Mirlo veía a su hija jugar a través de la ventana mientras el permanecía sentado en su silla de cuadros frente a la chimenea. Sostenía un pequeño cuchillo con una mano, y con la otra un taco de madera que tenía una forma indefinida. El hombre tenía una mueca triste en su rostro mientras veía a su hija. Su vista divagó por su casa hasta que chocó con un portafotos sobre la chimenea. En esta, un joven Mirlo, de unos siete años de edad, sonreía ampliamente mientras que sostenía un hacha sobre su hombro y con la otra mano sostenía medio troco cortado. Al lado, y con una sonrisa melancólica, una mujer dejaba reposar un brazo sobre el hombro de su hijo.
Mirlo miró con cariño a su madre, pero tuvo que romper aquella conexión por culpa del arranque de tos que le dio. Tosió y tosió y no paraba. Algo se le había quedado atorado en el pecho. Notó como el aire no le llegaba a los pulmones, por ello comenzó a darse golpes con el puño. Lar arcadas no tardaron en llegar. Mirlo, desesperado, se levantó, y poco falto para que se desmayara. Vomitó. Vomitó hojas secas.
Con una mano se sujetaba el cuello, la otra la metió directamente en su boca para agarrar dichas hojas y tirar de ellas. Comenzó entonces a salir de su boca una fina rama. Mirlo sudaba y apretaba los ojos con fuerza, dolía. Consiguió a los minutos sacar los tallos y las hojas de su garganta, dejando en el suelo una mezcla de emesis, sangre y hojas marchitas. Se estaba muriendo.
Luffy y Zoro caminaban en silencio, siguiendo el rastro de sangre que habían encontrado al principio. Ninguno hablaba. A Luffy se le había quitado el apetito de golpe. Andaban sin mirar otra cosa que el suelo, pues sabían que en la mayoría de árboles que pasaban, podía haber un cadáver en aquella posición tan perturbadora. El nuevo dato les había dejado mal cuerpo. Aquel monstruo que hasta hacía diez años se creía ficticio, ¿había matado a tanta gente? De eso no les habían advertido. Solo les habían dicho lo ocurrido con un tal Mirlo Oak y una niña, Myrra Oak. Había tantas preguntas... y tan pocas respuestas.
Luffy encontró entonces un lugar dónde parecía como si alguien se hubiese clavado de rodillas en la tierra del suelo, y era reciente. Advirtió a Zoro, que se mantenía de brazos cruzados, y ambos siguieron un rastro, ya no de sangre, si no de hojas pisoteadas y ramas apartadas. No sabían porque, pero nunca habían tenido tantas ganas de matar a un monstruo.
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𝕭𝖆𝖏𝖔 𝖑𝖆 𝖘𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝖒𝖎𝖘𝖒𝖔 𝖆𝖗𝖇𝖔𝖑 (One PieceXReader/OC)
AdventureTras salvar la isla Gyojin y emerger al Nuevo Mundo, la tripulación de los Sombreo de Paja está en busca de una nueva isla y una nueva aventura. Sin embargo, antes de poner rumbo, el carpintero, Franky, le pide a su capitán hacer un pequeño desvío h...