Serendipity || LIBRO 2 Hijos de las sombras (+18)

๑Capítulo diecisiete.

En las sombras de la sociedad, donde los secretos y el poder se entrelazan, existía un nombre que infundía miedo y respeto: Xavier. Pero antes de ser conocido como el omega dominante más peligroso y temido por la élite de alfas dominantes, conocida como LA ORGANIZACIÓN, Xavier era alguien completamente diferente.

El nombre que se le dio cuando fue parte de las miserias de LA ORGANIZACIÓN fue Zoé.

Zoé había aprendido desde joven a moverse entre las sombras, a observar y aprender, a adaptarse como un camaleón en cualquier situación. Aprendió desde muy pequeño a hacerlo, sin facilidad, pero con el don de engañar. Cuando fue vendido por sus padres en su natal Karapinar. ¿Quien quería a un omega dominante de todas formas? Solo eran un error creado por Dios. Los omegas dominantes eran un peligro que debía desaparecer. Era común venderlos o matarlos, más en los tradicionales pueblos donde lo poco y nada de actualidad que tenían aún no le abrían la mente del todo.

En lo profundo de Kirguistán, se erigía la imponente fortaleza de LA ORGANIZACIÓN. A simple vista, sus instalaciones podían parecer bodegas industriales, abandonadas y sin vida, pero en su interior albergaban un oscuro y siniestro secreto. Eran recintos donde niños y niñas omegas y alfas dominantes eran criados y moldeados para servir a los más oscuros deseos de la élite de alfas dominantes.

Al cruzar las pesadas puertas de hierro, se ingresaba a un laberinto de corredores estrechos y fríos, donde la luz era escasa y el aire denso. Las paredes, cubiertas de concreto agrietado, absorbían los sonidos de pasos y murmullos, creando una atmósfera de opresiva quietud.

Los recintos estaban divididos en varias secciones, cada una destinada a diferentes etapas de crianza y entrenamiento de los niños. En la primera sección, conocida como "La Guardería", se encontraban los más jóvenes, pequeños omegas y alfas que apenas habían sido arrebatados de sus hogares. Estos recintos eran lúgubres y sombríos, con camas de metal alineadas meticulosamente a lo largo de las paredes. Los niños, vestidos con uniformes grises, permanecían en silencio, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y resignación.

Pasando a la siguiente sección, "El Corredor del Silencio", se encontraba el área de entrenamiento inicial. Aquí, los niños comenzaban a aprender las reglas de su nuevo mundo. Las paredes estaban cubiertas de espejos unidireccionales, permitiendo a los observadores monitorear cada movimiento sin ser vistos. Los instructores, figuras severas y sin piedad, imponían un régimen estricto de disciplina y obediencia. Los castigos eran rápidos y brutales, diseñados para quebrar la voluntad y moldear la mente de los jóvenes.

"La Academia" era la tercera sección, donde el entrenamiento se intensificaba. Este área estaba equipada con salas de instrucción, gimnasios y cámaras de simulación. Los omegas dominantes eran instruidos en tácticas de manipulación, seducción y espionaje, mientras que los alfas dominantes eran entrenados en combate, liderazgo y tácticas de coerción. Los instructores, expertos en sus campos, no mostraban ninguna misericordia, y cada error se pagaba con dolor.

En el centro de estas instalaciones, se encontraba "El Mercado", un oscuro y siniestro salón donde los niños y niñas eran exhibidos y vendidos al mejor postor. Se realizaban subastas clandestinas, pero al entrar a aquel lugar no era diferente a un salón de lujo con decorativos, mesas y sillas elegantes y servidumbre que traían y llevaban cocteles. Los compradores, alfas dominantes de la más alta jerarquía y otros personajes oscuros, analizaban meticulosamente cada perfil, cada habilidad, antes de hacer sus ofertas. Los niños eran meras mercancías, criados y entrenados para satisfacer los deseos y necesidades de la élite.

¿Acaso eran los y las nuevas geishas? ¿Cual era el fin?

Los alfas dominantes de la élite de LA ORGANIZACIÓN estaban consumidos por una obsesión con la perfección genética, convencidos de que el hijo de un alfa dominante y un omega dominante representaba la cúspide de la perfección humana. Para ellos, estos niños no eran solo el ideal absoluto, sino una manifestación tangible de una visión distorsionada de la perfección.