Capítulo Once

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-Extra Uno-

Con la arena húmeda bajo sus pies y el brillo del sol en su piel, Kugisaki Nobara disfrutaba de las vacaciones de verano de su tercer año de secundaria.

Obviamente no eran las vacaciones que ella imaginaba, después de todo sostener vela para sus amigos definitivamente no era algo que quisiera. Ver cómo Satoru y Yuji corrían por la arena tomados de la mano o cómo Sukuna y Megumi se salpicaban agua no era algo que la hiciera feliz, al contrario, solo aumentaba sus ganas de regresar a casa, pero solo el pensamiento de regresar y no poder compartir las veinticuatro horas de su día con el niño sentado a su lado, protegido de los brillantes rayos de la gran bola de fuego en el cielo por la sombra de un paraguas, le daba ganas de sufrir en agonía.

El pequeño Yusei era demasiado lindo y adorable para su propio bien, si Yuji y Satoru no siempre estuvieran atentos, su bebé claramente sería robado en un abrir y cerrar de ojos, siendo la chica de cabello castaño la primera en probar su suerte.

Sin embargo, la irritación que aquejaba a Kugisaki en ese momento no era causada por sostener vela para sus amigas, ni mucho menos por ser la niñera de Yusei, sino por el hecho de estar soltera mientras todos le restregaban en la cara que estaban saliendo con alguien.

Además de las dos parejas que observaba en ese momento comportándose como los idiotas enamorados que eran, también había quienes no estuvieron presentes, pero que compartieron sus sentimientos mutuos en miles de publicaciones en sus redes sociales.

Maki y Yuta comiendo juntos en una cafetería, Toge y Nishimiya en un café para gatos, Suguro y Amanai visitando un acuario, Shoko y un tal Ijichi que era estudiante universitario de medicina, comprando libros en una biblioteca, Nanami y una estudiante universitaria que trabajaba a tiempo parcial en una panadería, viendo una película juntos en el cine, Miwa y Muta en un parque de diversiones, la malvada hermana gemela de Maki, Mai y Kamo en un festival, incluso Todo Aoi estaba en un concierto de Takada-Chan, su Idol favorita y amor platónico. Sin mencionar por supuesto, a los Sempais que se graduaron de la escuela secundaria el año anterior; Mei Mei e Higuruma que estaban cenando en lo que claramente era un restaurante de cinco estrellas y Utahime y Kusakabe que viajaban juntos a Kyoto.

A pesar de no estar físicamente sola ya que sus amigas estaban prácticamente a su lado todo el tiempo, la soledad seguía siendo lo que realmente se sentía la chica de cabello castaño.

-¡¡Ah Yuu-Chan!! Cuándo aparecerá frente a mí un hombre guapo, educado y millonario y me pedirá que me case con él... Con un anillo de oro blanco adornado con pequeños diamantes alrededor... Y un diamante enorme en el centro.

El niño de cabello rosado y ojos azules movió su cabeza hacia la izquierda y la miró confundido, hasta que una risa feliz salió de su garganta mientras sus dedos regordetes jugaban con la arena.

-Sabes, si fueras unos años mayor me casaría contigo.

La Kugisaki reveló limpiando la arena de las mejillas de Yusei y enderezando el pequeño sombrero amarillo que tenía el diseño de un pato en su cabeza.

-Claramente serás guapo cuando seas grande… ¡Mira a tu padre y a tu madre! Gojo podría ser modelo si quisiera y Yuji no lo deja atrás, especialmente con esa sonrisa encantadora que tiene... Definitivamente serás educado también, Yuji nunca te criaría para ser un mujeriego descarado... ¡Y eres un Gojo! ¡¿Sabes lo que eso significa?! Que aunque todavía eres un pequeño fabricante de caca… ¡Ya eres heredero de una fortuna millonaria!

Nobara concluyó construyendo un castillo de arena que pronto sería destruido por el niño sonriente.

Y tal como lo había imaginado, su construcción cayó al suelo con un solo movimiento de una pequeña mano cubierta de granos de arena.

-¡Yuu-Chan! Si lo destruyes de nuevo no construiré otro.

Sus palabras fueron completamente ignoradas por el niño que continuó moviendo su pala naranja, mientras Kugisaki volvía a colocar la arena húmeda dentro del cubo tambien naranja.

Mirando el agua que incluso con el cálido sol de la tarde debería estar helada, suspiró estirándose y viendo a la chica peli rosa huir del albino que sostenía en su mano, lo que parecía ser un pepino de mar.

-Deberías meterte en el agua.

Dijo Megumi sentándose al lado de Yusei y mirando a Sukuna quien seguía nadando.

-Gracias por la oferta, pero me niego... Mi lugar es aquí con mi futuro marido.

-¡¿Marido?!

-¡Sí! Me casaré con Yuu-Chan cuando sea mayor.

Dijo sonriendo al ver al bebé de ojos azules destruir su obra maestra arquitectónica una vez más.

-¡Hola príncipe Yuu! ¿Cómo va la construcción de tu castillo?

Preguntó Ryomen, agachándose frente a su sobrino.

-¡Es genial destruyendo! Definitivamente es un pariente tuyo.

La Kugisaki se burló, levantándose y tomando al niño en sus brazos.

-¡¿A dónde lo llevas?!

Sukuna también se levantó, mirándola dubitativo.

-Me voy a casar con mi prometido por supuesto… ¡¿Qué más podría estar haciendo?!

-¡¿Prometido?!

Satoru cuestionó a sus espaldas.

-Sí, suegro… ¡Prometido!

-¡¿Me gustaría saber a qué te refieres con prometido y suegro?!... Pero primero, devuélveme a mi hijo.

La chica peli rosa se acercó con los brazos extendidos esperando a su hijo.

-No suegra… ¡Ahora él es mío!

-¡¿Humm?!

-¡Adiós! Nos vamos de luna de miel, donde comeremos helado hasta que nos explote la barriga.

Ella dijo y comenzó a correr, siendo inmediatamente perseguida por Yuji y Satoru y luego por Sukuna y Megumi.

-¡Nobara! ¡Devuélveme a mi hijo!

-¡No! ¡Él es mío ahora!

Con cada paso más rápido que daba, Kugisaki sentía las manos del niño en sus brazos sosteniéndola firmemente, mientras su risa infantil hacía eco al ser llevada por la brisa salada del mar.

Tal vez no eran las vacaciones mágicas que imaginaba que tendría, pero definitivamente no las cambiaría por nada más.

La Chica del Pelo Color de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora