Davina Claire, bruja de la Cosecha. Se enamoró perdidamente de Kol Mikaelson dándolo todo por amor. Al enterarse que solamente estaba jugando con ella, destrozada decidió irse a un pequeño pueblo llamado Mystic Falls.
Al estar allí se hizo buenas am...
Tanto como Kol y Davina corrieron preocupados a su hija la cual tenía una enorme sonrisa mientras peleaba con el híbrido y miraba como rodaba los ojos fastidiado.
—Mi amor, ¿Te encuentras bien? ¿No te duele?—preguntó preocupada inspeccionando a su hija todo su pequeño cuerpo.
—Estoy bien mami. No fue nada, nada que no pueda mantener en control—sonrió tratando de tranquilizar a su madre.
Kol se quedó parado un instante y reaccionó al recordar que él era el padre y sin saber cómo verse como uno se acercó.
—¿Lo lograste?—reprimió una sonrisa al ver la sonrisa que se asomaba en su hija.
Soltó un gesto indignado y miró mal a su papá.
—Claro que lo logré. Al final soy una Mikaelson ¿no?, nada es imposible para mí—esa mirada, algo que compartía con su padre. Ambos chocaron sus manos y se miraron con complicidad.
Kol sonrió orgulloso de Damaris y le revolvió su cabello escuchando sus quejas.
—Enserio Kol ¿Eso le preguntas a tu hija?—Davina lo regañó—¡Pudo haber muerto!.
—Pero no lo hice mami—contesto despreocupada.
—¿Ves? ¡Es por tu culpa!.
—Ahora que hice—susurró confundido al no comprender su enojo.
—¡Es tan.... igual a ti!.
Se escuchan las suaves risas de la niña al ver a sus papás peleando si se podría decir así, era tan chistoso ver como su papá no comprendía la reacción de su mami pero ella lo sabía, era lo más preciado que tenía y se lo repetía siempre.
—Y desgraciadamente a Damon—susurró con disgusto Kol al recordar cómo compartían mucho tiempo juntos.
—¿Ahora me entiendes? No sé hice para merecer esto. Amo a mi hija y es lo que más quiero pero porque tuvo que ser tan ustedes.
—Pero yo soy más genial que ellos mami—le recordó—Y eres la mujer más afortunada por tenerme en tu vida como yo lo fui al que me dieran una mami como tú, porque lo mejor para la mejor—sonrió.
Negó divertida olvidándose de lo que estaba hablando con el Original y se fue con su hija agarradas de la mano. Kol no contuvo la risa y comenzó a reírse. Definitivamente amaba a su hija a pesar de que no estuvo con ella desde que nació.
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—Papá—susurró la niña con timidez.
Amaba esa palabra. Esos últimos días se convirtió en su palabra favorita y lo hacía sonreír al instante pero aún le costaba adaptarse.
—¿Qué sucede mi pulga?—miro a su hermosa niña con una linda sonrisa.
—Quería preguntar si podíamos salir a pasear—movió sus manitas nerviosamente y miró a la esquina—Pero si te encuentras ocupado pue..
—Vamos cariño—no dudo—Tu solo dime y no importa lo que haga o tenga que hacer, iremos.
—Está bien, papá.
La niña emocionada agarró la mano de el y salieron juntos ambos felices, sus hermanos los miraban pasar y no evitaron una sonrisa, su hermano con su hija era una persona distinta y él les decía.
Quiero ser una mejor persona para mi hija
La niña se convirtió en la alegría y esperanza de los Mikaelson, y no durarían en matar para mantener a salvo y feliz a Damaris.
Recorrían las calles del Barrio francés. Platicando y contando algunas cosas que les sucedían, Damaris miraba asombrada lo hermoso que se miraba y apuntaba emocionada algunos lugares por los cuales pasaban.
Pararon un momento para ver como tocaban los instrumentos y ahí se encontraba un pequeño niño castaño, el niño sonrió a dirección de Damaris y se quedó unos segundos viéndola.
Kol frunció el ceño disgustado.
—Vamos cariño. Será mejor ir a otro lugar.
Trato de llevar a su hija con delicadeza pero ella se quedó simplemente viendo como tocaban sin tomar en cuenta al niño, sonrió por un instante, porque desapareció cuando el niño buscaba algo atrás de él.
Una rosa apareció en su mano y no dudó en acercarse a Damaris, nervioso bajo la mirada y se la entregó, le entregó una rosa a su hija, incrédulo se quedó viendo.
—Una linda rosa para una niña linda como usted—susurró el niño con una tímida sonrisa—Con todo respeto señor.
Lo que le faltaba pensó Kol. Miro como su hija se comenzaba a poner roja y ahora si miraba al niño.
—Muchas gracias, es muy linda—sonrió Damaris y miró al niño—Me llamo Damaris pero dime Dam.
—Yo me llamo Sebas—volteo a dirección a su mamá—Me hablan—rasco su cuello nervioso—Espero nos veamos después ¡Adiós, Dam!.
El niño se despidió con su mano y se fue alejando. Kol se mantuvo serio y volteo a ver a su hija la cual tenía una sonrisa y alzó una ceja al ver a su papá así y solo se concentró en ahora si llevarse a su papá de ese lugar.