Capítulo 55: Tácticas molestas

11 0 0
                                    

De inmediato, me detengo al ver como el hombre a mi lado me observa con cierta satisfacción, que me hace pensar que he caído tontamente en su plan. Algo que me hace cerrar los ojos lamentándome.

— Perfecto, nos vemos pronto — dice Pablo levantándose de su asiento y desapareciendo en el interior de la casa con una sonrisa que me preocupa.

— ¿Qué acaba de pasar? — le pregunto a la interprete.

— Como veo las cosas, señora, ha hecho un pacto con el diablo. — dice la interprete.

— Eso pensé y lo peor, es que no hay manera de decirle que he cambiado de opinión. Porque como hombre de negocios, siempre analiza los beneficios y desventajas, antes de aceptar un trato y si alguien quiere cancelarlo, le hace pagar el doble.

>> Y la verdad, no quiero perder dos días de trabajo. Por lo que, debo solo soportar al hombre que sin duda, sería capaz de modelar en ropa interior, solo para que pierda la cordura y acepte sus exigencias.

— No creo que sea capaz de tanto, señora. El señor Evans es una persona seria que es muy respetada por todos aquí. Solo con usted es así de íntimo, pero, no creo que llegue a ese punto. — dice la interprete y yo suspiro profundo.

La traductora tenía razón. Era imposible que el hombre serio y frio con los empleados, se atreva a mostrarse tan revelador delante de ellos solo por ganar una apuesta. Conmigo era demasiado descarado, pero, tenía una imagen que mantener.

— Sí, tienes razón, no creo que él sea capaz de algo así. — digo y en ese momento la puerta de la casa se abre mostrándome a Pablo con una ropa blanca.

Su ropa, no entra en comparación con lo que tiene pensado hacer, ya que, esta con una bermuda corta y camisa sin mangas de color blanca, mientras en su mano tiene una manguera y herramientas de jardinería.

'¿Quién rayos se coloca ropa blanca para practicar la jardinería?' me pregunto mentalmente.

— Algo me dice que esto no va a salir bien. — murmuro.

— ¿Ha dicho algo, señora? — pregunta la traductora y yo niego.

— No, vamos a concentrarnos mejor en trabajar. — digo mientras me concentro en las personas que se han formado en una fila solo para que los atienda.

Deseando concentrarme solo en las personas que hablan conmigo, mi vista me traiciona y comienza a mirar cada cierto tiempo hacia el hombre que está a varios metros lejos de mí, pero, ubicado en un lugar que solo mirando a un lado de la persona frente a mí, puedo verlo completamente.

El sol no ha desaparecido, pero, si no el tiempo no me falla, en una hora se ocultaría, pero, a Pablo no le parece importarle, porque está concentrado en cavar hoyos donde usa la manguera para humedecer estos.

— Es extraño — murmuro al no ver que hace algo con doble sentido o me observa.

— El dolor de cabeza no es un malestar extraño, señora. Menos lo es el dolor de espalda, cuando el señor se encarga de sacar toda la cosecha de su familia sin importar el clima. — dice la interprete y yo la observo aturdida.

— ¿Qué has dicho?

— Señora, necesito que se concentre. La última hora ha estado muy dispersa — dice la mujer y yo suspiro profundo.

La interprete tenía razón, me había descuidado tanto durante la última hora, porque mi mente parece esperar que Pablo haga algo y nada que lo hace. Solo está frente a mí cavando hoyos y ya.

— Esto no era lo que esperaba — murmuro frustrada.

'No entiendo porque te quejas, se supone que debes estar agradecida de que él no te esté complicando la vida. Concéntrate en tu trabajo y deja de pensar demasiado' me regaña mi mente y yo asiento.

— Repite los síntomas mientras le hago el chequeo de rutina — digo levantándome de la silla hacia el paciente que ya me espera en la silla donde los reviso.

La interprete me habla y yo receto unos exámenes y medicamento para calmar su malestar, mientras escucho carcajadas que hacen que mi ojo salte. Deseando no mirar hacia el lugar, solo escucho, pero, la tentación es demasiado grande y por ello, termino mirando a la fuente del ruido.

Pablo, está luchando con una mujer con la manguera. Los dos la sostienen y jalan hacia ellos mientras esta derrama agua creando una pequeña lluvia artificial que solo cae sobre ellos.

En vez de estar discutiendo porque luchan por tener la manguera cada uno, lo que hacen es reírse, mientras se mojan de la lluvia artificial que ellos mismos crearon. Es en ese momento que la ropa blanca de Pablo se torna translucida.

Por eso, puedo ver la única prenda interior con un bulto en medio de su entrepierna y como tanto sus piernas como su torso se tensiona o relaja con cada movimiento, donde sus músculos hacen toda una pasarela donde observo con deleite cada detalle.

Las venas en sus brazos que resaltan sobre sus músculos, se ven demasiado bien aunque solo sostienen una manguera, sus manos grandes y fuertes, se ven aún más por lo delgada que es la manguera y lo peor es que su cabello húmedo que se mueve con cada movimiento, solo es una cortina que lo hace ver sexy, con rasgos rebeldes que me hacen delirar.

Su cuello, se ve completamente, por lo que puedo ver cuan largo, grueso y musculoso es incluso esa parte de su cuerpo y como encima de esta, hay una mandíbula tan perfectamente marcada que dudo que no haya sido creada con tiempo, porque no tiene la más mínima imperfección.

— Por Dios... — susurro sonriendo al hombre que no me observa.

La risa deja de escucharse y la chica que ya deja de luchar, cae sobre el pecho de Pablo que la recibe sorprendido. Las manos de la chica quedan sobre sus bíceps y yo siento como la sangre se me calienta al punto de entrar en ebullición

'¿Qué le pasa a esa mujer?' me pregunto mentalmente al ver como ella lo observa como una tonta enamorada mientras él la mira con preocupación.

— Señora...

'¿No se supone que debería estar convenciéndome de ceder a sus exigencias?' me pregunto mentalmente.

La mujer se acerca lentamente a su rostro al punto que eleva parte de su pie para poder alcanzar la altura de Pablo y yo ya no puedo soportarlo más, por lo que, camino hacia ellos deseosa de experimentar en primera fila el espectáculo romántico que estoy viendo.

La mujer se acerca a besarlo y él esquiva el beso justamente girando su rostro hacia donde yo me encuentro, su vista se centra en mis zapatos y lentamente sube esta para mirarme como cruzada de brazos los observo fijamente.

— ¿Interrumpo algo? — pregunto curiosa mientras veo como la mujer no se aparta un solo segundo de él.

— Y-yo p-puedo...

— Sí, tú, Pablo Evans. Contigo es con quien hablo. — digo con frialdad, al escuchar como tartamudea, pero, no aparta a esa mujer.

¿Quién eres? (2da parte de Ella es mi Medicina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora