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SLUGCLUB

Sorprendentemente, Tom y Seraphina no llegaron tarde a la pequeña reunión en la oficina de Slughorn. Sólo había unos pocos estudiantes hablando con Slughorn en la mesa del comedor, y quedaban muchos asientos vacíos.

—Buenas noches.—habló Tom en voz alta con su icónica sonrisa, a lo que Slughorn levantó su copa y se río.

Seraphina hizo una pequeña sonrisa, sabiendo que el maestro de Pociones ya estaba ebrio, como siempre. Entraron a su oficina.

—¡Buenas noches! Deja la puerta abierta, ¿quieres, muchacho? Todavía quedan algunos estudiantes por llegar.—dijo Slughorn y señaló la mesa.—¡Únete a nosotros entonces!.

Tom cerró la puerta después de que entraron y se volvió hacia Seraphina.

—¿Quieres quitarte el abrigo?.—preguntó, siendo el caballero que retrataba al estar rodeado de otras personas. Seraphina se preguntó qué pensaría la gente si vieran la escena que creó en su dormitorio.

Sacudió la cabeza.—No, gracias. Hace bastante frío aquí.—miró alrededor de la oficina y frunció el ceño cuando vio a Leo mirando la pequeña mesa con fotografías de los estudiantes de Slughorn.—Me reuniré contigo en un segundo.—Seraphina le susurró a Tom.

—¿A dónde vas? La cena comenzará pronto.

Ella suspiró.—No voy a ir a ningún lado, sólo hablaré con Leo.

Tom la miró con recelo.—Adelante, es un sangre pura. Tal vez tenga derecho a follarte.—susurró con dureza y ella arqueó las cejas.

—No seas tan infantil, Tom.—la ignoró y se unió a los demás en la mesa. Ella miró su espalda mientras él caminaba, ¿realmente estaba enojado por lo que ella había dicho? Seguramente ella sabía muy bien lo susceptible que era Tom con su sangre, pero no le importaba si no era pura, nunca le importaba. La única razón por la que dijo esas palabras fue porque quería lastimarlo.

A pesar de la evidente tensión entre la pareja, decidió ignorar ese lío y prestarle atención a Leo, quien parecía desconsolado, como siempre. Colocando su cabello detrás de su espalda, caminó hacia el chico rubio, quien aún no había notado su presencia.

—Hola.—dijo, sonriéndole.

Él giró la cabeza para mirarla sorprendido.—¿Seraphina? Hola, ¿Cómo estás?.—Leo logró sonreír un poco, pero la bruja aún podía ver lo destrozado que estaba en realidad.

—Estoy bien. ¿Y tú?.—Miró el marco dorado en sus manos, que contenía una foto de Slughorn rodeado por sus mejores alumnos de hace tres años, Seraphina, Tom, Abraxas, Nott y dos estudiantes de Ravenclaw.

Leo colocó el marco sobre la mesa nuevamente y se encogió de hombros.

—Estoy mejor, supongo. Ha pasado un tiempo desde lo que les pasó a mis padres, pero todavía me duele, ¿sabes?.

—Por supuesto.—respondió ella.—son tus padres y a pesar de lo que hicieron, siempre te preocuparás por ellos, eres un buen hijo.

—¿Te preocupas por tus padres?.—Preguntó Leo, buscando una respuesta honesta.

Seraphina se rascó el dorso de la mano y de repente se quedó sin respuesta. ¿Cuidó ella de sus padres? Nunca fueron buenos con ella, ni siquiera la respetaron. Sin embargo, agradeció lo que le brindaron, una casa grande, buena ropa, comida, material escolar, pero eso fue todo, cosas materiales.

Miró a Leo para verlo esperando su respuesta.—No me importan mucho, al menos no tanto como otras personas.

Leo asintió con la cabeza.—Sí, puedo ver por qué.—hizo una pequeña sonrisa.

KNEEL | TOM RIDDLE ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora