-Cariño, ya estoy en casa-canturreó Mara con voz de felicidad.
Acababa de terminar su turno en la peluquería y se suponía que Brendan ya estaría en casa. Pero por lo visto se había equivocado, porque solo el silencio respondió a su alegre saludo. Con un suspiro se dirigió a la única habitación que había en el pequeño apartamento para desnudarse, quitarse el disfraz que estaba obligada a llevar a la calle, doblar la ropa sobre una silla y meterse a la ducha. Una vez allí, entonó una de sus canciones favoritas.
EL optimismo la inundó al darse cuenta de que, por fin, tenía una vida normal al lado de un hombre al que quería y que la quería a ella por igual. Se habían acabado los maltratos, el sexo no consentido y la cosificación la que la sometía Donovan McRei porque, aunque le debía el haberla sacado de la calle y ese dato fuera algo que aún le costaba obviar, se alegraba de no tener que volver a verle nunca más.
Cuando se estaba aclarando el pelo, escuchó un ruido similar al sonido de una silla al caer al piso. Sobresaltada, cerró el grifo y, en vez de llamar a Brendan como una loca, decidió que era mejor llegar hasta el salón en silencio. Así que se puso una toalla alrededor del cuerpo, cogió un bote de espuma para el pelo y un cepillo grande porque fue lo más duro que encontró y salió sin hacer ruido con todos los sentidos encendidos. El pelo le caía chorreando por la espalda, pero eso era lo que menos le importaba en este momento. El pasillo estaba desierto, y desde allí podía ver la silla del comedor que se había caído al suelo y había hecho ruido.
La cuestión era quién había tirado la silla. Llegó al comedor y lo único que encontró fue la puerta del balcón abierta, con la cortina ondeando por fuera en la noche y un frío de mil demonios. En ese momento se abrió la puerta de la entrada y Mara, sobresaltada, pegó un grito y lanzó el cepillo hacia la puerta.
-¡Auch!-gritó una voz conocida. Encendió la luz y vio que era Brendan.
-¡Oh, Dios! ¡Menos mal que eres tú!
-Sí, menos mal que soy yo-dijo él tocándose la cabeza, donde le había dado el cepillo que Mara había lanzado-, llega a ser otra persona y lo que lanzas es un cuchillo por lo menos.
-Cariño, lo siento, es que pensé que eras otra persona y me asusté.
-Joder, ni que hubieras visto a Donovan.
Brendan cerró la puerta, dejó su chaqueta en el perchero y fue hasta la cocina para coger guisantes congelados y ponérselos en la cabeza. Mara cerró la puerta del balcón y fue a reunirse con su novio con cara de arrepentimiento.
-Cariño, de verdad que no quería darte. Es que me estaba duchando y encontré un ruido de repente, fue la silla del comedor que se cayó y yo... Joder, no sé por qué pensé que había alguien en casa y me asusté. Además, la puerta del balcón estaba abierta y pues... Más me asusté, siento haberte tirado el cepillo.
-Cariño, nadie va a entrar a un décimo piso por el balcón. ¿Qué esperabas? ¿A Spiderman?
-No te burles de mi-dijo ella sacándole la lengua.
Cogió una toalla del baño y volvió a la cocina para seguir hablando con Brendan mientras se secaba el pelo.
-No sé Brendan, siento que todo ha sido muy fácil, que después de tanta mierda no puede ser posible que estemos tan bien y que hayamos escapado de tu padre. Yo...
-Te he dicho muchas veces que yo a él no lo considero mi padre. Sé que lo es, pero no estuvo conmigo cuando crecí, y a ti te trató como una mierda. Y ya ha desaparecido de nuestras vidas, así que no tienes de qué preocuparte. Nos hemos venido a vivir a Noruega, la culo del mundo, precisamente para que no nos encuentren. Y creo que lo hemos hecho muy bien.
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Caprichoso destino
RomanceRoxanne McEwen había planificado toda su vida desde el principio hasta el final, únicamente quería ser diferente al resto de su familia e ir a la universidad, quería llegar a ser una gran médico para poder ayudar a la gente, pero sus planes se esfum...