Capítulo 24

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La ojicarmín tardó unos minutos en recomponerse, las marcas en su cuello se estaban haciendo notables. Sabía que su hermano era muy malicioso pero no sabía que fuera capaz de matar, igual que su padre. Tenía aquella imagen de cuando los dos eran chicos aún, ella 8 y el 11 años, siempre la protegía y la intentaba cuidar de la cosa más mínima que sucediera, pero luego de la muerte de su padre todo había cambiado y él se volvió no solo una persona oscura sino una persona vengativa. Una actitud parecida había tomado ella, ya que su ejemplo a seguir era su hermano mayor. Se dejó carcomer por aquel sufrimiento que envolvía al pelinegro y comenzó a compartir sentimientos con él y sabía que en el camino se fueron perdiendo a ellos dos y a sus sueños. ¿Tal vez luego de tantos años se había dando cuenta que había perdido su libertad?  Siempre creyó qué aún su hermano habiendo cambiado hacia las cosas con un buen propósito y por ella pero ahora no estaba tan segura de eso, su hermano se había encapsulado en una burbuja de egoísmo e inevitablemte ella terminó de la misma manera. Le dolía al percatarse qué terminó arrastrándose por un hombre que le había reitarado una y otra vez que no la quería y siendo ahora una posible cómplice del asesinato de una niña. La odiaba profundamente por ser ella la dueña del corazón del peliplata, pero.. ¿Por cuanto tiempo más podría culpar a la gente que tenía a su alrededor?

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La pelinegra estaba fascinada con aquel lugar, era demasiado elegante y la primera vez que tenía la oportunidad de apreciar algo tan bello. Había un montón de mesas decoradas con un mantel blanco y finas copas, demasiada gente ocupaba ese lugar, ya entendía un poco mejor porque Sesshomaru había elegido ese vestido para ella.

Siguió caminando en aquel lugar elegante ahora del brazo del peli plata, seguía serio con aquella mirada tan característica de él, Sesshomaru finalizó su caminata en la entrada de una escalera tan fina como aquel lugar y Rin no entendía hacia donde se dirigían.

-Buenos días Señor Sesshomaru, ya preparamos todo para usted. -dijo un hombre de mayor edad luciendo un lujoso traje con un moño en su cuello. - Un gusto conocerla Señorita Rin, espero que el lugar sea de su agrado. Habló ahora haciendo una reverencia hacia su persona.

-Un gusto igualmente a usted. - estableció la azabache mientras le devolvía una dulce sonrisa, típico de ella.

Siguieron caminando juntos hacia el lugar, sesshomaru la guió por las largas escaleras, una mala señal porque no estaba acostumbrada a usar ese tipo de zapatos y le hacía doler un poco los pies.

Llegaron al final del camino, luces calidas decoraban el lugar y las voces de la gente no llegaban a esa altura. Rin se impactó al notar que el lugar era solamente para ellos dos, se sonrojó un poco al pensar que Sesshomaru había pedido armar el lugar para ella, debía admitir que aquel lado romántico le encantaba.

-Señor Sesshomaru, este lugar es increíble. ¿Cómo consiguió el lugar solo para nosotros dos? - Preguntó curiosa mientras el peliblanco la ayudaba a arrimar su silla, un caballero de aquellos.

-Digamos que el dueño me debía un favor. - Sesshomaru se arrimó frente a ella mirándola estoico, estaba demasiado bella con aquel vestido que impresionamente se adapatba perfecto a las curvas de su pequeña.

-Muchas gracias Señor, es increíble y me fascina. - Rin al finalizar tomó un pequeño sorbo de agua tomando con sus manos la pequeña copa con miedo de romperla.

-Rin, dime por mi nombre simplemente. No soy mucho mayor que tú. - Recordó cuando la noche anterior decía su nombre entre suspiros y gemidos. Quería que saliera de su boca de vuelta.

Ella (Sesshomaru Y Rin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora