Capítulo 68: Almorzar juntos

11 0 0
                                    

Realmente agradezco estar sentada o caería al suelo porque mis piernas están fallando por lo que ha dicho. Pero, por lo que ha dicho me estoy ahogando con mi propia saliva y por ello, comienzo a toser.

— ¿Estas bien, Paulina? No te ahogues, cariño. Nos falta casarnos, ser padres, abuelos y morir de vejez — dice Pablo con preocupación, mientras acaricia mi espalda con palmadas leves.

Corrección, él no va cien metros por delante de mí. Él ya terminó la carrera y yo ni siquiera he empezado.

— Sigue diciendo cosas como esas y vas a matarme — murmuro mientras recupero el aliento.

— ¿Te emociona mucho pensar en ello? ¿Tanto voló tu mente al pensar que tendríamos mini versiones de nosotros corriendo por nuestro hogar? — pregunta Pablo sonriéndome y sé que no está diciendo esto por bromear conmigo. Lo ha dicho porque quiere ello y dudo que pueda dárselo.

— Pablo...

— Seremos eso y más, no necesitas mirarme con lastima y pedirme que me vaya para que alguien más me de ello, porque solo quiero vivirlo contigo, Paulina, mi primer amor y el amor de mi vida. — dice Pablo tomando mi mentón y acercándome a sus labios que me hacen olvidar lo peligroso de sus palabras.

Su beso no es pasional, como los que nos habíamos dado ayer. Este beso estaba cargado de una calma y una muestra de amor tan dulce, que me sorprende que las abejas no lo confundan con miel, pero, no de esa miel que empalaga, si no, de esa que te cura.

De esa que cuando la pruebas sientes un hormigueo y que cuando tragas, sientes que toda posible gripa que puede estar concentrada en tu garganta, desaparece. En mi caso, las dudas e incluso la frustración se disipan de una forma que no deja rastro.

'¿En qué momento le di tanto poder a un hombre que me generaba malestar incluso tenerlo cerca?' me pregunto mentalmente, pero, ni siquiera puedo pensar en una respuesta, porque su beso me transporta a un lugar donde no me pertenezco.

Su beso termina y yo respiro agitadamente, mientras siento su mano en mi espalda y su frente pegada a la mía. Estábamos recuperando el aliento de un beso que nos había dado la dosis que no nos era suficiente.

¿Qué era lo que dudaba antes del beso?

— Tengo miedo. No puedo dejarme llevar con esto que aún no le he dado una definición y menos, cuando tenemos tantos peligros constantes.

— ¿No quieres ser madre, Paulina? — pregunta Pablo y yo suspiro profundo.

— Lo que más deseo es tener un hogar normal. Tener mis hijos, mi esposo y un trabajo estable, pero, no puedo intentar ello ahora. No puedo darle una vida de criminales a mis hijos, porque dos personas me quieren asesinar.

>> Aunque veamos este viaje como algo relajante porque ellos aún no saben que estamos aquí, no podemos fingir que el peligro desapareció e intentar formar un hogar. Primero, debemos tener la tranquilidad de que no van a lastimarnos. Saber que todo ha terminado.

— Tienes razón, primero, vamos a solucionar el problema de tu seguridad. Pero, mientras eso pasa, no te cierres en el dolor, porque nos perderíamos de un mundo maravilloso. — dice él extendiendo su mano para que vea la vista.

Desde este lugar, podíamos ver un pueblo a lo lejos y también, casas bastantes lejos de la otra al lado este. No había edificaciones que parecen rascacielos o centros comerciales demasiado grandes, pero, la vista era maravillosa.

Pablo tenía razón, había estado corriendo, intentando alcanzar tantas cosas que se me había olvidado disfrutar de lo que tenía, lo que estaba a mi alrededor deseando que lo observe brillar y ser hermoso aunque tuviera sus propias luchas.

— El césped, debe lidiar con mucha humedad, mucho sol, pisadas constantes e incluso animales que viven entre ellos, pero, eso no les impide crecer. Los árboles, tienen sus luchas.

>> Incluso los materiales con los que construyen sus casas, si sintieran, tendrían que luchar con el viento, lluvia y sol por fuera, mientras siente como caminan dentro de esta e incluso mueven y colocan cosas en su interior.

— Menos mal no sienten. — digo sonriente.

— Cada cosa en el mundo, tiene algo que hacer, porque incluso la gravedad, debe hacer su trabajo para que todo este así. Cada uno de ellos sufriendo o no, tratan de brillar y darnos todo lo que pueden.

>> Intentemos hacer ello. Aunque aún no tengamos eso que tanto deseamos, que es la libertad y paz, disfrutemos de los pequeños momentos donde somos solo tú y yo. Porque si seguimos pensando en lo que va a pasar todo el tiempo sin vivir, ellos habrán ganado.

— Estas maquillando mucho las palabras para decir que quieres follarme — digo y él suspira profundo.

— Y yo que pensé que no te estabas dando cuenta — dice Pablo y yo niego por ello.

— Mejor vamos a comer, tengo hambre. — digo y él me entrega mi comida, mientras bajo la sombra del árbol, vemos un paisaje maravilloso de Nueva Zelanda.

Aunque había dudado mucho en salir con Pablo y aún no he aceptado que seamos novios, siento que hace un tiempo hemos actuado como tal. Porque, desde el momento en que pensé en él cuando José quería llevarme, quiere decir que él es quien me interesa al pensar en él cuando algo anda mal y sentirme cómoda en momentos como este.

— ¿Cuándo vamos a viajar, entonces? — pregunto y Pablo se aleja un poco de mí.

— Mañana mismo si lo deseas. Como todo fue aprobado, podemos irnos mañana de aquí. — responde Pablo y yo muerdo mi labio inferior, para después mirar el paisaje.

— Es triste tener que marcharme de un lugar tan genial como este. — digo y él me sonríe

— Nos vamos a marchar porque queremos seguir explorando lo bello del mundo, mientras somos felices.

— ¿Qué hay de las amenazas?

— José aunque no fue asesinado, si está herido. Pueda que no sea de gravedad, porque sigue paseándose con su supuesto ingreso a la política. Pero, eso no va a causar que aparezca de la nada a molestarnos, porque, ya tengo gente atentos a sus movimientos.

— Él no había sido tan descarado desde el día del hospital, ¿no es así?

— Cuando te tuve en casa con mi familia, solo envió amenazas por escrito, pero, nada más, quizás, estaba lidiando con Ximena. Pero, ahora está solo. No tiene una loca que controlar y eso, nos da la atención completa.

— Eso es un peligro grande y más si realmente es parte de la mafia.

— Eso ya lo he solucionado. Como he dicho muchas veces, el enemigo de mi enemigo, es mi amigo. Así que, si la mafia se involucra, ya sé cómo manejarlo.

— ¿Qué hay de ese loco que amenaza a mi familia real y a mí por ser hija de mis padres?

— Él no es tan descarado, es quien más me preocupa porque si es capaz de cambiar su rostro para acercarse a ti y hacerte daño. Es capaz de todo. Pero, nos haremos cargo de eso, ahora, disfrutemos de nuestra cita, mi no novia. — dice Pablo dándome un poco de papa de su plato.

¿Quién eres? (2da parte de Ella es mi Medicina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora