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El 13 de diciembre de 2023, a menos de 24 horas para la gran final de la Liga MX, Diego Lainez se sumerge en un entrenamiento intenso. El sol abrasador en Monterrey no hace más que aumentar la presión que ya siente.

— ¡Vamos, Diego, dale con todo! —grita el entrenador, instándolo a dar lo mejor de sí.

Sebastian Córdova, su fiel compañero de batallas desde las fuerzas básicas del América, observa a Diego con una mezcla de sorpresa y preocupación.

— ¿En serio te manipulaba así? No me chingues, Diego. —Sebastian, con los ojos abiertos como platos, no puede creer lo que acaba de escuchar.

— Sí, wey, era como una maldita maestra manipuladora de emociones. Me tenía atrapado en su juego. —Diego, con una expresión frustrada, revela los entresijos de su relación.

Sebastian, frunciendo el ceño, asimila la información mientras continúan con el entrenamiento.

— O sea, ¿te decía cómo sentirte y qué hacer todo el tiempo? ¿Era tu novia o tu jefa? —Sebastian, incrédulo, pregunta mientras dribla a un compañero en el campo.

— Exacto, cabrón. Cada paso que daba, tenía que consultárselo. Era un puto dictador emocional. —Diego, agitando la cabeza, se esfuerza en mantener el ritmo del entrenamiento.

La revelación sobre la exnovia de Diego deja a Sebastian con la boca abierta mientras procesa la información.

— Y yo que pensaba que tenías una relación perfecta. ¿Cómo chingados no te diste cuenta antes? —Sebastian, con tono de incredulidad, sigue pateando el balón.

— porque es una bruja —Diego, con un suspiro, intenta explicar la complejidad de sus sentimientos.

Mientras el entrenamiento avanza, Diego se da cuenta de que necesita liberar tensiones antes de la gran final.

— ¿Te parece si después del entrenamiento vamos a tomar un cafecito para relajarnos? —propone Diego, buscando un respiro antes del enfrentamiento crucial.

— ¡Por supuesto, hermano! Necesitamos despejar la mente antes de que te vuelvas loco. —Sebastian, con una sonrisa, acepta la propuesta.

La amistad entre Diego y Sebastian se convierte en un refugio en medio de las complicaciones emocionales. Mientras el sol se oculta en Monterrey, los dos amigos se preparan para enfrentar las horas previas a la final, sabiendo que el destino del campeonato pende de un hilo y que Diego necesita liberarse de las cadenas emocionales que lo ataban a su exnovia manipuladora.

☆ ★ ✮ ★ ☆

Diego regresa a casa después de pasar tiempo con Sebastián. Exhausto y hecho pedazos, enfrenta la realidad de su hogar, donde el sermón diario de su papá es una constante que apenas logra ignorar.

— ¡Diego, mijo, siempre llegas tarde! ¡No sé cómo vas a ser un buen ejemplo si ni siquiera puedes llegar a tiempo a casa! —el padre de Diego, con tono regañón, inicia su discurso.

Diego, con la mirada perdida y las emociones a flor de piel, apenas escucha las palabras de su padre. Cada reproche, cada queja, se convierte en un eco lejano mientras su mente se debate entre la fatiga física y la carga emocional.

— ¿En qué estás pensando, Diego? ¡Contéstame! —el tono de su padre se vuelve más agudo, exigiendo una respuesta.

— No sé, papá. Estoy cansado, solo quiero descansar. —Diego, con voz apagada, responde, sintiendo el peso de la derrota.

— ¡Cansado, cansado! Si tan cansado estás, ¿por qué no te vas a dormir temprano y dejas de llegar tarde? —el padre, frustrado, continúa con su monólogo.

Diego, en su interior, solo desea escapar de ese ambiente opresivo. Las palabras de su padre, como cuchillos afilados, cortan cualquier atisbo de paz que podría encontrar en su hogar.

— Ya no tengo ganas de pelear, papá. Solo quiero que se acabe todo esto. —Diego, con honestidad en su voz, revela la fatiga que lo consume.

— ¡Qué te acabe qué! ¿Te estás quejando de tu vida? ¿Crees que la mía es fácil? —el padre, sin compasión, sigue arremetiendo.

Diego, sintiéndose atrapado en un ciclo sin fin, desearía poder desaparecer en ese momento. La presión familiar, el estrés del fútbol y las complicaciones emocionales forman un cóctel tóxico en su mente.

— No me quejo de mi vida, solo estoy diciendo que estoy agotado. —Diego, con un suspiro, trata de explicarse sin éxito.

La conversación con su padre se convierte en un torbellino de palabras que Diego escucha pero no procesa completamente. Cada crítica, cada expresión de decepción, se mezcla en un murmullo incomprensible.

— ¿Por qué no puedes ser como tu hermano? ¡El sí tiene la cabeza en su lugar! —el padre, cambiando de tema, ahora arremete contra la hermana de Diego.

— Dejalo fuera de esto, papá. —Diego, con un dejo de frustración, intenta poner un límite.

Pero su padre continúa con su sermón, insensible a la situación emocional de su hijo. Diego, en silencio, se repliega en sí mismo, deseando encontrar algún respiro en medio de la tormenta que es su vida.

— Tú nunca entiendes nada, Diego. Eres un caprichoso. —el padre, concluyendo su discurso, deja a Diego sumido en un silencio incómodo.

Diego, con la cabeza gacha y el corazón agobiado, se retira a su habitación. La carga emocional lo acompaña incluso en la soledad de su cuarto, y la oscura nube de la desesperación lo envuelve mientras enfrenta las horas previas a la gran final. La fatiga física y emocional se entrelazan, creando un peso que amenaza con aplastarlo.

— ¡Diego, no puedes seguir así, necesitas poner más de tu parte! —el papá de Diego, con tono autoritario, comienza su sermón rutinario.

Diego, con los ojos vidriosos y la paciencia agotada, escucha las palabras que se repiten como un disco rayado.

— ¿Te das cuenta de la responsabilidad que llevas? ¡Eres la cara de la familia, chico! —continúa su papá, sin dar tregua.

— Sí, sí, ya lo sé. Soy el hijo ejemplar, ¿qué más? —Diego, con sarcasmo, responde, apenas conteniendo la frustración.

— ¡No es suficiente, necesitas esforzarte más! —insiste su papá, sin percatarse del agotamiento de su hijo.

Diego, sintiéndose atrapado en un ciclo interminable, solo desea escapar de la presión constante.

— Ya entendí, papá. Si no gano la final, soy un fracasado, ¿verdad? —Diego, con amargura, suelta las palabras que ha reprimido por mucho tiempo.

— No se trata solo de eso, Diego. Se trata de dar lo mejor de ti en todo lo que haces. —su papá, sin ceder en su posición, refuerza su mensaje.

Diego, sin fuerzas para discutir más, asiente con resignación.

— Sí, claro, dar lo mejor de mí. Lo he escuchado mil veces, desde los 5 años. —Diego, con voz cansada, se aleja hacia su habitación.

Mientras cierra la puerta, la tensión en el aire persiste. La batalla interna de Diego, entre las expectativas de su familia y sus propios deseos, lo agobia. Se deja caer en la cama, deseando que las cosas fueran diferentes.






















Hoy la cuenta está de luto porque W*ttp*d me elimino "CCH Sur" 💔 intentaré que de alguna manera la restauren o si no pues intentar escribirla otra vez, creo que aún tengo los borradores, y si no pues ya fue :(
mientras se vienen más fanfic y ya:(

𝐌𝐀𝐒𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐃 - ᴅɪᴇᴠɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora