Capítulo 5. Llegando a conocerte

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A los dos días que siguieron al beso, Roxanne se dio cuenta de que Uve intentaba evitarla lo más posible. Ya no venía a traerle la comida o a acompañarla a ducharse, ahora eso lo hacía la chica rubia de las veces anteriores, con la cual había empezado a entablar una extraña amistad, que iba progresando, puesto que le dijo que su nombre era Mara. Pero hoy, la visita que recibió fue la de un desconocido. Ella sabía que los que estaban metidos en el tajo no eran sólo Uve, Donovan y la rubia, pero aún no había visto a nadie a parte de a estos tres.

-¿Eres nuevo?-preguntó.

-No, llevo aquí mucho tiempo,  ahora vas a comer calladita. Me duele la cabeza-dijo de forma brusca.

-No tienes que portarte así conmigo, yo no te he hecho nada para que me trates así, es la primera vez que te veo, bueno, si verte significa ver esa máscara tan tétrica y estúpida.

-Come y calla-le espetó de cerca.

Le dejó la comida en la mesa y él se sentó en una silla apartada. En ese momento, se escuchó un estruendo cerca de donde ella se encontraba. Lo siguiente fue un grito de mujer. El tipo del pelo largo se levantó de la silla, salió de la habitación y cerró con llave la puerta.

Roxanne se acercó a la pared y pegó la oreja para ver si podía escuchar algo. Se escuchaban voces lejanas, pero ella tenía muy buen oído, así que lo afinó para poder escuchar mejor.

-¿Qué coño crees que estás haciendo?-era la voz del melenitas. Se escuchó un forcejeo y otro grito y después silencio.

Roxanne abrió los ojos como platos al percatarse de que no era la única secuestrada por Donovan. Tenía que averiguar quién era la mujer del cuarto de al lado. Volvió corriendo a la cama y comió a prisa. Se estaba acabando el plato cuando el melenas entró de nuevo a la habitación.

Quitó con furia la bandeja de las piernas de Roxanne y se fue de la misma forma que vino.

-Que tío más imbécil-bufó.

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Momentos antes Alexandra, en la habitación de al lado, y aprovechando que el estúpido del melenitas la había dejado desatada, corrió a intentar abrir la puerta, pero en vista de que no lo consiguió su enfado aumentó salvajemente. Dio vueltas por toda la habitación buscando una manera de escapar, pero no encontraba nada. La desesperación la llevó a tirar hacia la puerta la lámpara de la mesa de noche, a pesar de que eso no serviría de nada. Gritó, presa de la ira, y no tardó en volver a recibir al insufrible tipo de pelo largo y mascarita blanca. Gritándole, y antes de que ella pudiera responderle, la amordazó, le ató las manos y la tiró en la cama con enfado.

Minutos más tarde volvió a entrar. En la posición de su cuerpo se notaba lo tenso que estaba. Se acercó rápidamente a ella y la incorporó. Le quitó la mordaza y ella le escupió en la máscara.

-Gilipollas. Estoy harta de estar encerrada. Y si para largarme tengo que matarme yo misma entonces lo haré. ¡Idiota!-siseó muy cabreada.

Caprichoso destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora