CAPITULO 3. MAREY.

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Marey, se movió sigilosa, sus pasos eran cautelosos, pero su manera tan elegante siempre llamaba su atención y la tribu que estaba visitando la observaba.

Marey, era la única de su especie que recurría a tal lugar, sin el temor de despertar una guerra, un enfrentamiento.

Yanuary,  observa a Licanol, el olor de la hembra, no pasa desapercibido en una tribu, donde escasea el linaje femenino, pero Marey, no tiene el poder de la concepción, un error natural garrafal, que dió lugar a la experimentación.

Yanuary, se acerca a la hembra, guardando el deseo que su belleza despierta y su cautela, no es por lo depredadora de la hembra, porque él, sabe que con una clavada de sus colmillos, es suficiente para infectarla con su gen y marcarla de por vida, eso sí desea dejarla sobrevivir, pero...

Marey, siempre estará dispuesta a dar la batalla, la caza de lo sangriento es su satisfacción y antes de que le claven un colmillo, sus garras desgararán las entrañas y su veneno quedará en la sangre de las paredes orgánicas que antes protegían esas entrañas, dando no solo una muerte dolorosa, sino la satisfacción de comerse ante su contrincante, las entrañas que ha desgarrado.

─ El Rey, te espera ─ pronunció  Licanol, acercándose a la hembra que concentra la mirada con el  Iris, de un verde más fuerte que el jade, brillante como el sol, con una esclerótica tan blanca, que resalta el verde fosforescente, pero que pasa a convertir sus  arcos tan peligrosos como la oscuridad; cambiando la forma redondeada de sus pupilas, a unas lanzas felinas llameantes, en el medio del Iris, haciendo notar que ella, está siempre preparada para el peligro.

Licanol, señala el camino, siente el sabor de su propio veneno, su cuerpo reacciona, solo con ver la figura femenina, pero sabe que si solo le insinúa un apareamiento, no solo Marey, lo enfrentará, sino el propio rey de su tribu. Porque ella, es la hembra que él no toca, pero tampoco desea que alguien, siquiera la observé con deseo.

Marey, mueve sus labios mostrando con orgullo, que ella es la preferida del Rey de la Tribu de  de los Demonios. Ella, será la Reina de Rashak.

Yanuary, se mueve al lado derecho de Marey, quien lo sigue en su primer paso y Licanol, se posa a su lado izquierdo, escoltando a la recién llegada, a los aposentos de su rey.

Marey,  escucha en el recorrido los ruidos que se escapan de las áreas, frunce el entrecejo y aprieta su mandíbula.

─ Esos ruidos no son causados por procedimientos experimentales. ─ Gruñe Marey, internamente. 

Su pensamiento se hace realidad, cuando observa al gran Demonio de cabello largo,  entre colores hoy, mucho más oscuros, ya que su rojo está casi vino tinto y sus reflejos dorados ahora son marrones.

Marey, aprieta la mandíbula observando la piel marfileña y no pálida como la nieve, sus puños se cierran dolorosamente, reconociendo el calor en la piel endurecida y la dureza de cada músculo resaltante, en el cuerpo de Rashak.

Quien al sentir el olor felino de la mujer, suelta la que tiene a su lado agonizando, ya que la maldita lobuna, no resistió el veneno que brotó de  sus profundos colmillos, pero eso no fue todo...

Mientras Rashak, la poseía sus garras destrozaron sus costillas.

Marey, observó las dagas de los dedos de Rashak, todavía con partes de ellas enterradas en los costillares,  de lo que fué su liberación copulatoria y su presa.

Rashak, se movió con tanta naturalidad que la felina, ni siquiera notó cuando las dagas que sobresalían de sus dedos, abandonaron el cuerpo que era parte humana, parte Licántropo y cayendo totalmente desnuda al suelo.

Pero Rashak, también estaba con todos los demonios sobresalientes, su cuerpo desnudo cambiaba de colores cómo el escorpión, su rostro estaba deformado, sus colmillos sobresalían y este era su demonio mayor, porque despertaba la sed del alma, la sed de sangre, la sed sexual, y nada lo saciaba, porque siempre este demonio quería más.  La piel colorida del demonio brillaba como la perfecta cobra, otro demonio punzante, venenoso, traidor; una mezcla tan feroz y venenosa,  que le otorgó a la raza el mayor de los poderes demoníacos existentes. las garras de sus manos eran sangrientas, la muerte era su atracción en este momento y sin embargo, este demonio sexual que estaba copulando con una de sus esclavas, no era el Rey Rashak, demoníaco  en tiempos de guerra, este solo era el Rashak, lleno de excitación sexual y este olor era el que tenía completamente jodida a Marey, odiaba al demonio y a todas las esclavas sumisas, así su destino fuesen la muerte, porque no aguantarían la copulación del demonio. Pero, igual ella, odiaba estos momentos, porque amaba con todas sus fuerzas a Rashak, el Rey de los demonios Vampiros.

Rashak, observó a Marey, quien estaba controlando su lado salvaje, para evitar la transformación, su rabia, sus celos y desear destrozar con sus propias manos a la licantropa, que fue el fruto de Rashak.


─ Te mandé a llamar ─ mencionó Rashak, caminando hacia Marey, tratando de controlar el fuego de su cuerpo, para volver a un estado más pasivo, pero sus labios rojos llenos de sangre, sus colmillos con algunas gotas rojas desbordándose, su intimidad todavía alzada con potencia, no apaciguaba a la Felina.

Rashak, la observó de pies a cabeza, deleitándose con su belleza, su figura esbelta y poderosa, su cabello de un negro brillante, que colgaba como una cascada hasta sus caderas y parte de la melena, que  llegaba casi a sus ojos, los cuales habían oscurecido tanto, que ahora parecían una noche de depredadores, dispuestos a la caza.

Los dos tenían que controlarse o alguien, no saldría vivo del lugar y ambos sabían que no sería Rashak, el herido.

Él, la deseaba con locura, su olor lo distraía y debía controlarse, no quería culminar con la hermosura de la mujer y tampoco la deseaba con nadie, porque la sentía solo de él. Pero, la piedra que tenía en medio de sus miembros inferiores, de alzaba con más potencia solo con tenerla al lado, con olerla.

Rashak, se acercó oliendo su cuerpo, la sangre de Marey, lo llamaba con ansias, pero su cuerpo lo encendía con un deseo que ninguna esclava le había proporcionado, sin embargo,  Rashak, podía oler en el ambiente que entre los nuevos visitantes, estaba su Reina, su hembra, su mujer, la que se posesionará completamente de su ser. Rashak, lo podía oler y deseaba con una intensidad mucho mayor a Maleisha, su Reina, la Reina de los Vampiros.

─ Pronto llegará el momento de aparearte, no te quiero cerca de la manada ─ gruñó Rashak, porque deseaba a Maleisha, pero a Marey, también.

Pero, la felina, estaba tan perdida controlando sus instintos salvajes, que no notó los cambios del olor que desplegó Rashak, el olor del deseo por otra, sin embargo, las palabras de Rashak, le recordó a la felina, que todas las hembras, que habitaban en ese momento podían aparearse, pero no procrear la nueva especie y esto era lo que buscaba Rashak, su heredero para conformar el gran Trial, el poder universal, pero ella...

─ ¿Deseaba continuar sin aparearse, mientras el demonio copula? ─ Se preguntó la felina internamente.

Ambos recorrieron sus cuerpos. Rashak, leyó el reto en la mirada de la felina. 

─ ¿Para que me has traído? ─ Gruñó Marey.

─ Para que entres a la cacería de la nueva especie que llegó, los quiero de nuestro lado ─ gruñó Rashak.

─ ¿Por qué no lo haces tú? Eres el rey ─ retó Marey.

─ ¡Porque no quedaría ninguno vivo! ─ gritó Rashak, con sus dagas nuevamente afiladas.

Marey, observó el collar de huesos que colgaba en su cuello y luego las dagas afiladas de sus dedos, tan iguales a ese hueso, pero tan peligrosas como un karambit, de muchos filos y duplicados.

UNIVERSE Of NEW SPECIES (Universo de Nuevas Especies) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora