, que lo surtía abundantemente de café y pasteles. Terminada la cena, se colocaron las mesas de juego. Kirschtein rehusó jugar y se fue a sentar entre Elizabeth y Lydia, pero como esta estuviera pendiente del whist y de la lotería, aquellos pudieron entablar una interesante conversación.

Elizabeth ardía en deseos de conocer su relación con Ackerman, pero no se atrevió a interrogarlo hasta que él mismo sacó el tema preguntando qué distancia había entre Netherfield y Meryton y, después de recibir la respuesta, quiso saber cuánto tiempo llevaba allí el señor Ackerman.

—Cerca de un mes —contestó Elizabeth—. Tengo entendido que tiene una gran finca en Derbyshire.

—Sí —respondió Kirschtein —, magnífica. Le renta diez mil libras al año. No ha podido encontrar a nadie mejor que yo para darle información sobre él, porque desde mi infancia he estado estrechamente relacionado con su familia.

—Y como Elizabeth se mostrará sorprendida, continuó—: Ya puede usted sorprenderse, señorita Bennet, de esta afirmación después de haber visto la frialdad de nuestro encuentro ayer. ¿Conoce usted al señor Ackerman?

—Más de lo que hubiera deseado —contestó ella calurosamente—. He pasado cuatro días en la misma casa que él y pienso que es una persona de muy mal carácter.

—No estoy en disposición de dar mi opinión porque lo conozco demasiado bien para ser imparcial. Pero sí le diré que su opinión contrastaría con la de mucha gente y por eso le aconsejo que no la exprese fuera del círculo de su familia.

—Le aseguro que lo que estoy diciendo aquí podría decirlo en cualquier otro lugar, excepto en Netherfield. En Hertfordshire no lo aprecia nadie por su orgullo.

—Yo creo que nadie debería ser estimado en más de lo que vale; pero eso no ocurre con él. A la gente le ciega su fortuna y se sienten intimidados por su altivez y autoridad. Así es como él quiere que le vean. —Hizo una pausa y preguntó—: ¿Y sabe si desea permanecer en este condado mucho tiempo?

—Lo ignoro por completo. Espero que sus planes de permanecer en este regimiento no se vean alterados por la estancia del señor Ackerman en la vecindad.

—En absoluto, si no quiere verme, que se vaya. No tenemos buena relación y me desagrada encontrármelo, pero no tengo razones para rehuirlo y puedo proclamar a los cuatro vientos que he sido tratado muy mal por él y me duele muchísimo que sea como es. Su padre, señorita Bennet, fue uno de los mejores hombres que han existido y mi padrino. Mi padre era abogado, como su tío, y administrador de la hacienda del señor Ackerman padre. A su hijo le podría perdonar todo lo que me ha hecho, excepto hacer caso omiso de los deseos de su padre y de haber deshonrado su memoria. Lo que me llevó a enrolarme en el ejército fue que me gusta la vida social y estar entre la mejor sociedad, el ejército es una institución respetable que levanta las simpatías de la gente. Pero no era lo que yo había elegido para mí. Yo estaba destinado para la Iglesia y hubiese gozado de un beneficio eclesiástico y de una vida desahogada si el caballero del que estamos hablando lo hubiera querido, pues así lo dejó estipulado su padre al morir, pero él se lo concedió a otra persona.

Orgullo y prejuicio. [Levi Ackerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora