-Más vale que sea algo importante eso que has descubierto del caso de las amigas desaparecidas porque, si no es así, no voy a volver a quedar contigo para cenar-le dijo Mahy a Weys al llegar a la comisaría.
-Oh créeme, es algo importante de lo que no nos habíamos dado cuenta antes.- Gabriel el enseñó el vídeo-, aquí ¿lo ves? Este coche es algo sospechoso, y los dos hombres altos que salen de él aun lo son más. He buscado a quién pertenecía el coche por la matrícula y me ha salido error, así que la matrícula es falsa. Ese es el coche en el que se las llevaron.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?-preguntó Mahy interesada-, si no se las ve entrando al todoterreno ni nada.
-¿Te hacen falta más pruebas que dos tipos vestidos de negro de los pies a la cabeza y un coche con matrícula falsa? Vamos Smith, te creía más positiva.
-Está bien pero ¿qué hacemos ahora?-dijo ella soltando un bostezo que distorsionó la última palabra.
-Por lo pronto ir a dormir, que por lo que parece, estás muy cansada.
-Digamos que sí-respondió con una pícara sonrisa.
-Mañana nos dedicaremos a buscar todos los coches de ese modelo que haya en Toronto.
A Gabriel no le pasó desapercibida el tipo de sonrisa que Mahy tenía.
-Dime Smith… ¿estabas muy ocupada cuando he llamado?
-No demasiado-respondió ella quitándole importancia al asunto, pero es que a Gabriel sí que le importaba.
Sin embargo, decidió no insistir más e irse a su apartamento a dormir, había sido un día muy largo.
:::
Donovan había llegado a su destino: una gran mansión de estilo victoriano muy cerca de Montréal. Las hojas secas caídas de los árboles llenaban el suelo y crujían a su paso cuando se acercó a la verja de hierro negro y tocó el timbre. Inmediatamente le dejaron pasar. En la puerta principal había un hombre moreno, muy alto y con cara de malas pulgas que le dejó acceder al oscuro y elegante recibidor: una estancia con las paredes de mármol negras y el suelo del mismo material en gris, que tenía encima una mesa rectangular decorada con diversas figuras de porcelana preciosas y, en el centro, una combinación de rosas rojas y peonías que combinaba con la gigantesca alfombra roja que cubría la amplia escalera que tenía detrás.
-¿Desea ver ya a Lady Uriel?-preguntó el hombre que le recibió. Donovan asintió –espere sentado en la sala-señaló la entrada en arco cerrada por una puerta de cristal translúcido que había a la derecha del recibidor-, yo iré a buscar a mi señora.- El gran tipo se perdió por la majestuosa escalera.
Minutos más tarde, Donovan vio cómo una hermosa mujer de cabello rubio por los hombros y ojos azul grisáceo de más de treinta y cinco años entraba a la estancia, vestida con un sobrio traje blanco de falda y chaqueta que parecía haber sido diseñado a medida para ella; y de eso a Donovan no le cabía la menor duda.
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Caprichoso destino
RomanceRoxanne McEwen había planificado toda su vida desde el principio hasta el final, únicamente quería ser diferente al resto de su familia e ir a la universidad, quería llegar a ser una gran médico para poder ayudar a la gente, pero sus planes se esfum...