𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟐

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Esta vez fue Matheo el que quitó la mano de Viktor de mi cara.

—Te ha dicho que la dejes. —le contestó cortante.

—Asi que ¿tu eres el chico que la hizo eso? —señaló con la cabeza a mi clavícula aún visible.

—¿Que pasaría si hubiese sido yo? Nada ¿Verdad?.

—Creo que serias un simple juguete para ella, te desecharía en días. No sabes dar lo que necesita ni lo que quiere.

—¿Y que quiere ella que yo no tenga?

—Ella necesita la euforia de cuando nos unimos, de cuando somos uno, cuando luchamos siendo uno, cuando follamos siendo uno, cuando nos besamos siendo uno. —empecé a sentir otra vez la magia que me quemaba.

—Dejala en paz. —apareció Tom

—Ella necesita lo que yo la hago sentir, lo que ella desea... —el me miraba fijamente. —Ella me ama.

Sentí un impulso de hacer algo pero no tenía sentido. Pero lo hice. Saqué mi varita, le apunté directamente entre ceja y ceja

—¿Qu-que haces? —querido Krum, ni yo se lo que hago.

—Revelio.—dije y aparecieron heridas, moratones, puntos...su cara era un desastre...

El se puso tenso.

—¿Viktor? —le dije seria.

—Fueron tus amigos, estaban celosos. —los acusó como un niño.

—Fuiste tú. —me quedé fijamente mirandole y atando los cabos sueltos.

Tom, Matheo y el se miraron.

—Tu me robaste mi magia. —me acerqué a él. —Tu eres el que me llamaba y me atraía. —cuando me quede a centímetros de el paré. —Tu eres el culpable de que yo esté teniendo problemas.

—Casate conmigo, dominaremos juntos el Mundo magico.

—Krum...no te quiero volver a ver, si te veo por aquí me encargaré personalmente de que no puedas jugar a Quidditch y si se te pasa por la cabeza entrar en el torneo no lograras terminarlo vivo o no.

—Tu padre ya se ocupó de el, este fin de semana te dará lo que te pertenece. —Matheo me puso una mano en el hombro.

—Krum...no te conviene llevarte mal conmigo se demasiadas cosas y ni a tí ni a quien tu y yo sabemos le conviene. Empieza a portarte. Porqué si yo en algun momento caigo tu y el os venís conmigo.

Eso ya si le asustó y se fue.

—¿Que has querido decir con es- —corté a Matheo dandole un puñetazo.

—¿Quien cojones te crees para hacer eso? Era MI problema y yo resuelvo MI problema. —el me miraba sorprendido. —¿Y tu? —miré a Tom

—A el le ordené que vigilase, no es su culpa. —dijo Matheo salvando a Tom de un puñetazo

—¿Eso es verdad? —le pregunté

Se miraron un momento y luego el asintió.

—¿Desde cuando lo sabiais? ¿Quien os lo dijo? ¿Quien os ordenó hacer eso?

—No podemos decírtelo Melissa. —me confesó Tom pero no me valía.

—¿Tengo que repetir las preguntas o tengo que sacarlo por mi cuenta? —ellos se callaron. —Vosotros lo habeis querido.

Miré fijamente a Matheo, me concentré en el solamente.

—Tu padre nos mandó una carta para reunirnos con el porqué encontró al culpable y quería que le diesemos su merecido. —cuando lo dijo dejé de mirarlo y se asustó levemente.

—Matheo! —Tom le regañó.

—Mi madre era una buena maga, no es su culpa. —me di la vuelta para irme pero...

—¿Desde cuando haces eso? —me paró Matheo

—Creeme gracias a esto he sacada información valiosa para ya sabeis qué. Y podria usarlo si quisiese con vuestro padre asi qué os recomiendo que a partir de hoy me digais las cosas porqué si me entero por mi cuenta lo lamentaréis.

—Intenta usar eso contra mí y te juro que te lanzaré un crucio. —me advirtió Tom.

—No te tengo miedo, ni a tí ni a nadie. —le dije cerca de su cara, sentia su respiración rozando mi nariz y eso me erizaba la piel.

—Mejor no os peleis aquí. —Matheo nos separó y no creo que fuese por si peleabamos. Si había alguien viendo esta escena no solo notaria la tension de rabia.

𝑽𝒆𝒏𝒅𝒆𝒕𝒕𝒂 𝑮𝒓𝒊𝒏𝒅𝒆𝒍𝒘𝒂𝒍𝒅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora