Capítulo 18

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Antony

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Antony

Siempre me ha parecido una total y completa idiotez esconderse. Que no me guste ponerle mi nombre a todo lo que hago no significa que me esconda, significa que aseguro poder seguir haciendo lo que hago aún cuando algo salga mal

Yo trabajo así, las pantallas de humo vienen siendo mi esencia desde que tomé el control de la organización de mi padre. A Ignacio le gustaba que cada lugar donde pisaba nadie se atreviera a salir por el simple hecho de que él estaba ahí, por eso se anunciaba, pregonaba todos sus movimientos antes de hacerlos y eso le valió más de un tiro en el cuerpo y negocios arruinados por redadas policiales; Damian es más de lo mismo, es la copia de nuestro progenitor pero aún más impulsivo y ególatra, se cree invencible y más de una vez se ha salvado por nada de ir a la cárcel; el Fenyr modificado que conduce y el hecho de que mi padre me hizo prometerle que lo cuidaría así él no quisiera, lo mantienen aún entre nosotros y sin un solo delito grave que se le adjudique

Yo soy básicamente lo opuesto a ambos. Mi madre me enseñó lo que es actuar sin necesidad de armar un circo alrededor, acechar y que sepan que eres tú pero que no tengan forma de comprobarlo, que tú nombre sea temido en dónde te pares y que nadie se atreva a levantarte la mirada con aires de superioridad

El poder se mide en unidades de miedo. No hay una sola persona que se haya convertido en alguien sin darse a conocer, y el temor es la más efectiva forma de hacerse de renombre

En ese ámbito no hay nada por hacer, que encabece las listas de más buscados en todas las organizaciones judiciales deja en claro esto, y cuando cuentas con tanto poder no es necesario estar físicamente presente

Eso lo aprendí por mi cuenta

Suelto una parte del aire en mis pulmones y muevo mi cuerpo hasta que emerjo en la piscina de una de mis tantas propiedades en Seúl. Sacudo la cabeza deshaciéndome del exceso de agua en mi cabeza y muevo mis manos en el agua nadando hasta el borde donde me apoyo para salir

Tengo aquí dos días y me está gustando. No sé hace cuánto tiempo no venía pero había olvidado el buen clima y el aire de seguridad, mis tratos con los Kkangpae me lo brindan y por ello sin problema podría salir a la calle matando a cuanto se me atravesara y nadie me diría nada, así me metiera en una comisaría y masacrara a todos y cada uno de los recluidos, podría salir después sin que nadie intentara impedirlo. Aquí las bandas criminales tienen más poder que los uniformados, saben artes marciales, fabrican armas, mueven contactos y por ello algún miembro de la mafia da una orden, y los policías bajan la vista y la cumplen sin rechistar

Tomo la toalla sobre la tumbona y me seco la cara dejándola sobre mi hombro antes de tomar el móvil que timbra

—¿No puedes dejarme descansar dos días sin saber de tu maldita existencia?— le reclamo en cuanto descuelgo

—No— contesta y yo ruedo los ojos

Lo estoy ignorando desde ayer. Tenerlo como hermano debería considerarse una tortura, yo lo hago y la tengo como la peor, aún sobre las de la inquisición

Línea Cero- MetástasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora