Capítulo 20. Hacer que valga la pena

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Sirius bajó por la mañana con una sonrisa de oreja a oreja y, al igual que su, por lo visto, recién estrenado marido, ambos tenían cara de cansancio y caminaban arrastrando los pies. Por lo demás, y pese a tener que despedirla, Gia no había visto a su padrino tan contento en mucho tiempo. Tanto, que se ofreció a hacerle la que decía que era la ancestral receta de crepes de la familia Black.

- Es harina, huevo, leche y azúcar, Sir - comentó Gia, poniendo nata en una.

- Y el toque especial. Algún día te lo diré. ¿Sigues teniendo el móvil? - Gia asintió -. Llámame con frecuencia, igual en el bosque hay cobertura, esta mas libre de magia. Quiero que informes sobre las clases de Oclumancia, y Remi también.

- Estas paranoico - le dijo Remus, poniendo sirope de chocolate en uno de sus crepes y pasándole el bote a Hermione -. Severus se va a comportar.

- Bueno, por si acaso - insistió. Gia puso los ojos en blanco, pero asintió -. Andrómeda me lo ha contado.

Gia agachó la cabeza, centrada en su crepe.

- No me parece justo - murmuró.

- La vida no es justa, Gia.

- Créeme, soy consciente - le aseguró -. Pero... No se... Quiero al menos intentarlo, ¿sabes?

- No me hace ninguna gracia, Gia, porque sé que vas a acabar sufriendo por ese imbécil, y no quiero.

- Sir... - alargó la mano y se la cogió -. Escúchame. Si, existen muchas posibilidades de que salga mal, pero también de que salga bien... o de que simplemente no congeniemos. Le he dado muchas vueltas hasta llegar a esta conclusión, y quiero quitarme esta espinita también - miró al resto de la mesa y bajó aún mas la voz -. ¿Qué definitivamente no estamos hechos para estar juntos? Vale, pero al menos nos quedará claro a los dos.

- Eres igual de cabezota que tu madre - protestó. Gia sonrió ampliamente.

- Gracias - le agradeció de corazón. Una vez terminaron el desayuno, la despidieron en la puerta.

- Te avisaremos con los papeles de la custodia - le comentó -. Se que Dumbledore no esta convencido pero...

- Bueno, pero si yo tengo la última palabra, es lo que hay.

Se miraron a los ojos.

- Cuídate, pajarito.

Gia le sonrió y salió al frío aire invernal, siguiendo a Tonks y Lupin en busca del autobús noctámbulo. Se oyó un «¡PUM!» y un autobús de tres pisos, de color morado intenso, apareció de la nada ante ellos, esquivando por los pelos la farola más cercana, que se apartó dando un salto hacia atrás.

- Siempre he querido viajar en este trasto - comentó Ron alegremente al subir al autobús con Gia, mirándolo todo.

- Pues no te emociones tanto - le previno, mirando las sillas y señalando a la gente que se había caído con el frenazo.

El autobús noctámbulo se bamboleó de forma alarmante, y adelantó incorrectamente por la izquierda a unos cuantos coches. Gia miró hacia la parte delantera del autobús y vio que Hermione se tapaba los ojos con las manos mientras Pigwidgeon oscilaba feliz sobre su hombro.

«¡PUM!»

Las sillas volvieron a resbalar hacia atrás y el autobús noctámbulo pasó de la autopista de Birmingham a una tranquila carretera rural llena de curvas muy cerradas. Los setos que bordeaban la carretera se apartaban cada vez que el autobús se subía a los arcenes. De allí pasaron a la calle principal de una ajetreada ciudad; luego a un viaducto rodeado de altas

Soulmates VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora