- ¿Y qué mierdas es... - empezó Gia.
- ¡Aquí no, chica! - gruñó Moody -. ¡Espera a que estemos dentro!
Gia gruñó. Empezaba a estar un poco harta de que constantemente le interrumpieran.
- No os mataría explicarme de una puñetera vez de qué va esto.
- Piensa en lo que acabas de memorizar - le recordó Lupin.
- No hay que ser un genio - murmuró.
En cuanto llegó a las palabras «número 12 de Grimmauld Place», una maltrecha puerta salió de la nada entre los números 11 y 13, y de inmediato aparecieron unas sucias paredes y unas mugrientas ventanas. Era como si, de pronto, se hubiera inflado una casa más, empujando a las que tenía a ambos lados y apartándolas de su camino. El equipo de música del número once seguía sonando. Por lo visto, los muggles que había dentro no habían notado nada.
- Vamos, deprisa - gruñó Moody, empujando a Gia por la espalda.
Subió los desgastados escalones de piedra sin apartar los ojos de la puerta que acababa de materializarse. Lupin sacó la varita y dio un golpe con ella en la puerta. Gia oyó fuertes ruidos metálicos, y algo que sonaba como una cadena. La puerta se abrió con un chirrido.
- Entra, Gia, rápido - le susurró Lupin -, pero no te alejes demasiado y no toques nada.
Gia cruzó el umbral y se sumergió en la casi total oscuridad del vestíbulo. Olía a humedad, a polvo y a algo podrido y dulzón; la casa tenía toda la pinta de ser un edificio abandonado.
- ¿Pretendéis matarme de un ataque de asma? - preguntó en voz baja. Miró hacia atrás y vio a los otros, que iban en fila detrás de ella; Lupin y Tonks llevaban su baúl y la jaula de Hedwig. Moody estaba de pie en el último escalón soltando las bolas de luz que el apagador había robado de las farolas: volvieron volando a sus bombillas y la plaza se iluminó, momentáneamente, con una luz naranja; entonces Moody entró renqueando en la casa y cerró la puerta, y la oscuridad del vestíbulo volvió a ser total.
- Por aquí...
Le dio unos golpecitos en la cabeza a Gia con la varita; esta vez sintió que algo caliente le goteaba por la espalda y comprendió que el encantamiento desilusionador había terminado.
- Ahora quedaos todos quietos mientras pongo un poco de luz aquí dentro - susurró Moody.
Los murmullos de los demás le producían a Gia una extraña aprensión; era como si acabaran de entrar en la casa de alguien que estaba a punto de morir. Oyó un débil silbido, y entonces unas anticuadas lámparas de gas se encendieron en las paredes y proyectaron una luz, débil y parpadeante, sobre el despegado papel pintado y sobre la raída alfombra de un largo y lúgubre vestíbulo, de cuyo techo colgaba una lámpara de cristal cubierta de telarañas y en cuyas paredes lucían retratos ennegrecidos por el tiempo que estaban torcidos. Gia oyó algo que correteaba detrás del zócalo. Tanto la lámpara como el candelabro, que había encima de una desvencijada mesa, tenían forma de serpiente.
- Definitivamente pretendéis matarme o de asma o del espanto - murmuró.
Oyeron unos rápidos pasos y la madre de Ron, la señora Weasley, entró por una puerta que había al fondo del vestíbulo. Corrió a recibirlos con una sonrisa radiante, aunque Gia se fijó en que estaba mucho más pálida y delgada que la última vez que la había visto. Se acercó con intención de estrujarla en un fuerte abrazo, pero Gia se apartó dando un paso hacia atrás. La señora Weasley la miró extrañada.
- ¿Estas bien, cielo? - preguntó.
- Muy bien - dijo con voz seca. Molly miró hacia atrás, a Lupin.
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Soulmates V
FanficSufrir. Perder. Llorar. Repetir. En esas tres cosas se ha basado la vida de Gia en los últimos catorce años: perder a sus padres, sufrir los malos tratos de sus tíos, descubrir que era una bruja, que la utilicen, que intenten asesinarla, humillarla...