Capítulo 3. Asumir las consecuencias

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"Mierda" - pensó Gia -. "Joder, todo marchaba bien... Esto me pasa por preocuparme por la gente, por no seguir con mi marcha. Estaba estupendamente, y ahora..."

- ¡Se ha marchado! - decía la señora Figg, retorciéndose las manos. Pero Gia estaba tan sumida en su monólogo interno que la oía lejana -. ¡Ha ido a ver no sé qué de calderos robados! ¡Ya le dije que iba a desollarlo vivo si se marchaba, y mira! ¡Dementores! ¡Suerte que informe del caso al señor Tibbles! Vamos, no hay tiempo que perder, tienes que volver a casa. ¡Oh, los problemas que va a causar esto!

- Pe-pero... - Gia estaba muy impresionada -. ¿Usted es... bruja?

- Soy una squib, como Mundungos muy bien sabe, así que, ¿como iba a ayudarte para que te defendieras de unos dementores? Te ha dejado completamente desprotegida, cuando le advertí...

- Me ha ido muy bien estas semanas, señora Figg - replicó, molesta -. no me ha pasado nada y estaba muy bien.

- Eso es porque hemos estado vigilándote - Gia gruñó -. Éramos conscientes de que solías escaparte por la noche, Dumbledore nos previno, esta muy enfadado por eso contigo. ¡Dumbledore! ¿Qué dirá Dumbledore? - Gia se carcajeó. Dudaba mucho que a Dumbledore le importase un pimiento -. ¡Eh, tú! - le gritó a Dudley, que estaba tumbado en el suelo -. ¡Levanta tu gordo trasero del suelo, rápido!

- ¿Conoce a Dumbledore? - preguntó Gia.

- Pues claro que conozco a Dumbledore, ¿quién no conoce a Dumbledore? Pero vámonos ya porque yo no voy a poder ayudarte si vuelven.

La señora Figg se inclinó a tratar de levantar a Dudley, pero éste no podía o no quería moverse. Gia rodó los ojos.

- Yo me encargo - dijo Gia, cogiéndolo del brazo y dándole un tirón. Con gran esfuerzo, consiguió ponerlo en pie. Parecía a punto de desmayarse.

- ¡Deprisa! - insistió la señora Figg histérica.

Gia colocó el brazo de Dudley sobre sus hombros y lo arrastró por la calle, encorvándose un poco bajo su peso. "Estoy yo ahora como para cargar con este zoquete" - pensó Gia. La señora Figg iba dando tumbos delante de ellos, y al llegar a la esquina asomó la cabeza, nerviosa, y miró hacia la calle.

- Tengo entendido que puedes hacer magia sin varita, ¿verdad? - le preguntó a Gia cuando entraron en el paseo Glicinia, viendo que la había guardado. Ésta asintió -. Es una ventaja, entonces. Ahora no importa el Estatuto del Secreto; de todos modos lo vamos a pagar caro, tanto da que nos cuelguen por un dragón o por un huevo de dragón. ¡Ay, el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad!... Esto era lo que mas se temía Dumbledore. ¿Qué es eso que hay al final de la calle? Ah, es el señor Prentice...

- Dumbledore teme muchas cosas, pero poco se preocupa él por venir a asegurarse de que no me pasa nada - murmuró Gia -, Dud, ¿quieres caminar? - le pidió a su primo -. Pesas, y yo también he bebido. ¿Por que no me dijo que era una squib, señora Figg? - preguntó jadeando -. Con la de veces que he ido a su casa... ¿Por qué no me dijo nada?

- Órdenes de Dumbledore - respondió. Gia rodó los ojos -. Tenía que vigilarte, pero sin revelar mi identidad porque eres demasiado joven - "Demasiado joven para saber que mi vecina es una squib, pero no para enfrentarme a las pruebas del Torneo. Muy bien, Dumbledore, muy bien" - pensó Gia con rabia -. Perdona que te lo haya hecho pasar tan mal, Gia, pero los Dudley no te habrían dejado venir a mi casa si hubieran creído que conmigo te lo pasabas bien. No fue fácil, te lo aseguro. ¡Cielos! - exclamó, retorciéndose las manos -. Cuando Dumbledore se entere de esto... ¿Cómo ha podido marcharse Mundungus? Se suponía que estaba de guardia hasta medianoche. ¿Dónde se habrá metido? ¿Cómo voy a explicarle a Dumbledore lo que ha sucedido? Yo no puedo aparecerme.

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