7: Secuestro y subasta

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SABINA

Voy caminando de camino a mi casa. No soportaré otro desplante de Caleb, lo permite una vez pero ya me está consumiendo la ira. Me oculta cosas, lo sé, y lo peor de todo es que no puedo persuadirlo para descubrirlo. Por más te amo que le diga cada mañana, tarde y noche.

Siento el tacto de la lluvia, comenzando a empapar mi ropa junto con mi cabello.

Gritó con todas mis fuerzas, no hay nadie en la calle y solo yo estoy en este duelo de sentimientos. Entre la culpa y humillación.

Me sorprendo cuando un carro se detiene detrás de mí. Espero que no sea la policía, empeoraría aún más el momento. Estoy caminando en el medio de la calle un viernes por la noche, creerían que estoy ebria o algo parecido.

Sigo caminando pero un brazo me sostiene por la cintura alzándome y una mano me tapa la boca al mismo tiempo. Intento gritar pero no lo consigo, forcejeo con todas mis fuerzas. Logrando dar un rodillazo a mi capturador pero no sirve para mucho cuando me desmayo en sus brazos.

Escucho unas voces a lo lejos, pero ninguna se me hace familiar. ¿Qué me pasó?

— Bella ragazza, pedirán mucho por ella.

Logré sentir el tacto de una mano áspera tocar mi mejilla y me sobresaltó. Dos hombres se apresuran a agarrarme por los brazos y el otro enfrente de mí de mayor edad sonríe con arrogancia.

Le escupo en la cara.

—¿Por qué me trajeron aquí? ¿Me violaron? No creo que sean tan cobardes.

—No, con violarte conseguimos solo un placer de corto plazo. Si te vendemos tendremos lo contrario, dinero para tirar por los aires.

Los dos hombres que me sostienes se ríen.

—Dejenme en paz, yo no les hecho nada.

—¿Y eso qué?

Miró fijamente al hombre mayor delante de mí.

—Lo lamentarán algún día.

Él se ríe junto con los demás —¿Escucharon idiotas? Me está amenazando, no creo que sea una puta cualquiera que haya encontrado en la calle. Por su carácter, su familia debe de tener dinero.

—Deja a mi familia fuera de esto. Son pobres y no te darán un centavo.

Él hombre mueve su cabello negro hacia un lado y me recorre con la mirada.

—Vistanla, ya va a empezar la subasta.

—¿Qué? ¿Subasta?

Me sacan la ropa y los zapatos. Soportando mis forcejeos y golpes, los dos hombres de antes están agotados. Me visten con un vestido color bordo junto con unos tacones negros y en un rato llega una mujer.

Quien me maquilla y peina.

—Ella no necesita que planche su cabello ya que es muy lacio.

Lo único que agradezco en esta vida.

Logró escuchar aplausos desde creo que es el camerino, en el cual estamos.

Me lleva del brazo la estilista, me suben a un escenario y las luces se encienden. Miro al público impactada sin saber que hacer, muchos de los hombres allí presentes me miran con morbo y las mujeres con una cara de disgusto.

—¿Cuanto ofrecen por ella?

Anuncia el hombre mayor el cual escupí antes con un micrófono.

—¡5 mil!

Ofrece un pelirrojo de unos cuarenta años.

—¡10 mil!

Ofrece un anciano que se nota que es un pervertido.

—¡20 mil!

Ofrece un castaño alto y delgado, se nota que es un violador.

—¿Alguien que ofrezca más de 20 mil?

—60 mil.

Dirijo la mirada hacia la persona pero no se le ve.

—60 mil a la una, a las dos, a las tres. ¡Vendida!

El hombre se va acercando, y puedo sentir como mis piernas comienzan a temblar de los nervios y mi corazón a palpitar más rápido.

Maxwell.

—¿Maxwell? ¿Cómo sabías?

Él me ignora mientras le da un maletín negro al hombre del microfono.

—Me sorprende verte por aquí, Maxwell.

—Diría que es un gusto verte después de mucho tiempo, pero no soy mentiroso.

Me agarra de la muñeca sacándome de aquel lugar, durante el camino hacia supongo el palacio, no dijimos una palabra. Pero el silencio hablaba más. Él estaba enojado por salir sola con todos los enemigos que poseía la familia Rein.

Cuando el vehículo se estaciona enfrente del palacio, suspiró con frustración al ver a Caleb.

—¡Mi amor! ¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste así?

Fruncí el ceño debido a su cinismo.

—¿Enserio es necesario decírtelo? Sales en medio de la noche y no me dices a dónde ni con quién. ¡Ponete en mi lugar! ¿Qué harías tú?

—Estas enojada.

—¿Eso crees? No, no lo estoy...

El me mira fijamente.

—Solo decepcionada.

—¿Hablemos en privado, si? Aquí no.

—Si claro, es siempre como vos queres, ¿no?

Paso por la entrada dirigiéndome a su habitación, ya estoy harta. Quiero decirle todo lo que pienso y largarme.

Él entra a la habitación y cierra la puerta.

—¿Qué te pasa?

—¿Qué me pasa? Pensé que te encontraría a vos allá para salvarme de ese momento. Pero no, ¿A quien encontré?¡A Max! Porque tú no fuiste capaz.

—¿Capaz de qué? Deja el drama, por favor.

—¿Drama? ¿Es la única palabra que encuentras para describir esta conversación?

—¿Estas molesta porque estuve ocupado y no pude ir por ti, y entonces mandé a mi hermano?

—¡No es solo eso! Es el hecho que no fuiste capaz de darme la atención debida en un momento así, ¿si me violaban o me compraba otro tipo qué?

—Por eso mandé a Max, porque en él confío.

—¿Pero si Max no hubiera llegado a tiempo? Quien debía estar presente eras tú, él fue capaz de poner la cara allá. ¡Siendo que mañana pueden salir miles de periódicos con su cara! "El monarca real en un bar comprando a una chica" ¿Qué pensarán de él?

—Ah, qué pensarán mal de mí entonces.

—Él fue capaz de arriesgarse por mí. Podría haberse negado fácilmente, pero no lo hizo.

—Pensé que lo entenderías..

Paso por su lado y salgo de la habitación.

Veo a Max en el pasillo.

—Llevala a casa.

Ordena al chofer y él asiente.

Pero antes de subirme al vehículo, lo miró fijamente.

—Gracias.

—Espero no volver a verte en otro problema, morena.

Entra al palacio, dejándome pensando.

¿Morena? Si, es mi color de piel. Pero nadie me había llamado de ese modo antes.

Sonrío y subo al vehículo.

Atracción Prohibida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora