Capítulo Catorce

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-Extra Cuatro-

Fingiendo prestar atención al largo discurso del director de la escuela, Gojo Satoru se movió impaciente en su asiento.

Finalmente era el día de la graduación y el albino sentía que no podía esperar más para que todo estuviera terminado. No era como si no le agradara el director ni nada, después de todo siempre estaba en la oficina del aficionado a los peluches para recibir algo de disciplina, solo quería que ese largo discurso llegara a su fin y poder ir a la casa de Yuji a celebrar con ella y su pequeño hijo, que pronto cumpliría dos años.

Cuando se convirtió en un estudiante más de Jujutsu Tech, Satoru no tenía planes ni grandes expectativas para el futuro, sin embargo ahora tenía una familia que cuidar y proteger, por lo que se estaba preparando para ingresar a la mejor universidad de Tokio y estudiar administración de empresas, para que en el futuro pudiera ocupar un puesto en la empresa de su padre.

El albino estaba dispuesto a hacer todo esto para poder proporcionar toda la comodidad que Yuji y Yusei necesitaban y brindarle a su familia lo mejor que existía.

Sin embargo, todavía era joven y le tomaría un tiempo mantenerse a sí mismo, a su novia y a su hijo; debería ser paciente y decidido a pesar de querer casarse con la chica pelirrosa de inmediato.

Gojo quería dormir y despertarse todos los días al lado de Yuji, comer la deliciosa comida que ella preparaba para el almuerzo y la cena, darle un beso de buenas noches a su hijo cuando quisiera, divertirse los tres juntos, sin tener que regresar en algún momento a casa.

Pero en ese momento, sus verdaderos deseos eran imposibles de hacerse realidad y lo único que le quedaba al albino era contentarse con lo que podía tener en sus manos en ese momento.

De pie y aplaudiendo como los demás, Satoru sonrió ampliamente cuando todo finalmente terminó.

-¡¡AAH!! Pensé que Yaga-San nunca volvería a dejar de hablar.

Reveló el chico de ojos azules poniendo su brazo sobre el hombro de Geto, caminando hacia la salida.

-Él solo quería darnos un poco más de disciplina... Algo a lo que estás bastante acostumbrado. ¿Verdad, Satoru?

-¡TSC!

El albino chasqueó la lengua con irritación.

-¡Sí! De todos nosotros, él es definitivamente el que está más acostumbrado.

Shoko estuvo de acuerdo con Suguro, con una sonrisa provocativa en sus labios.

-¡¡Callense la boca!! ¡Ustedes fueron tan disciplinados como yo!

-¡EY! ¡¿El que viene aquí no es el director?!

Dijo Sukuna de repente haciendo que Satoru levantara la espalda como un soldado, una posición que era claramente incómoda.

-¡¡PFFT!! ¡HA! ¡HA! ¡HA! ¡HA! ¡HA! ¡HA! ¡HA!

Todos rieron, burlándose de la reacción del chico de ojos azules.

-¡Voy a matarte!

-¡Inténtalo!

-¡¿Estamos interrumpiendo algo?!

Preguntó la Itadori con una ceja levantada, mirando a los dos chicos con Megumi y Nobara a su lado.

-¡¡¡Yuuujiiii!!! ¡Te extrañé mucho! ¡¿Y tu, me extrañaste?!

Dijo Gojo abrazando a su novia y besando su mejilla, ignorando por completo su pregunta anterior.

-¡No cambie de asunto! Ustedes dos prometieron que no discutirían hoy.

-No estábamos discutiendo mocosa. Era simplemente una agradable conversación entre cuñados.

-¿En serio? ¡¿Así que finalmente se llevan bien?! ¡¡AAH!! ¡Me hace muy feliz! No me gusta cuando los dos chicos que más amo en todo el mundo pelean.

Reveló la chica de cabello rosa, haciendo que Sukuna y Satoru tragaran saliva ante sus falsas creencias de que los dos en realidad se estaban haciendo amigos. Mirándose, hicieron un acuerdo sin palabras, en el que el estandarte de la paz entre ambos fue extendido momentáneamente por la felicidad de Yuji.

Sin mucho que hacer después de la ceremonia, cada uno de ellos se dirigió hacia los clubes en los que participaron anteriormente, donde los Kouhais prepararon fiestas de despedida para sus Sempais.

Como Satoru ya se había despedido del equipo de baloncesto y Yuji del equipo de voleibol, caminaron juntos hacia un lugar de la escuela que se había vuelto especial para ambos; el banco donde el albino le pidió a Itadori que fuera su novia y ella aceptó su pedido.

Debido a que era un lugar más alejado de la sede principal, cuando querían estar un poco solos se sentaban en ese banco, apenas para disfrutar de la compañía del otro, como lo estaban haciendo en ese momento.

Obviamente el chico ojiazul también tenía otros planes cuando la invitó a estar con él.

-Toru...

Llamo la Itadori mirando a su novio quien había estado en silencio por mucho tiempo, lo cual era muy extraño porque estábamos hablando de Gojo Satoru, alguien que siempre tenía algo que decir.

-...

-¡¿Satoru?! ¡¿Estás bien?!

-Itadori Yuji... ¡¿Te gustaría casarte conmigo?!

Preguntó Satoru con confianza y determinación, luego de levantarse y arrodillarse frente a ella.

-¡¡¿Ca-Casar?!!

Yuji exclamó aturdida.

-Sí.

-Pero... Pero... ¡Pero somos muy jóvenes para casarnos! ¡Ni siquiera llegamos a la mayoría de edad! ¡¿Mi padre lo permitiría?! ¡¿Tus padres lo permitirían?! Y-Yo... Yo...

Las palabras brotaron de los labios de la Itadori como una ferviente avalancha de nieve.

-Yuji por favor cálmate. Respira... Respira.

Después de que su respiración se hizo más lenta, Satoru la besó tiernamente, acariciando sus mejillas sonrojadas.

-¡Lo siento!... No sé qué me pasó.

-Está bien Yuji. Fue mi culpa por decir todo tan de repente... ¡Pero aún así quiero casarme contigo! No digo que será hoy o mañana, pero quiero que algún día seas mi esposa.

-...Yo también quiero casarme contigo Toru.

Dijo la chica pelirosa tímidamente, ocultando su rostro rojo con sus manos.

-Entonces déjame reajustar y reformular mi pregunta.

-¡¿Humm?!

Levantándose y llevando a la chica consigo, Gojo caminó unos pasos hacia atrás y nuevamente se apoyó en una de sus rodillas.

-Itadori Yuji, te gustaría convertirte en mi prometida... ¡¿Con intenciones de ser mi esposa en el futuro?!

Preguntó el chico de ojos azules, abriendo una pequeña caja de terciopelo negro, donde en su interior descansaba un anillo con un exuberante diamante en el centro.

Un compromiso no era exactamente un matrimonio, pero para él era suficiente por ahora.

-...¡SÍ!

Dijo la Itadori con fervor, luego de la perplejidad que la vista del anillo trajo a sus ojos.

Colocándo el anillo en el dedo anular de su mano derecha, Satoru tomó a Yuji en sus brazos y comenzó a girar en el aire, tal como lo había hecho en el pasado, mientras amplias sonrisas de felicidad iluminaban sus rostros.

-Te amo Satoru.

-Te amo mucho más Yuji.

La Chica del Pelo Color de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora