Capítulo 25: Tener unos recuerdos

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Narrado en tercera persona

El príncipe quién se mantenía tranquilo tomando su té, lo coloca adecuadamente en la mesa que tenía en frente.

Se levanta y arreglando su traje camina hacia aquellas personas que había invitado y ahora estaban por matarse a golpes.

Por qué algo si era seguro. El enojo que mostraba Pablo Evans no era un juego.

Todos en esa sala estaban confundidos.

Todos a excepción de Charles y el príncipe.

Pero el primero estaba aceptando la violencia hacia su persona, como un castigo que merecía por sus errores. Mientras que el otro lo veía como algo incorrecto y maleducado, pero que era necesario que pasara.

En pocas palabras, Charles lo merecía, ya que había ocultado la verdad.

El primer golpe sin ningún dolor en darlo, fue efectuado por Pablo. Como era de esperarse.

Charles, retrocedió ante tal golpe. Pero no lo evitó. No sabía cómo.

— Detente ahora— dijo el príncipe a sus invitados. Pero como era de esperarse fue ignorado — detente ahora si quieres saber la verdad. Por qué por eso están aquí ¿No?

— Yo solo estoy aquí para proteger a Paulina y golpear a Charles hasta que esté satisfecho. Así que si no te importa no nos interrumpas—respondió Pablo sin dejar de golpear a aquel hombre que aún no se defendía.

El príncipe suspiró profundamente.

Bien sabía que de una u otra forma aquella golpiza que Pablo le estaba propinando a Charles, esté la merecía.

Pero también había que tomar en cuenta que el impulso violento de Pablo no ayudaría a solucionar el problema que tenían entre manos y eso, por mucho que intentará disimular, estaba afectando la vida de Paulina.

— Detente ahora Pablo — gritó su amigo y mano derecha, al momento de entrar al salón.

Pablo no le prestó atención a su amigo. Solo siguió golpeando a aquel chico que ni siquiera se cubría o esquivaba esos golpes.

Fácilmente podría ser asesinado hoy y a él no le causaría reacción alguna.

Bien sabía el príncipe y todos los que conocían su historia que aquel chico, la culpa lo carcomía.

Fred logro quitar de encima a Pablo de aquel hombre. Claro está, con ayuda de otros.

Ya que por muy fuerte que era, su amigo y jefe estaba cegado por la rabia que tenía en esos momentos.

— ¡Suéltame! ¡Hoy tengo que volverlo nada con mis propias manos, solo así podré mirar a Paulina a los ojos! —gritaba enojado.

— Paulina ayúdame a calmarlo— pedía Fred mientras intentaba sacar a Pablo del salón, pero él se oponía fervientemente a ello.

El preferiría morir antes de dejar a Paulina con Charles en una misma habitación.

En el pasado por culpa de su error, Paulina había perdido a sus padres; después de ello, la confío a quien más quería dañarla.

Muchos errores había cometido con ella desde el primer momento que se reencontraron. El haberla tratado como a una cualquiera que tendría sin más; el haber creído que su relato con Patrick era mentira y no haberle creído; el dejar que trabajará en aquel hospital sin protección alguna; el dejar que fuera a aquel viaje tan peligroso... todo eso y lujos errores más ha cometido a tal punto de exponer grandemente la vida de Paulina.

Ahora, más que nunca dejaría que otro error ocurriera.

Duro fue para él reconocer que ella, su primer amor, aún hacía latir su corazón. A él, un hombre que no creía en el amor, le costó abrirse un poco por ella.

A él, que gracias a ella tanto había cambiado ahora no pensaba perderla.

Fred más que nadie lo sabía. Aquel chico observó cómo poco a poco su mejor amigo y jefe cambiaba por ella. Fue un proceso de muchos errores y aciertos lo que lo llevaron a quién es hoy.

Pero hoy no podía cometer un error más. Bien decían que toda acción tiene su reacción. Y la reacción de esta, solo generaría dolor. Y eso no lo quería para su jefe, tampoco para Paulina.

— Paulina, llévatelo, por favor — le suplico —solo a ti te hará caso —logró decir sacando de su trance a Paulina.

Ella, desde que Pablo comenzó a golpear a Charles había quedado inmóvil viendo la escena.

Algo que no era muy normal en ella. Ya que su odio hacia Charles era tan grande como el que Pablo sentía por él.

Paulina sacudió su cabeza sin emitir palabra alguna. También seco disimuladamente una lágrima que había mojado su mejilla izquierda.

Camino hacia Pablo, tocó su mano y le dijo:

— Vamos

Bastó ese gesto táctil y esa palabra para que Pablo dejará todo en segundo plano, siguiendo la orden de Paulina.

Ambas personas salieron de aquel salón en busca de un lugar tranquilo para organizar sus pensamientos o aclararlos.

Yohana no decía nada, no podía. Ya que aquel hombre que aún limpiaba su sangre. Había sido la persona que la había rescatado, pero también quién había intentado matarla.

Esos símbolos, esas piedras causaban en ella un sin fin de recuerdos que se reservaba decir. Pero que de una u otra forma pedían a gritos salir.

Esta situación en la que todos se encontraban era confusión absoluta. Pero esta poco a poco arrojaría una verdad que podría resolver dudas originadas con anterioridad, pero a su vez crearía unas nuevas dudas de las que aún no se tendrían respuestas.

Narra Pablo

Caminamos sin rumbo fijo por aquel gran lugar. Cada vez que avanzábamos sentíamos la soledad y frialdad de aquel lugar.

Había muchachas del servicio y hombres que con solo verlos sabía uno que eran del ejército real.

Todos y cada uno estaban en sus lugares, trabajando.

Nadie emitía palabra o movimiento alguno. A excepción de las muchachas del servicio quienes se reverenciaban cuando pasábamos cerca de ellas.

Con solo ver el lujo del lugar, se podría saber que la familia real era muy adinerada y precavida. Ya que aunque el lugar denotaba elegancia, también mostraba seguridad.

Entrar allí había sido toda una odisea. Aunque su llegada ya había sido anunciada, eso no lo había salvado de las revisiones de seguridad.

Lo cual de alguna manera le genera tranquilidad. Pero aun así no puede dejar a Paulina sola, sin saber que intenciones tiene el príncipe con ella.

Según lo que le había informado Fred, aquel hombre estaba de nuestro lado. Pero no me confío mucho de ello.

Aunque Fred siempre me ha mostrado ser un empleado y amigo capaz, a tal punto de siempre tener un plan para todo. Hasta al mejor cazador se le va la liebre. Y un error en estos momentos es lo que menos deseo.

Es por eso, que de inmediato viaje hasta acá. Sabía que Paulina estaba bien, ya que los reportes de Fred me lo decían. Pero necesitaba comprobar eso con mis propios ojos. Además, también necesitaba averiguar si aquel príncipe tenía buenas o malas intenciones con Paulina.

Aquel hombre no me generaba confianza, ya que había mostrado anteriormente su apoyo hacia Charles.

Y ver cómo había traído a Paulina y a Charles, mostraban que mi desconfianza era correcta.

— Salgamos de aquí —dije finalmente haciendo que Paulina detuviera su andar.

No sabía dónde estábamos, pero sí que habíamos caminado bastante.

¿Quién eres? (2da parte de Ella es mi Medicina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora