Cap. 5: Noches de desenfreno, mañanas de ibuprofeno

26 2 0
                                    

Cuando Ava abrió los ojos descubrió que había amanecido sola. Archer y ella se habían dormido tumbados el uno junto al otro en el sofá, ella envuelta en su abrazo, pero el chico se había levantado en algún punto borroso de la noche cuando, tal y como esperaba, Ava se había quedado dormida. Lo único que recordaba la chica era el calor que Archer había dejado en su piel desvaneciéndose, o podría haber sido solo un sueño.

Layla, por el contrario, se había quedado dormida junto a Rose, hombro con hombro, y sin embargo había amanecido con el brazo de ésta alrededor de su cintura.

-Buenos días- susurró Rose en su oído, aún medio dormida, cuando se percató de que la brillante luz que inundaba la habitación a través de los enormes ventanales también le había despertado.

-Buenos días- respondió Layla.

-¿Qué tal has dormido? ¿Has podido descansar algo?

Decir que sí habría sido muy generoso, pero Layla se encontraba de buen humor.

-La verdad es que sí.

Rose sonrió, soltando aire por la nariz.

-Me alegro- y se acurrucó aún más junto a ella, pegando su cintura con la de la morena- Estás muy calentita, qué gusto.

Ese comentario hizo que la temperatura corporal de Layla subiese todavía más.

-Tengo la sensación de que sobro- dijo de repente Amelia, desde el lado opuesto de la cama.

Y no era la única, Morgan se sentía exactamente igual. Lo primero que había visto al despertar era la gloriosa visión de Rose completamente dormida a su lado. Los rayos de sol acariciaban su melena, podía ver con todo detalle como la raíz de su pelo castaño se convertía en un mar de oro. Se imaginó qué aspecto tendría con su color de pelo natural, seguro que estaba guapísima igualmente. Entonces se percató de la posición de su cuerpo, la forma en la que se complementaba con el de Layla, cómo descansaba su brazo sobre el torso de ella y se llevó un chasco de realidad. Por mucho que deseara lo contrario Morgan no creía que Rose y ella fuesen a tener nunca una relación como la que tenía con Layla. Las dos habían conectado a la perfección desde el primer día, ambas eran increíblemente guapas, y lo más importante, Layla era hetero. Puede que por eso Rose se sintiese con libertad suficiente para mostrarse tan cercana y cariñosa con ella, porque sus gestos no podrían ser malinterpretados. Sin embargo, Morgan era lesbiana, lo cual también hacía que su propio comportamiento hacia ella, como era lógico, cambiase. Quizás ella tenía parte de responsabilidad en que la relación entre ellas se hubiese estancado en un punto tan seco, porque ella era la primera en no verla tan solo como una amiga, como a cualquier otro chico u otra chica que no le gustase. Cuando se trataba de Rose se ponía tan nerviosa que no sabía ni qué decir, quería causarle la mejor impresión posible, que se fijase en ella... y precisamente por eso nunca se atrevía a hacer nada, por miedo a meter la pata. De tener ocasión de convivir con ella en la academia, de compartir la experiencia que el programa les ofrecía, esperaba poder cambiar eso. Además, por celosa que estuviese da Layla si precisamente esa forma de estar con ella era debido a que eran amigas y nada más puede que aún tuviese una oportunidad de descubrir cómo era Rose en las distancias cercanas de verdad.

Entonces sintió un brazo que la sujetaba por detrás y un beso en la nuca.

-Buenos días- dijo Amelia de forma cariñosa, Morgan sabía que lo hacía para que no se sintiera desplazada y valoró mucho el gesto.

-No seáis bobas- dijo Rose incorporándose y dándoles un beso en la mejilla a Amelia y Morgan, que trató de sepultar su cara entre su pelo para que no se notase que se había puesto colorada. Esperaba que pareciese un efecto de la luz reflejándose en él.

DOLLHOUSE: THE NEXT SUPERSTARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora