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ENZO

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ENZO.

—¿Le dijiste que no?!— exclamo mi hermano, ganandose un manotazo en la nuca.

—Cállate, pelotudo. Está Valentina arriba con Oli— recordé, cebando el mate para pasárselo.— ¿Qué querías que hiciera? Me escribió diciendo que vaya porque era urgente.

—¿Y vos le creíste?— inquirió indignado.

—¿Qué verga voy a saber yo? No tengo la bola mágica. Si es sobre Olivia no puedo hacerme el otro— me justifique, enojado.

Mi hermano aparecio hoy para pasar unos días conmigo, ya que la última vez que mi familia vino a visitarme él no pudo estar presente. Por un milagro llego justo cuando lo necesitaba, y lo fui a buscar temprano al aeropuerto para poder hablar del tema que me venía carcomiendo la cabeza desde anoche.

Rodrigo chisto, devolviendome la infusión.

—¿Qué era lo "urgente" al final?— preguntó haciendo comillas en el aire.

—Nada, que la nena me extrañaba— me encogí de hombros.

—Por semejante pelotudez te perdiste de tirar el bote al agua con tremenda mina— se lamento, como si le hubiera pasado a él. Volví a darle un golpe, está vez en el hombro.

—Primero, ubicate que vos tenés señora— recordé.— Y segundo, no es una pelotudez. Cualquier cosa sobre mi hija es importante.

—No me malinterpretes, boludo. Obvio que Olivia es importante, y obvio que va a ser tu prioridad siempre— aclaro.— Pero esta bicha no te puede poner que vayas urgentemente por algo que, tranquilamente, te pudo haber dicho mañana. O aclararlo en un mensaje— explico, pegándome en la frente.— Date cuenta, Enzo. La piba esta no te suelta más. No te va a dejar vivir bolas.

Suspiré, frustrado de no poder contradecirlo. Ciertamente tenía razón; cuando mi hija me necesite iba a estar, pero eso de la urgencia estuvo bastante de más. Podría habermelo dicho desde un principio, como hacemos siempre que Olivia reclama mi presencia. Ayer me había asustado de verdad.

Cuando llegue y vi a Olivia plácidamente dormida en su cuarto, tuve ganas de insultar a Valentina en todos los colores. Ella, por supuesto, se hacía la desentendida; sostenía que interpretó que la situación era para mandarme «Necesito que vengas urgente, por favor».

Al leer eso, fui a toda la velocidad que me permitía el auto hasta la casa, en donde la situación "urgente" era que mi hija me extrañaba. Desde ya que eso era importante para mí, pero no calificaba como una urgencia. Por eso mismo discutí más de una hora con Valentina, hasta que decidí tirar un colchón en el cuarto de Oli y dormir ahí. A pesar del mal momento, despertarme al lado de ella había sido un alivio después de tanto caos.

Sin embargo, la imagen de la morocha cuando me negué a su propuesta me tiene con ganas de morirme. Es sabido que es la primera y última chance que me puede llegar a dar, ya que es la única vez que ella decidió dar el primer paso después de tantas indirectas de parte mía. Si antes me trataba con seriedad, ahora directamente se iba a comunicar conmigo por señales de humo.

𝗔𝗕𝗢𝗚𝗔𝗗𝗔 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora