El equipo subía el avión con pesadez nadie hablaba ni comentaba algo relacionado al partido, Diego subió al último y se sentó al lado de Marcelo quien estaba con sus audífonos puestos y ladeando dormido, el tabasqueño se acomodó para poder descansar un poco, su cuerpo dolía, sus ojos estaban algo rojos e hinchados por el llanto que tuvo anteriormente en el vestidor y sus hombros dolían horrible, quería dormir pero su mente aún estaba llena de pensamientos que lo hacían mantenerse activo aunque no lo quisiera.
Por fin aterrizaron en Monterrey y subieron al camión que nos llevaría cada uno a sus respectivas casas, Diego no quería que eso pasara porque regresara a casa significaría tener que darle la cara a su padre y no quería decirle que tenías razón, no quería decirle a Mauro que tenía razón en decirle que era un pobre fracasado, tenía miedo de lo que su padre fuera capaz de hacer después del partido.
Y cuando finalmente llegaron a la casa de los Lainez Leyva, sintió un nudo en el estómago y su cuerpo comenzó a temblar, abrió la puerta y ahí estaba su padre...
- Hola pá...- dijo bajito Diego, estando frente a la figura autoritaria de su padre le causaba temor.
- ¿Hola? ¿Es lo único que tienes que decir? ¿Hola? En qué quedamos Diego. - dijo.
- Papá yo....
—Te dije que si no ganabas, eras un fracasado. Y mira, perdiste. ¿Qué demonios te pasa? ¿No entiendes que todo depende de ti — interrumpió.
—Lo sé, papá. Lo intenté, de verdad...
Mauro golpeó la mesa, Diego se sobresalto por el repentino ruido y cerro los ojos.
—¡Intentarlo no es suficiente, Diego! ¡Necesitas ganar! ¡Siempre ganar! ¿Qué parte de eso no entiendes?
Diego siente las lágrimas acumulándose nuevamente, pero intenta mantenerse firme.
—No soy un fracasado, papá. Hice lo mejor que pude. — dijo con la voz quebrada.
—¿Tu mejor? ¿Eso es lo que llamas tu mejor? Entonces tu mejor no es suficiente. Y nunca lo será si sigues así.
Diego cierra los ojos, tratando de contener su frustración y dolor. Su padre siempre ha sido duro con él, pero esta vez se siente más personal.
—¿Y ahora qué vas a hacer? ¿Llorar como una niñita? ¿O vas a hacer algo para cambiarlo?
Diego sintió como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros. Quería gritar, llorar, correr lejos, pero sabía que nada de eso cambiaría la situación.
— Haré lo que pueda para mejorar, papá. Pero no puedo cambiar lo que ya pasó.
Mauro lo miró con desprecio, como si estuviera viendo a alguien que no reconocía.
— En unos días iremos a España para la Navidad con la familia Mauri. Los padres de Blanca nos esperan. Cenaremos con ellos y fingirás ser feliz. Nada de que no — sentenció Mauro.
Diego sintió que su mundo se derrumbaba aún más. Ya había terminado con Blanca, y la idea de fingir felicidad en una situación tan incómoda le hacía querer desaparecer.
— Pero papá, ya no estoy con Blanca. No tiene sentido ir...
— ¡No me importa! Irás, cenarás y fingirás ser feliz. Haremos lo que es necesario para mantener las apariencias. ¿Entendido?
Diego asintió lentamente, sin fuerzas para discutir más. Su mente estaba nublada por el dolor y la desesperación.
— Sí, papá. Entendido.
Diego se fue a su habitación y ahí se desplomó en su cama, las lágrimas finalmente liberándose. Se sentía atrapado, sin salida. El peso de las expectativas de su padre era abrumador. Miró al techo, preguntándose cómo había llegado a este punto.
ESTÁS LEYENDO
𝐌𝐀𝐒𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐃 - ᴅɪᴇᴠɪɴ
FanfictionEn la víspera de la final de la Liga MX entre el Club América y Tigres, Kevin Álvarez, un destacado futbolista de las Águilas, se enfrenta al dilema de expresar sus sentimientos hacia Diego Lainez, jugador de los Tigres, del cual está secretamente e...