Conocidos

224 28 9
                                    

—Tu...—Dijo Kurapika mientras veía al más alto parándose a su lado.

Ambos cruzaron la pista y estaban caminando por la misma dirección, ambos caminaban por una calle calle

— Muchas gracias por lo de hoy.— Dijo el rubio mientras caminaban.

—No hay de que...oye sobre lo de la otra vez en la tienda.—

—No pienso disculparme si es lo que tratas de hacer que haga, agradezco lo de hoy pero soy fiel a mis ideas.— Interrumpió Kurapika antes de que el otro hablé.

—No, yo también creo lo mismo que tú pero me molestó que lo hallas escuchado y me insultaste sin siquiera conocerme.—Kurapika de sorprendió de estas palabras.

—No parecía para nada que lo hicieras para ayudar, honestamente, aún creo que eres alguien superficial.— Hablo el menor fríamente y directo.

—La verdad es que si quiero dinero, es demasiado importante.—

—Te lo dije.—

—Pero es para poder construir un hospital.—

—¿Y después conseguir más dinero a través de eso? Te estás aprovechando de las desgracias de los demás.— Dijo Kurapika mirando a otro lado.

—Oye déjame terminar, eres muy irrespetuoso fuera de tu horario de trabajo, hasta molesto, me colmas la paciencia.— Dijo el pelinegro suspirando.

—¿Acaso me equivoco?—

—Si y me ofende que pienses así de los doctores, o bueno, de mi.— Dijo Leorio con un tono algo enojado.

—¿A qué te refieres?—

—Un amigo mío murió cuando era pequeño.— Dijo Leorio seriamente parando tan derrepente mientras el sol se ocultaba.

Inmediatamente pasó eso hubo un silencio y Kurapika que estaba un paso más adelante se detuvo a mirarlo con cierta sorpresa.

—Por una enfermedad, es por eso que quiero ser doctor...—

Kurapika seguía sorprendido, asumió que se trataba de una enfermedad incurable, pero el hombre estaba evitando algunos detalles.

—Lo lamento...¿Cuál es tu nombre?— Pregunto Kurapika.

—Leorio ¿Tu?—

—Kurapika...—Respondió el rubio con una sonrisa.

—Al fin parece real esa sonrisa, no como las del café.—Despues de decir eso Leorio se acercó a dónde estaba el chico.

—Bueno...Una sonrisa aparenta un mejor ambiente así que en cierta manera estoy obligado a hacerlo.— Dijo con una ligera sonrisa.

—Aquí volteo, hasta luego Kurapika.—

—Si, te espero en el café, deja propina la próxima vez.— Menciono el chico

— De acuerdo, de acuerdo.— Dijo riendo y caminando separándose en dos caminos.

Cuando Kurapika llegó a casa, se lavo las manos para quitarse los lentes de contacto y noto la quemadura de la otra vez.

—Ah...diablos, olvidé devolverle la crema.—Hablo para si mismo.

El chico se sacó los lentes de contacto viendo de nuevo sus ojos color carmesí, esos ojos el mismo los odiaba de alguna y otra forma, de no haber existido ese color de ojos, su familia estaría ahora mismo con el.

—Espera...ese día el café estaba muy caliente ¿Cómo Leorio se lo tomó tan rápido? Se habrá quemado la lengua jaja.— Río un poco el chico al imaginarse al chico quemándose la lengua por no pensar antes de actuar.

Ojos Carmesí (Leopika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora