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El 11 de diciembre de 2023, el sol brillaba en la Ciudad de México mientras el América se preparaba para la gran final de la Liga MX. En el campo de entrenamiento, Kevin, Igor, y Miguel se sumergían en la rutina diaria, aunque algo en el aire indicaba que este día sería diferente.

— ¡Vamos, denle con todo! —grita el entrenador, tratando de infundir energía en el equipo.

Kevin, enfocado en cada movimiento, sentía la presión que se acumulaba con la cercanía de la final. Mientras se esforzaba en el entrenamiento, Igor y Miguel, a lo lejos, compartían miradas cómplices, dando inicio a su operación secreta.

— Mira a Kevin, parece que se va a comer el campo. —comenta Miguel, observando a su compañero de la Triiisecta.

— Tiene que estar al 100% para la final. Pero mientras él se parte la madre en el campo, nosotros nos encargamos de la parte importante. —Igor, con su característico acento chileno, responde, mientras su mente trabaja a toda máquina en el plan.

En un rincón del campo, lejos de las miradas indiscretas, Igor y Miguel comienzan a pulir los detalles del plan maestro. Cada gesto, cada palabra, es meticulosamente planeado para que el plan funcione sin problemas.

Mientras los amigos idean su estrategia, Kevin sigue sudando en el campo, ajeno a las conspiraciones que se gestan en su nombre. Los ejercicios se intensifican, y la concentración en el entrenamiento es palpable.

— ¿Qué te parece si en la presentación mencionamos algo sobre el partido? Así conectamos los puntos de forma sutil. —Miguel, siempre pensando en los detalles, propone una adición al plan.

— Buena idea. Necesitamos que todo fluya de manera natural, como si no estuviéramos forzando nada. —Igor asiente, satisfecho con el progreso de la planificación.

Mientras tanto, Kevin empapa su camiseta de sudor, esforzándose al máximo en el entrenamiento. La tensión y la emoción se entrelazan en el campo, anticipando la gran final que se avecina.

— ¡Bien, muchachos, eso es lo que quiero ver! ¡Más intensidad, más garra! —grita el entrenador, motivando al equipo.

Igor y Miguel, después de horas de meticulosa planificación, dan el visto bueno a su estrategia. Se ponen de pie y se mezclan con el resto del equipo, ocultando sus intenciones en la fachada de la normalidad.

— A trabajar, que no queda tiempo. —Igor, con una sonrisa disimulada, se dirige hacia Kevin, listo para seguir con el entrenamiento y guardar el plan en la recámara.

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En el vestuario del América, después de un entrenamiento extenuante, Kevin, Igor y Miguel se sumergen en sus baños de hielo, intentando recuperar fuerzas para la próxima final. Los gemidos de incomodidad y alivio se mezclan en el ambiente mientras los jugadores se sumergen en las heladas aguas.

— ¿Cómo puede ser que algo tan frío sea tan bueno después de tanto sufrimiento en el campo? —pregunta Miguel, con una sonrisa de alivio en el rostro.

— No sé, pero siento que cada segundo aquí es un minuto menos de dolor. —responde Kevin, sumergiéndose un poco más en el baño de hielo.

Entre los suspiros y chistes sobre el frío, Kevin, con su teléfono en mano, decide revisar Instagram. La aplicación se abre y la pantalla se llena de fotos y stories de amigos, fanáticos y otros futbolistas. Pero su atención se centra en un solo nombre: Diego Lainez.

— Maldita sea, ¿por qué no puedo dejar de pensar en él? —se dice a sí mismo Kevin, mientras desliza el dedo por la pantalla en busca de cualquier rastro de Diego.

𝐌𝐀𝐒𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐃 - ᴅɪᴇᴠɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora