Capítulo 2: Coronación

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Al amanecer regreso a mi habitación, con algunos rasguños de ramas de arboles en mi espalda y con la respiración acelerada. Me cambio rápido hasta que tocan a la puerta.

—¡Adelante!

Braian abre la puerta y entra con una cara de pocos amigos.

—¿Cuánto más nos harás esperar? En media hora será tu conoración, Maxwell.

—Lo mejor siempre llega por último. -bromeo.

Mi abuelo niega con la cabeza.

—No tienes remedio, ya anunciamos que la reunión sería a las diez. -me avisa antes de irse.

Ahora el que frunce el seño debido a la frustración soy yo al ver mi erección matutina.

Lo lamento pero te quedarás así, amigo.

Cuando termino de vestirme con mi traje de rey hecho a la medida, salgo y bajo las escaleras del Palacio.

—Hasta que se dignó a aparecer.

Ignoro el comentario de Florencia y paso sin mirarla.

Le robo la tostada con mermelada a Philippe del plato, dirigiendo a mi boca. Ganando una mirada de odio de su parte.

—Buenos días para ti también. -murmuró.

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Suspiro, este es el momento que he estado esperando por años. Desde que padre me llevaba a cazar para enseñarme a defenderme de bestias que intentarán hacerme daño. Ajeno a que en el futuro me convertiría en una.

Desde todas esas noches, donde me hacía estudiar las leyes del reino. Repitiendo una y otra vez en voz alta, en vez de salir a jugar como cualquier niño. Desde que nací me condenan a manejar este reino, todo lo demás no importaba.

La multitud se aleja dejándome el camino libre. Entre ellos puedo ver la cabellera roja de Caleb.

—¡Buongiorno mia gente! hoy estamos aquí para anunciar la coronación del monarca supremo del reino de Roma. -comenzó el discurso Braian con Philippe y Florencia a sus lados.

—Es lamentable la muerte de mi hijo, fue un buen monarca y siempre se dedicó completamente al reino. También quería informarles, que su muerte fue por causas naturales, se encontraba muy enfermo. Digo esto para que no se alarmen pensando que otro reino enemigo lo atacó o algo parecido. Después de haber dicho lo planeado, llamo a mi nieto Maxwell.

Camino hasta llegar a su lado. Me deja espacio entre el microfono para poder hablar.

—Lo único que tengo para decir es que, daré mi vida y todo lo que tenga para proteger a Roma y mejorar sus condiciones de vida.

Mi mirada se pasa entre el público hasta que se para en una persona en concreto.

No puede ser...

Es ella.

La morena de ojos verdes que me encontré en el bosque.

Atracción Prohibida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora