30: Un Robo y Novio de Flor

49 3 0
                                    

Maxwell

Luego del malentendido con la periodista, llamé a Lucinda para que viniera al castillo y saber exactamente qué está pasando.

—¿Qué le dijiste a la prensa?

Pregunto tenso y mirándola fijamente.

Ella pone sus manos en su cintura para demostrarme que no tiene miedo a mi reacción de lo que pudiera llegar a decir.

—La verdad. Yo seré la reina y por ende, tu novia. 

—¿Qué te hace pensar eso? Que yo recuerde nunca acepté o confirmé algo.

—Si no lo necesitarás, Phillipe nunca me hubiera traído para presentarme.

—Dijo "opción de prometida" por si no escuchaste bien ese día, eso no dice que seas nuestra única opción.

Lucinda abre la boca indignada.

—Sabes que te conviene más a ti que a mí, yo solo te haría un favor.

—¿Un favor? Estar comprometido contigo solo sería un infierno para mí. 

Expreso sin ninguna credibilidad.

—Lo que digas, pero si no te presentas con una mujer pronto, mucha gente dejará de confiar en ti.

—¿Crees que alguna vez esta gente ha confiado en mí? Entonces estás muy equivocada, yo soy el menor de mis hermanos y por ende el más "inmaduro" que nunca podría dirigir un reino, menos cuidar o proteger una ciudad entera.

Se queda callada.

—Mira, no espero que lo entiendas. Solo que dejes de informar cosas que no son a la prensa. Eso solo logra dañar mi reputación porque salgo a decir que todo es mentira después.

Lucinda asiente.

—Está bien. 

Suspira antes de salir por la puerta de mi oficina.

Pongo los codos encima del escritorio y entrelazo mis manos, intentando tranquilizarme.

Logro escuchar que tocan la puerta.

—Pase. 

Enseguida aparece el abuelo en mi campo de visión.

—No necesito sermones de lo que es mejor para mi reputación como rey porque créeme, ya lo sé.

Él niega con la cabeza.

—No es eso, es para que vengas a la sala. Flor trajo a Miguel para presentarlo.

<<Por fin lo trajo>>

<<Ya estaba pensando que ese novio que decía tener desde antes que muriera papá era imaginario>>

—Ya voy.

Hace ademán de retirarse pero se detiene y vuelve.

—Y... Max. Haz lo que creas mejor, pero tienes que saber que lo que tú quieres también importa. No quiero verte malhumorado estando con una mujer que no quieres solo por una responsabilidad que tu padre te puso antes de morir. Eso lo decides tú, no él.

Asiento.

—Gracias.

—No hay de qué. Estoy pensando en poner un puesto de consejos.

Se me escapa una carcajada.

—Ay abuelo, tu y tus cosas.

—¿Qué? Se llamaría "Consejos de un viejo sabio".

Atracción Prohibida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora