Una cafetería con un dulce aroma

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Un grupo de traficantes de órganos, conocidos como "La brigada fantasma" Arrasó con la familia Kurta, una familia de eruditos, claro, esto se veía venir desde hace mucho años desde que se conocio que todos los de esa familia poseían ojos rojos.

Desde la edad media, se los asociaba con el demonio, es por eso que empezaron a fallecer muchos de estos y así se comenzó a creer que todas las personas con los ojos habían fallecido sin embargo algunos antepasados dañaban sus ojos para poder ocultarse o se ocultaron en pequeñas civilizaciones, es por eso que la gran familia Kurta tenía este color de ojos en la actualidad.

Sin embargo tras saber que tenían está características, muchos cultos actuales estaban interesados y así comenzaron a fallecer poco a poco, de la misma forma los traficantes de órganos.

Sin embargo, un niño había nacido, un niño el cual nadie sabía su existencia, desde pequeño utilizo lentes de contacto para que no pareciera inusual, de lo confiaron a un amigo de la familia para ocultar apariencias pero de todas formas Kurapika iba a visitar a su familia de vez en cuando formando un vínculo.

Hasta que un día mientras el viajaba, cuando regreso a ver cómo estaban, encontró a todos destrozados y sin ojos...

Ahora ese mismo chico se encuentra trabajando en una cafetería en la ciudad, su apoderado lamentablemente había fallecido por un ataque al corazón, así que ahora el vivía en un departamento solo.

Kurapika en la actualidad se encontraba comprando algunas cosas en el minimarket, cuando salió, escucho a un hombre alardeando.

—Estudiaré medicina para tener mucho dinero, con el dinero se puede todo, mujeres, comida, ropa ¡Todo!— Afirmaba el hombre que tenía un traje.

Kurapika lo miro con un poco de desagrado ya que la mayoría de doctores eran así, solo estudiaban medicina por el dinero y no por la verdadera razón que deberían estudiar.

—Que idiota tan superficial.— Menciono el rubio

—Oye tu ¿Que dijiste?— Señaló el hombre de traje.

—Lo que trato de decir, es que es muy deplorable la razón por la que estudias una carrera tan noble como esa, encima te encuentras hablando.— Respondió fríamente.

—Metete en tus asuntos, niño—

—Si, tienes razón, no tengo tiempo para escuchar tonterías.— Dijo Kurapika colmando al pasciencia del contrario.

—¿Acaso quieres pelear?— Pregunto con un tono enojado el mayor.

Este tomo a Kurapika por la camisa acercándose, Kurapika seguía con el rostro neutral y golpeó la mano del otro para apartarlo.

—Te dije, no tengo tiempo para tonterías.—

Kurapika dijo eso y se dirigió a su departamento, ahí solo suspiro y deseo no volverlo a ver.

Al día siguiente el chico se encontraba lavando unas tazas hasta que escucho la campana de la puerta sonar, inmediatamente sintió una molestia al ver que era el mismo hombre pelinegro, alto y con traje, solo le quedaba fingir que era un cliente normal.

—¿Se le apetece algo señor?— Dijo el rubio con una sonrisa falsa.

—Joven.— Respondió el contrario lo cual lo confundió.

—¿Eh?—

—Soy un joven, no un señor, aún no estoy tan mayor...— Agrego el pelinegro.

—¿En serio?...Quiero decir...disculpe el inconveniente joven ¿Que desea ordenar?—

—Un americano.— Ordenó seco aquel hombre.

De acuerdo, en seguida estará.— Respondió el rubio con una sonrisa amable.

Cuando se fue a hacer el americano, lo único que pensó fue "Que molesto" automáticamente asumió que era una persona que solo pensaba en see superior al resto.

Cuando terminó se acercó y vio al hombre sacando unos libros que se veían algo nuevos sobre medicina, en ese momento un cliente se estiró y golpeó a Kurapika haciendo que el café cayera sobre los libros del pelinegro y a la vez que al rubio le quemara la mano y soltará la taza al suelo.

—Oh dios disculpe, esto nunca pasa...—Hablo preocupado el rubio.

—Oye tu, rubiecito, fíjate por dónde andas ¿No ves que me estoy estirando?— Dijo el cliente, lo cual molestaba un poco a Kurapika pero tenía que mantener la compostura por su trabajo.

—Disculpe, señor, no se volverá a repetir.— Respondió el chico mientras se agarraba la mano donde tenía cierta quemadura.

—Oiga señor, disculpece, ustedes fue quien extendió su mano e hizo que tropezara.— Respondió firmemente aquel hombre con traje, lo que sorprendió a Kurapika.

—No pienso hacerlo, lo único que deseo es una reencompensa por esto, caso contrario me veré obligado a llamar al encargado.— Respondió el señor con un tono arrogante.

—Oiga usted es...—Antes de que el hombre pelinegro dijera algo Kurapika intervino con una sonrisa.

—Si, no se preocupe, le devolveremos el dinero de lo que pago.— Dijo el rubio tratando de calmar la situación.

Ambos hombres se calmaron al escuchar eso sin embargo, el de traje aún se veía algo indignado, a decir verdad Kurapika estaba bastante enojado pero no podía hacer nada por el trabajo.

Kurapika entrego el dinero al señor y este se fue saliéndose con la suya, inmediatamente cuando se fue, Kurapika se acercó al hombre de traje.

—En serio discúlpeme, yo pagare por esos libros de ser necesario.— Dijo el rubio agachando la cabeza.

—Oye...No, no puedo dejarte hacer eso por algo que no fue tu culpa, déjalo así, de todas formas no se dañaron tanto.— Dijo el contrario.

—Al menos déjeme pagar el americano como símbolo de gratitud.— Respondió el rubio a lo que el hombre acepto algo molesto.

—Toma, echate esta crema, es para las quemaduras.—Dijo el pelinegro mientras le pasaba sacaba algo de su mochila.

Aquel hombre saco una crema y se la dió al rubio, está acción lo sorprendió un poco.

—Ve al baño y ponla en dónde te cayó el café, si lo haces acá algunos se pueden incomodar— Recomendó el alto.

Kurapika asintió y se dirigió al baño para aplicarla sobre la mano, cuando salió, aquel hombre ya se había marchado, este suspiro ya que no le pudo decir gracias, guardo la crema si regresaba.

Se hicieron las 5 de la tarde, el Turno de Kurapika ya había acabado, este salió y comenzó a caminar de lo más normal con su celular, tratando de buscar universidades especializadas en criminología.

Paro en un semáforo rojo cerca de una universidad, se detuvo a ver un momento y vio que recién estaban saliendo.

En ese momento, un rostro se le hace familiar haciendo que el abriera los ojos de sorpresa al notar que el mismo sujeto de la mañana salía de la esa universidad.

Este también noto al rubio parado esperando a que el color de semáforo se vuelva verde, lo saludo con la mano y se acercó hasta donde estaba aquel chico...

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HOLAAA ME MOTIVE DE HACER UNA HISTORIA LEOPIKA
A decir verdad me está gustando, trataré de actualizarla cada que pueda, byee<3

Ojos Carmesí (Leopika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora