36: Unión de Rein con Walker

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Sabina

Lucina Kennedy era la culpable del ataque en la tienda ayer.

Max pagó por los daños y prejuicios, después de denunciar a Lucinda y se fuera a la cárcel luego que él entregara la grabación de las cámaras de seguridad.

En la que claramente se veía su rostro y su cabello dentro del auto que atropelló la vitrina de vestidos.

<<Ahora nada ni nadie puede arruinar mi día>>

Me cepillo por quinta vez el cabello.

Estoy nerviosa pero emocionada, y mis acciones junto con mis expresiones lo muestran.

—¿Mamá? ¿Qué pasó?

Le pregunto al ver que entra a la habitación con el rostro serio.

—Quería tener una conversación contigo antes.

Me mantengo callada, ya que sé a qué se refiere.

—Lamento que no tengas quien te acompañe en el altar, se supone que él lo haría...

—Mamá, no es tu culpa. Eso sí, me hubiera gustado que me hubieras contado toda la historia.

—Lo sé. Pero creí que no valía la pena contarte sobre tu padre porque solo serviría para que sufrieras.

—Pero yo prefiero sufrir y saber la verdad, a que vivir feliz con una mentira. Y lo sabes.

—Espero que puedas perdonarme, pensé que era lo mejor para ti, solo quería protegerte.

—Lo entiendo. Y ya te perdoné hace rato, no puedo estar enojada contigo.

Las dos sonreímos antes de irnos para la iglesia.

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Maxwell

No termino de creerme que este día ha llegado, nunca me había imaginado en esta situación.

Estaba a unas horas de casarme, y con la mujer más hermosa e inteligente que había conocido en toda mi vida.

No sé si sentirme nervioso o intimidado, pero prefiero ponerme serio para no revelar los sentimientos que me invaden.

Ya me encuentro listo y me miro por última vez en el espejo antes de ser el primero en salir de la habitación.

—Si te soy sincero creí que este día nunca llegaría.

Exclama Phillipe cuando me encuentra en el pasillo.

Sonrío de lado.

—¿Y yo sí? 

Él levanta las cejas.

—No tienes de qué preocuparte, se ve que se quieren porque sino no hubieras enfrentado a tu propio hermano por ella. Solo cuídala, porque mujeres así son difíciles de encontrar.

—¿Así cómo?

Lo miro con interés mientras bajamos las escaleras.

—¿No te has dado cuenta? Ella lo tiene todo, es hermosa, inteligente, cariñosa, es buena persona y tiene objetivos en la vida. Aunque suene normal, hoy en día es muy difícil conocer una mujer que tenga todo eso.

—Te olvidaste de una cosa.

—¿Qué?

—Es jodidamente sexy.

Los dos soltamos una carcajada.

—Ey, ey. Cuenten el chiste para que yo también me ría no sean egoístas.

Los dos miramos a Caleb.

—No podemos, era sobre tu ex. Y sobre todo el respeto.

Responde Phillipe, a lo que Caleb pone los ojos en blanco.

—¡Acérquense para la foto!

Exclama Florencia con alegría.

—Espérenme, que sigo siendo su madre y merezco estar en la foto.

Maeva se levanta del sillón y deja la copa de la cual estaba tomando en la mesa, antes de acercarse y tomarse la foto familiar.

—No se pongan adelante que si no, no me veo. Acuérdense que estoy bajito.

Logramos mis hermanos y yo escuchar la voz rezongona del abuelo, entonces lo dejamos a él y Florencia adelante de nosotros para la foto.

—Bueno salgamos de una vez, que no vaya a ser que la novia llegue antes.

Todos comienzan a salir por la puerta.

Pero yo me quedo y detengo a Caleb para hablar con él.

—Caleb, tenemos que hablar.

Él me mira.

—¿Qué pasó?

—¿Estás bien con todo esto? Sino, no hay problema y cancelamos todo. Ha sido todo muy apresurado y no quiero que te sientes mal o incomodo. Después de todo hace unas semanas ella era tu novia, no la mía.

—Hermano.

Me interrumpe antes de seguir.

—Yo los quiero a los dos, por ende quiero que los dos sean felices y si son felices juntos, yo no tengo por qué entrometerme. Después de todo no fue culpa de nadie, si ella lo hizo es porque no me amaba lo suficiente.

Me le quedo viendo sin saber qué decir.

—No te preocupes por mí y disfruta tu noche.

Asiento y nos damos un abrazo antes de salir del castillo.

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Se ve más hermosa y preciosa, y creí que eso no era posible.

Su sonrisa y su vestido ilumina toda la iglesia.

Va del brazo con Phillipe, quien muy emocionado se ofreció acompañarla ya que él no había podido hacerlo con Florencia en su boda.

Siento como mis manos entrelazadas sudan ligeramente y mis ojos no se apartan de ella.

Cuando ya los dos nos encontramos en el altar, él primero en hablar soy yo.

Decidimos decir nuestros propios votos

—Sabina Walker, te prometo fidelidad, honestidad, apoyo y compañía. Prometo cada día de tu vida enamorarte más y hacerte reír para poder ver tu sonrisa una vez más. Y prometo follarte cuando y donde quieras.

Eso último lo digo en susurro, solo para que ella lo escuche. Lo que logra que sonría.

—Maxwell Rein, prometo amarte, honrarte, valorarte y estar a tu lado en todo momento, en los buenos y en los malos, en la salud y la enfermedad. Y también prometo follar donde y cuando quieras.

Embozo una sonrisa de lado, ya me tiene a sus pies.

Unimos nuestros labios en un beso que se suponía que sería tierno y delicado, pero conmigo no existe eso, entonces comienzo un juego con nuestras lenguas. Logrando un beso apasionado que le roba un jadeo.

—¡Era besarla, no comerle la boca!

Grita Phillipe desde su asiento y todos ríen.

Me acerco a mi esposa y le susurro al oído:

Te voy a follar hasta que no puedas más en la luna de miel.

Atracción Prohibida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora