๑Capítulo quince.

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Calor.

Su cuerpo solo sentía el calor como si una especie de fuego estuviera consumiéndolo desde sus adentros y entrañas que le extasiaba de una manera inexplicable. Kenai había pasado sus celos antes y sabía como se sentían, de hecho se había acostumbrado a ese ardor, pero este era diferente de alguna manera se sentía más intenso y doloroso. Jadeó apretando su vientre con sus ojos húmedos y rojos por el dolor. Lloró sin poder evitarlo, le dolía tanto como el mismo infierno. Su trasero se sintió húmedo de repente, pero esta vez el liquido no era poco, de hecho había aumentado considerablemente y casi podría jurar que eran litros lo que salía de él. No podía dejar de jadear por el dolor y el extatismo que sentía en su sangre como si bombeara su corazón de él.

Lo que mente pudo decirle y le repetía una sola palabra constantemente; Orion.

Orion. Orion. Orion.

Gimió sin darse cuenta al sentir su piel siendo frotada por el camisón que usaba. ¿Por qué usaba un camisón? Noto su una esposa larga amarrada en su muñeca que tenía una larga cadena que lo dejaba moverse bien, pero no del todo, como un prisionero o una mascota. Lo noto cuando quiso salir corriendo.

Su corazón latió rápido y retumbo en sus oídos.

Alfa. Alfa. Alfa.

Orion. Orion. Orion.

Su alfa.

Lo quería con ansias. Lo necesitaba.

—O-orion —lo llamó tan débil como podía.

La venda en su pecho que lo envolvía de su axila hasta su cuello y su torso, lo dejaban inmóvil. El dolor que sentía en su pecho tanto por dentro como por fuera era indescriptible más allá de su celo, pero no sabía si era un efecto de este o de la bala que había llegado a su pecho. Él jamás había oprimido en gatillo... ¿Los atraparon? Fue entonces cuando sus ojos inspeccionaron mejor la habitación en la que se encontraba ahora. Blanca por completo y solo él en la camilla y las maquinas monitoras a su lado. La cadera que lo envolvía decía mucho más de lo que recordaba.

—¡Orion! —gritó desesperado a pesar del dolor en su pecho.

Fue entonces cuando Orion entro a la habitación, en un simple parpadeo, fugas y rapido como solo podía ser Orion.

—Orion...

—Omega.

—¡Orion! —ahora era su parte omega la que lo llamaba. Aquella que llamaba a su alfa. —Alfa...

Sus ojos dorados como el oro se unieron.

—No quiero lastimarte...

Orion se acercó a la camilla de Kenai y toco su rostro con sus dedos magullados y con manchas de sangre, pero eso no les importaba a ninguno de los dos ahora. La palma de Kenai se levanto también dirigiéndose al rostro de Orion. Ambos absortos en su mundo. La piel del ojiazul era tan tersa como la de siempre y cuando Orion lo tocó sintió ese calor como la fiebre que le hacía hervir su interior y no lo soportó más.

Sus labios se unieron como si fuera lo único a lo que esperaban y se tocaron en uno al otro como sus cuerpos se los pedían. La mano del alfa se ciño en la cintura baja del omega que jadeaba mucho más alto cada que los besos que exploraban su cuerpo se hacían más profundos. Fue entonces cuando Orion sacó el manojo de llaves que tenía en el bolsillo de su pantalón manchado con sangre, y libero a Kenai. Lo libero de tantas formas que no podía detenerse más cuando su liberación se hizo más una celda en la que ambos se encontraban.

En la cima de la necesidad del uno y del otro.

—¿Te duele? —preguntó Orion cuando beso por encima del vendaje en el pecho de Kenai.

Serendipity || LIBRO 2 Hijos de las sombras (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora