Capítulo 46: Marcharse de España

12 0 0
                                    

Su comentario me ha sonrojado demasiado y ello parece causarle gracia a Pablo quien me observa con una mirada juguetona.

— Oh, la pura Paulina esta imaginándose cosas lujuriosas

— ¡Claro que no es verdad! — digo ventilando mi rostro porque seguramente el calor que siento es por cuan avergonzada estoy por lo que me ha dicho.

Mi respuesta le causa risa y yo me molesto por ver cómo le divierte mi reacción.

— Creo que no me he equivocado. Estabas pensando en mí con poca ropa. Pero, no te sientas avergonzada, yo te imagino haciendo más cosas de las que ya hemos hecho íntimamente — dice Pablo sin algún tipo de vergüenza.

— Si sigues hablando así, tendré que sacarte de ese plan viviendo en una casa rodante — le advierto y él borra su sonrisa, para mostrarse serio e incluso se coloca una camisa como si le avergonzara.

— Entonces, ¿Qué es eso de vivir en una casa andante mientras nos preparamos para la guerra? — pregunta Pablo y yo comienzo a hablarle sobre lo que tengo pensado hacer.

El auto se detiene y nosotros subimos a un avión, donde de inmediato, entro a la ducha para evitar resfriarme por tener la ropa húmeda. Muchas cosas pasan por mi mente y entre estas esta la frustración por no haber aprovechado el momento para matarlo.

— Si tan solo hubiese tenido un arma con munición — murmuro para después salir del baño envuelta en una toalla.

En la cama hay una bolsa con una hoja sobre ella que dice mi nombre, por lo que, la abro deseando que sea ropa cómoda. Por fortuna, es un vestido y ropa interior a mi gusto y por ello, después de vestirme salgo sintiéndome radiante.

— ¿Dónde está Yohana? Pensé que estaría aquí — digo sentándome frente a Pablo.

— Se marchó con Aidan.

— ¿No se supone que ustedes se habían marchado? — digo al recordar que él había estado de acuerdo con ello y que incluso Yohana me había confirmado que se habían ido.

— Acepte que Pablo Evans se marchara. Por eso, estaba fingiendo ser tu jefe. Los días que no te molesté, los usé para poder meterme en el papel de tu jefe.

— Hablando de eso, ¿cómo fue posible que tú reemplazaras a mi supuesto cómplice y te atrevieras incluso a suplantar su rostro solo para molestarme? —Pregunto curiosa.

— En realidad, no lo hice para molestarte. Yo me había comprometido contigo a que Pablo Evans no iba a seguir molestándote. Pero, en ningún momento prometí que ninguna de las versiones que podría crear o personajes, no podía enamorarte.

>> Por eso, idee un plan para que pudieras estar cerca de mí y que obviamente, no tuvieras una barrera o ganas de confrontarme. Pensando en ello, me di cuenta de que la mejor opción era siendo tu jefe. — dice Pablo sonriendo y yo niego.

— Fue muy arriesgado su parte dejar que dos personas que no saben de finanzas, estén en su empresa. — murmuro.

— ¿Qué te hace creer que yo no sé de finanzas? — pregunta Pablo, curioso, y yo me cruzo de brazos al saber perfectamente que él, puede ser muchas cosas, menos contador.

— Pablo, no recuerdo bien qué trabajo tenías, pero evidentemente no era de contador, así que, claramente tú y yo estábamos explorando un campo que no está a nuestro alcance.

— Mi medicina, soy dueño de varias microempresas, también soy socio de unas mucho más grandes y tengo el resto de mi dinero invertido en ciertos negocios que van a estar dando frutos pronto.

>> Por ello, puedo decirte que sé mucho de números, porque aunque tengo profesionales a cargo de eso, supervisó mucho de que estén realizando las cosas adecuadamente. Ya que, aunque no administre mis propiedades y negocios, debo estar al tanto de lo que sucede en ellas.

— No te creo.

— Una lástima que no creas en mí, porque realmente te estoy diciendo la verdad. Yo soy una persona muy preparada que me tocó aprender muchas cosas, para que los demás no quisieran pasarse conmigo y me engañaran como lo hicieron en el pasado.

>> Por lo que, el cargo de jefe de dicha empresa no me iba a quedar demasiado grande porque tenía suficientes habilidades para poder incluso expandir dicho negocio. Por ende, si quieres aprender un poco de finanzas, de administración de empresa u otra carrera relacionada al sector empresarial, puedes preguntarme, y te demostraré que estoy muy dispuesto a ayudarte — dice Pablo, con tanta seguridad que me hace pensar que realmente está hablando en serio.

— Entiendo. Ahora, ¿será posible que me puedes decir cómo fue que logramos sobrevivir a algo demasiado grande como la emboscada de José?

— Eso es sencillo. Desde que sucedió todo eso con Charles o bueno, quien fingía ser Charles y escuchamos todo lo relacionado a tu padre y los dijes y piedras que te dejaba para que tuvieras un recuerdo de él.

>> Nosotros pensamos que la mejor manera de mantenerse segura no era solamente dejándote una piedra para que te recordará que estábamos pendiente de ti, si no, colocar un chip de rastreo para poder saber dónde te encontrabas y así, poder protegerte.

— ¿Quiénes tienen acceso a eso?

— Solo Yohana y yo. Por seguridad no se lo dimos a Charles y mucho menos a tu madre, la princesa...

— Lo entiendo, pero, eso no contesta mi pregunta. Solo explica porque sabía Yohana donde estaba específicamente.

— Bueno, siempre estamos preparado para todo. Si vas a un parque, tengo personas fingiendo tomar té o dándole comida a las palomas, como también, tengo francotiradores en azoteas.

>> Porque, no tomo a la ligera tu protección y mucho menos subestimo el nivel de daño de José. Por ello, cuando me informaron que estaban rodeadas, lo primero que hice fue ordenar que todos los buenos con las armas, subieran a algún edificio y dispararan a todos los que pudieran asesinar sin lastimarlas.

— Oh... eso fue...

— Como la lluvia era un problema, tuvimos que usar gafas térmicas e identificando que eras la mujer con el dije blanco en su mano, comenzaron a disparar. Fue afortunado que lloviera, porque el ruido de la lluvia fue el silenciador de las armas.

— Todo seria perfecto si anuncian la muerte de José. Solo así podría descansar de él.

— Disparé muchas veces, solo espero que una de estas le haya quitado la vida y si no es así, me prepararé para todo lo que viene.

— Ojalá esta vez la suerte este de nuestro lado y podamos acabar con ese desgraciado. Necesito ser feliz. Merezco vivir sin estar escondiéndome

Ese era mi deseo más grande, no me importaba recordar mi vida en el pasado, eso no era importante porque podía recrear muchos de esos recuerdos o tener nuevos. Por eso, mi deseo más grande era que todos los que me persiguen o desean matarme, desaparezcan.

No quiero que tengan siquiera la oportunidad de hacerme daño ahora o en el futuro. Eso es lo que necesito desesperadamente cumplir.

¿Quién eres? (2da parte de Ella es mi Medicina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora