16 de Diciembre, el arresto de Antony Bennett, las confesiones hirientes y la partida de Vannesa Collins. Un día cualquiera para muchos, para ellos la pauta que marcó un antes y un después en sus historias
El tiempo pasó pero las heridas, los arrepe...
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Antony
Siempre supe que lidiar con gente no era lo mío. Se me enseñó desde niño que sin importar la situación era lo que yo dijera, y no había mas opción que por las buenas, o por las malas; no se si por eso desarrollé mi resistencia a la paciencia, empatía y esas mierdas, o si solo nací así, y nunca había importado porque no había tenido que hacer un esfuerzo para ponerlas en práctica, hasta ahora
Sabía que elegir a Vannesa sería el mayor reto de mi vida. Y no es solo porque no es cualquier mujer; viene de una familia con generaciones y generaciones de policías, que aunque tienen el sistema de justicia alterado a su favor, cumplen con su función esencial y supongo que son la base y razón por la que es una Coronel incorruptible, con un odio irracional hacia mi y todo lo relacionado conmigo, a eso hay que sumarle su pasado y presente con el idiota con el que compartía rango y todo el grupo de imbéciles
Yo era consciente de lo que acarreaba que esa mujer fuera mía, es la definición o sinónimo de todo lo que un reto implica. Sabía lo que iba a pasar también con el resto del mundo, porque ni de su lado ni del mío iban a aceptar esto y ese es el problema, que no soy de soltar lo que me pertenece, ya se lo demostré a su mundo, si toca emplear el mismo método para hacerlo con este otra vez, no me va a temblar la mano
Me gusta este reto y todo lo que conlleva. Es divertido que a nadie le parezca, porque a mi no me importa
—Estados Unidos es una fortaleza, aunque hay un paso de diferencia entre eso y una cárcel de máxima seguridad— informa mientras lleno el vaso con whisky, regresando a mi escritorio después mientras él se mantiene de pie frente a mi—. Si entrar es difícil, salir es casi imposible— continua—. Beckett llamó a todos sus aliados; tienen tropas de quince países diferentes repartidos en todo el territorio, pero ese no es el mayor problema— suelta y levanto la vista hacia él con una ceja encarnada. Lleva veinte minutos rindiéndome un reporte que consiste en una lista de problema tras problema—. Tienen soldados patrullando toda la capital. Jefe, Washington está sitiada— sonrío. Claro que sí—. Beckett declaró toque de queda y según mis reportes, Helium fue removida; sus antiguas instalaciones están vacías, no hay más que grúas y un aviso de demolición para construir un centro comercial. Los perdimos, jefe
—"Los perdimos"— repito y el tono que uso lo endereza más de lo que ya estaba—. ¿Sabes cuánto me costó encontrar esa maldita ubicación?— voltea hacia su jefe directo en busca de un apoyo que evidentemente no va a darle, porque es poner en peligro su cabeza por un lugarteniente que cometió un error
—Lo siento, señor— se disculpa volviendo la vista a mi, con dos tonos menos en la cara—. Los hombres no pueden dejarse ver, y todo fue de un día para otro...
—Estás diciéndome que una organización con cientos de agentes, camionetas, armas, jets y demás equipo, desapareció de su ubicación en un día y nadie vio nada. ¿Es eso?
—Fue por la noche...
—Ah, ¿y eso es mejor, no?— lo interrumpo y pasa saliva—. Me da exactamente lo mismo si se teletransportaron, imbécil. ¡No puedes perderlos!— da un paso atrás y respiro hondo repitiéndome por milésima vez que esto no habría pasado con la gente que tenía hace tres años—. Razvan
