Myrra, de brazos cruzados, miraba el cielo con ciertos matices naranjas. Esperaba a Franky en la cubierta del barco, pues había ido a por las llaves necesarias. De pronto, fue rápido, pero ella lo escuchó a la perfección.
—Myrra...
Myrra se volteó para mirar la borda del navío. Extrañada, se acercó lentamente. Cuando estuvo enfrente pasó la mano por encima de la barandilla de madera, y a pesar de tener las manos encadenadas con aquel extraño metal, sintió una fuerte sensación recorrerle. Bueno, más bien dicho, fue un sentimiento. Un sentimiento que abarcaba la melancolía, la nostalgia, la tristeza y la soledad; pero había más, habían un entrañable cariño oculto en aquel material.
¿De verdad aquel barco estaba hecho de aquella madera de aquel árbol que ella protegía?
Sintió como se quedaba pegada a él, como todo el alrededor se apagaba y podía conectar con el ente del barco.
—Escúchame, hijo... esto que te voy a contar, no debería, pero lo haré. No quiero que se lo cuentes a nadie, ni siquiera a tu padre.
—Vale, mamá.
Myrra apartó la mano de la barandilla tan pronto como aquel eco se reprodujo en su cabeza. La escena de una mujer de mediana edad, agazapada en la cama de su hijo se reflejaba lucidamente en la mente de la chica. ¿Quiénes eran? No tardó en reconocerlos. La mujer, su abuela Margarita; el niño, su padre. ¿Por qué ellos en los recuerdos de la madera de aquel barco? Ni idea. Tampoco pudo indagar mucho, pues Franky apareció para rescatarla de aquel colapso.
—Myrra... ¿Todo super?
—¿Eh...? Sí, sí... -Myrra se dio unos golpecitos en la cara para espabilarse.— ¿Todo listo?
—Sí, claro. Acompáñame. —Franky le hizo una seña y anduvieron por toda la cubierta del barco, curiosamente decorada con una capa de hierba.
Franky le había enseñado desde la cubierta, hasta el cuarto de mujeres, el de hombres, la cocina, el baño, la enorme sala de estar con pecera. Myrra no había visto muchos barcos pirata en su vida, por no decir que ninguno, pero estaba segura de que aquel barco no era ni medio normal.
Le enseñó el puesto de vigilancia, donde habría noches que debería vigilar el panorama; las diferentes habitaciones de menor importancia, etc.
Franky entonces la guió por la cubierta, otra vez. Allí, Myrra alzó la vista y reparó en la gran cúpula que había en el mástil mayor.
—¿Qué hay allí arriba? —se detuvo la chica, señalando el lugar.
Franky miró hacia el mismo lado y esbozó una ligera sonrisa.
—Además del puesto de vigilancia, hay una habitación con equipamiento deportivo. Zoro suele pasar allí la mayoría del tiempo.
—¿Zoro? —cuestionó esta dudosa mientras que volvía a echar el paso, pues Franky ya desaparecía por una puertecita.
—Sí, es el vicecapitán, bueno, y espadachín. Lleva siempre tres katanas.
—Ah... ya sé quien es. —dijo esta algo asqueada al venirle de repente todos los recuerdos recientes que tenía de aquel hombre. Incluso rio algo prepotente al recordar como le había roto la nariz.
—Luego te llevo con él si quieres. —dijo Franky antes de abrir otra puertecilla.
Esta vez le dio paso a las partes bajas del barco. Había varios talleres donde Myrra pudo deducir que allí trabajaba el cybor. Anduvieron por un estrecho pasillo. Allí, Myrra escuchó un ruidos difuminados. ''Será el agua'', se dijo así misma. Llegaron a una plataforma gigante en forma circular. En frente, varias puertas de garaje con distintos números pintados.
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𝕭𝖆𝖏𝖔 𝖑𝖆 𝖘𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝖒𝖎𝖘𝖒𝖔 𝖆𝖗𝖇𝖔𝖑 (One PieceXReader/OC)
AdventureTras salvar la isla Gyojin y emerger al Nuevo Mundo, la tripulación de los Sombreo de Paja está en busca de una nueva isla y una nueva aventura. Sin embargo, antes de poner rumbo, el carpintero, Franky, le pide a su capitán hacer un pequeño desvío h...