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ENZO.
La luz tenue que entraba por la ventana logró despertarme de un profundo y plácido sueño, causandome un mal humor irremontable.
Si había algo que amaba de los domingos eran las beneficiosas dos horas de sueño extra que podía tomar con total tranquilidad. Sin embargo, el solo levantarme y saber que tenía que atravesar un extenuante y difícil día descartaron toda felicidad posible.
Lejos de ser un motivo para proseguir, los últimos partidos que disputaba con el equipo se tornaron tediosos, estresantes y desalentadores. Todo el plantel, incluso los mismos jugadores, parecían complotar para que el grupo se hundiera. El técnico no respeta las alineaciones pautadas, mete cambios irremontables, los jugadores no podemos entendernos y, casi siempre, el rival sale con una contra que nos aplaca totalmente. Así, veníamos perdiendo y haciendo pasar a la gente que va a alentar una decepción gigante.
En estas situaciones extrañaba jugar en River. El clima, mis compañeros, la hinchada y el juego argentino tienen una esencia que no puedo hallar en ningún país. Me encontraba cómodo allá, demasiado como para irme. Por muy buena que fue la oferta que hicieron por mí, estaba apagado y frustrado para seguir adelante, tratando de dar mi mayor esfuerzo para un equipo que estaba destinado a perder.
Lo único que me consolaba eran las siguientes fechas de partidos que compartía con la selección, que se convirtió en una segunda casa. Eso, y otra consolación que tenía bastante abandonada, eran lo que me concentraba en los últimos días.
El recuerdo del escape en su oficina todavía me daba un extraño malestar.
Estar encerrado con Lara parecía no ser incómodo cuando entablamos una charla para romper el hielo. La rubia me cayó bastante bien, y su habilidad para hablar sobre cualquier boludez era algo que agradecí enormemente en ese momento. Pero la incomodidad llegó en el segundo que el tema de conservación se centró en la persona por la cual estábamos en esa situación.
La frase que había escuchado salir de la boca de su amiga después de preguntarme que pasaba entre los dos resonaba en mi cabeza cada vez que pensaba en eso. “Guarda vos, que con ella nunca se sabe”.
Al principio creí que estaba haciendo un chiste, pero el tono que usó para denotar aquello me hizo dar cuenta que estaba hablando en serio, por muy incomprensible que fuera el motivo. No pude preguntarle porque se refería de esa manera hacia su amiga dado que la notificación de mensaje irrumpió la tensa atmósfera, en donde yo no sabía qué contestar y ella me observaba con un semblante áspero. Finalmente, ambos salimos de esa habitación en silencio, yo con más preguntas que respuestas y ella con un paso apresurado y cara preocupada.
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𝗔𝗕𝗢𝗚𝗔𝗗𝗔 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇
Fanfiction.ᐟ Dónde la separación del famoso futbolista está en manos de una extravagante abogada. ¿𝗠𝗲𝘇𝗰𝗹𝗮𝗿 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗱𝗲𝘀𝗲𝗼 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲 𝘁𝗿𝗮𝗲𝗿 𝗰𝗼𝗻𝘀𝗲𝗰𝘂𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮𝘀? [+18]