Capítulo 2. Preguntas

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Muchas gracias por leer! Espero que os esté gustando, aunque como está empezando la historia los capítulos no son muy interesantes, pero ya irá cobrando forma. ¡Besitos!

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En otro lugar, otra chica también despertaba de su trance, y al observar la sombría habitación en la que se encontraba, Alexandra recordó cómo, al llegar hasta el coche, Román quiso fumarse un cigarro y se alejó unos metros, después sintió unas manos agarrarla fuertemente por los brazos para que no se moviese, un pañuelo en su cara y después perdió el conocimiento.

Tenía claro que estaba secuestrada, pero no sabía el por qué la habían raptado. Que ella supiera, no tenía enemigos por ningún lado. Sin embargo, podía adivinar por dónde iban los tiros. Resultaba ser que sus padres eran empresarios y tenían una cadena de tiendas de ropa que se repartía por toda américa, tanto del norte como del sur. El negocio de la moda era algo muy glamuroso, pero sobre todo, con bastantes envidias y enemigos regados por el mundo.

Hacía tres años que había decidido estudiar psicología en Canadá, y sus padres no se opusieron en absoluto a ello. Luego de unas pocas semanas allí, en un viaje de sus padres para visitarla, conoció a Roxanne, y al hacer tan buenas migas se fueron a vivir juntas.

Alex intentó soltarse las cuerdas que le amarraban las manos, pero lo único que pudo hacer fue trasladar sus manos de su espalda hacia delante de su cuerpo pasándolas por debajo de las piernas. Menos mal que de pequeña estuvo en gimnasia rítmica y aun practicaba algo por su cuenta para no perder la elasticidad. Con las manos atadas se quitó la mordaza que tenía en la boca y que ya le empezaba a incomodar.

Intentó levantarse, pero se quedó petrificada en su sitio cuando una puerta se abrió y por ella entró un hombre. Era bastante alto, rondaría el metro noventa. Iba vestido con ropa oscura: pantalones ajustados y camiseta holgada de mangas largas. Sus hombros eran anchos,  sus caderas estrechas, y tenía una entrepierna bastante interesante. Su pelo era una media melena hasta los hombros,  lisa y curvada en las puntas, y que lucía suelta y salvaje. Sin embargo, su rostro estaba tapado por una de esas máscaras blancas inexpresivas.

Alexandra se dijo que si se encontrase en otras circunstancias, le gustaría disfrutar de ese cuerpazo, pero dado que ese tipo enmascarado sería seguramente cómplice de su secuestro, decidió odiarlo instantáneamente.

-¿Qué quieren de mí?-preguntó la mujer, mirándolo desafiante.

Él se paró a observarla desde lo alto; ella estaba sentada en un camastro y le miraba con furia en sus ojos color miel. Bajo la máscara sonrió, ella era tal y como le habían dicho en cuanto a carácter, pero nunca pensó que sería tan guapa y tendría un cuerpo como aquel. Mentalmente se regañó, no debía estar pensando en cuan guapa era aquella chica. Ella era algo que no quería ni podía permitirse. No era para él.

-¿Me estás escuchando, imbécil?-exclamó alzando la voz y sobresaltándolo.

-¿Podrías hablar más bajo?-le dijo este. Ella no se esperaba una voz como aquella, tan ronca y excitante. ¡Oh por Dios, qué diantres estaba pensando!

-¡No me da la gana bajar la voz! ¿Me secuestras y pretendes que te obedezca? ¡La llevas clara!

Caprichoso destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora