Capítulo Cuatro

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Una feliz Itadori Yuji caminaba por los pasillos de la escuela, luego de devolver algunos libros a la biblioteca, imaginando lo que haría esa tarde con su novio Gojo Satoru.

Estaba especialmente feliz porque tendrían una cita para celebrar sus primeros dos meses de noviazgo. Y a pesar de haberle suplicado al albino con ojos de cachorrinho, este se había negado a decirle qué sorpresa tenía preparada, dejándola enojada y ansiosa por que llegara pronto la tarde.

-¡¿Yuji?!

Se giró cuando la llamaron y encontró a Gojo caminando con dificultad hacia ella.

-¡¡SATORU!! ¡¿Lo que le pasó?!

Preguntó preocupada, pasando su brazo derecho alrededor de su hombro.

-No te preocupes, estoy bien... Solo me lastimé un poco la rodilla jugando baloncesto en la cancha al aire libre. No es nada importante.

-¡Por supuesto que es importante! Ven, te acompañaré a la enfermería.

-No es necesario, estoy muy bien.

Dijo el albino tratando de aparentar que estaba bien, a pesar de la expresión de dolor en su rostro.

-¡No! ¡¡No estas!! ¡Y vamos a la enfermería y punto final!

-Bien... Bien. Lo que quiera mi novia.

Luego de caminar un poco, moviéndose lentamente para no lastimar más la rodilla de Gojo, llegaron al lugar y por suerte la enfermera estaba presente.

-Vamos Gojo-Kun, siéntate aquí... Veamos cómo está tu rodilla.

Pidió la enfermera después de explicarle lo que le había pasado al chico.

Luego de ayudar a levantar la pierna derecha del uniforme de educación física de Satoru, la chica pelirrosa vio como la sangre manaba de una grave herida en su rodilla.

A pesar de querer apartar la mirada no podría, preocupada por el estado de su novio, sin embargo cuando el brillo rojo de la sangre y su olor a hierro provocaron que el sonido a su alrededor fuera reemplazado por un sonido agudo en sus oídos y varios puntos negros aparecieron en su visión, ella dio un paso atrás.

-...Yuji...

Podía escuchar la voz angustiada de Satoru diciendo su nombre a lo lejos, pero no podía mover sus labios para consolarlo diciéndole que todo estaba bien, luego sus ojos se cerraron y todo se oscureció.

-...Gojo-kun por favor aléjate, estás perturbando mi trabajo.

-¡Entonces dime qué tiene! ¿Ella esta enferma? ¡¿Es muy serio?!

-Si me dejas evaluar sin interrupciones, quizás pronto tenga un diagnóstico para darte.

-Humm...

Yuji gimió, siendo despertada por fuertes voces cerca de su oído.

-¡¡YUJI!!

-Gojo-Kun, por favor no grites, podrías empeorar su salud.

Le recriminó la enfermera, ya irritada por su comportamiento.

-¡Lo siento! ¡Lo siento!... ¡¿Yuji estás bien?! ¿Cómo te estás sintiendo?

-Satoru... ¿Qué pasó?... Tu rodilla está...

Preguntó Itadori, sentándose en la cama en la que estaba acostada.

La Chica del Pelo Color de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora