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La Triiisecta se reunió en la casa de Kevin en CDMX, aprovechando el descanso. La sala se llenó de risas y energía mientras ideaban su plan maestro para acercar a Diego.

— A ver, muchachos, escuchen bien porque esto es clave. Primero, Igor, tú te acercas a Diego en plan amigos. Hablas de fútbol, de la vida, lo que sea, pero sutilmente le mencionas a Kevin. —Layún, como siempre, intentaba liderar la estrategia.

— Sí, sí, de acuerdo. Le hablo de Kevin, pero sin parecer que estoy haciendo un puto guión. —Igor asiente, tratando de seguir el hilo.

— Exacto. Luego, en el momento preciso, Kevin aparecerá como si fuera algo casual, sin presiones ni dramas. —Layún continúa con la explicación.

— Está bien, está bien. Pero si todo esto sale mal, los mato a ambos. —Kevin lanza una mirada seria, pero sus amigos saben que está jugando.

— ¡Aquí nadie va a morir, hermano! Solo queremos ayudarte a conquistar al amor de tu vida. —Igor intenta calmar las cosas.

Igor comienza a explicar la estrategia, dividiendo las tareas y roles que cada uno jugará en este plan maestro para acercar a Diego a Kevin.

— Igor, tú serás el encargado de hablar con Diego en plan de amigos. Lánzale indirectas, ponlo en el mood. —Miguel se sumerge en su papel de asesor amoroso.

— Y tú, Kevin, simplemente sé tú mismo. No hagas nada raro, solo déjate llevar. —Igor agrega, sabiendo que Kevin es un caso perdido cuando se pone nervioso.

— ¿Y qué pasa si sale mal? ¿Qué tal si Diego se da cuenta de que estamos metidos en esto? —Kevin, con una chispa de preocupación, plantea la pregunta obvia.

— Tranquilo, Kevin. Estamos haciendo esto por tu bien. Además, Diego ni se va a enterar de nuestras artimañas. —Layún intenta tranquilizarlo, pero Kevin no parece del todo convencido.

Mientras sus amigos se robaban descaradamente su comida del refrigerador, él se sumergía en su cuenta secreta de Instagram. Desde la clandestinidad de su cuenta alterna, Kevin se permitía un placer oculto: stalkear las fotos de Diego.

— ¡Hey, hijos de la chingada! ¿Quién se robó mis tacos? —Kevin, interrumpido en su sesión de espionaje, entra a la cocina y encuentra a Igor y Layún disfrutando de su comida.

— ¡Calla hermano, que está salsa es increíble! —Igor intenta cambiar de tema, pero Kevin no está de humor.

— Ni se les ocurra tocar mi comida otra vez. —Kevin amenaza, pero sus amigos simplemente ríen mientras devoran sus tacos.

Una vez que expulsa a sus amigos del paraíso culinario que es su refrigerador, Kevin regresa a su rincón secreto en Instagram. Con la cuenta alterna, se sumerge en el mundo de fotos de Diego. Cada publicación, cada historia, es una ventana a la vida de alguien que Kevin anhela más de lo que debería.

— Mira nada más esa sonrisa. ¿Cómo puede alguien ser tan malditamente guapo? —murmura Kevin consigo mismo, deslizando hacia la derecha para ver más fotos de Diego.

Dentro de su propio universo clandestino, Kevin se permite darle like a cada foto de Diego. Un gesto aparentemente simple, pero que encierra un significado mucho más profundo en el complicado juego del amor no correspondido.

— ¿Por qué carajos no puedo hacer esto con mi cuenta principal? —se pregunta Kevin, sintiendo la absurda necesidad de mantener su admiración en las sombras.

Cada like es un pequeño acto de rebeldía, un atisbo de la conexión que Kevin desea tener con Diego. Y aunque sea a través de una pantalla, esos momentos efímeros de interacción en línea le dan un atisbo de la cercanía que anhela en la vida real.

— Esta foto es genial. ¿Cómo puede ser tan cool sin siquiera intentarlo? —Kevin sigue deslizándose por las fotos, encontrando placer en cada detalle.

En su cuenta secreta, Kevin se permite explorar una faceta diferente de su relación con Diego. Es como tener un asiento en primera fila en el espectáculo de la vida de alguien a quien admira más de lo que se atreve a admitir.

— Tal vez algún día pueda darle like desde mi cuenta principal sin que parezca un puto acosador. —Kevin, con una risa irónica, cierra la aplicación, sabiendo que estos momentos furtivos son lo más cerca que está de la realidad que desea.

Mientras tanto, Igor y Layún, ahora satisfechos con su botín de tacos, planean sus próximos movimientos en la misión "Haz que Diego se enamore de Kevin". La casa de Kevin se convierte en el cuartel general de esta operación de amor, aunque Kevin solo puede pensar en las fotos de Diego que acaba de ver y en lo complicada que se ha vuelto toda esta situación.







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En Monterrey, Diego, se enfrenta a la realidad que su papá, Mauro Alberto Lainez, le impone. La tensión se siente en el aire cuando el padre aborda el tema de la relación con Blanca.

— No puedes terminar con ella, Diego —Mauro Alberto, con su tono autoritario, lanza la pregunta, como si la respuesta ya estuviera escrita.

— Papá, ya no puedo con esto. No la soporto, no la amo. ¿Por qué demonios tenemos que irnos a España a pasar la Navidad con su familia? —Diego, visiblemente frustrado, intenta expresar su descontento.

— Porque es lo que se espera de ti, Diego. Tienes una imagen que mantener, y la familia de Blanca es importante para nuestros negocios. —Mauro Alberto responde con frialdad, como si la felicidad de su hijo fuera algo secundario.

— ¿En serio, papá? ¿Vamos a seguir con esta farsa? ¿Solo para mantener una imagen que a ti te conviene? —Diego, con una mezcla de incredulidad y rabia, enfrenta a su padre.

Mauro Alberto, con una mirada de desaprobación, se acerca a Diego. La sombra de autoridad de su padre siempre ha pesado sobre él, y la idea de enfrentarse a él le provoca un miedo visceral.

— Escucha, Diego, no puedes arruinar esto. Tienes un futuro, una carrera que cuidar. —Mauro Alberto le advierte, intentando inculcarle la importancia de sus responsabilidades.

— No me importa el puto futuro si tengo que sacrificar mi felicidad por eso. —Diego, desafiante, siente que su paciencia está llegando al límite.

El miedo a su padre, esa presión constante de vivir bajo sus expectativas, se cierne sobre Diego. Es como si estuviera atrapado en una red que su propio progenitor tejió para él.

— No puedes, Diego. No quiero discutir más. Termina la temporada, cumple con tus compromisos y después hablamos. —Mauro Alberto da por terminada la conversación, dejando a Diego con una sensación de impotencia.

Después de la conversación con su padre, Diego se siente atrapado en un callejón sin salida. La presión de cumplir con las expectativas de Mauro Alberto lo agobia, y el miedo a enfrentarse a él le paraliza.

— Maldita sea, ¿por qué le tengo tanto miedo? —se pregunta Diego consigo mismo, sintiendo la necesidad de liberarse de las cadenas que su padre ha impuesto sobre él.

La idea de pasar la Navidad en España con Blanca y su familia es como una losa sobre sus hombros. Diego, a pesar de su deseo de cambiar el rumbo de su vida, se siente acorralado por las expectativas de su padre.

— Al diablo con todo esto.  —murmura Diego mientras camina por su casa, sintiendo la frustración y el miedo como una tormenta en su interior.

La confrontación con su padre ha dejado en claro que cambiar su destino no será fácil. La batalla interna entre sus propios deseos y las expectativas impuestas por Mauro Alberto lo consume, y la idea de rebelarse le genera un temor que lo paraliza.

𝐌𝐀𝐒𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐃 - ᴅɪᴇᴠɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora