La Chica del Pelo Color de Rosa

Capítulo Trece

-Extra Tres-

Sentado en una posición incómoda, Itadori Ryomen Sukuna esperaba a que comenzara el último partido del año, del equipo de voleibol femenino de la escuela secundaria Jujutsu Tech.

A pesar de no querer estar en ese lugar, no podía simplemente irse, ya que no solo había una razón para estar allí si no dos; su hermana gemela Yuji y su novia Megumi, ambas jugadoras del equipo, siendo Fushiguro la armadora e Itadori la central.

Para Sukuna estaba más que claro que si no estaba presente en lo que sería la despedida de las chicas de la cancha, era probable que las dos no le hablaran durante meses, el chico peli rosa sabía muy bien lo que eran capaces de hacer, porque el ya había sufrido en su propia piel antes.

-Y yo pensando que preferirías ser odiado por Yuji y Megumi, que tener que venir a animarlas. Parece que me equivoqué... ¡¿No es así, cuñado?!

Preguntó Satoru burlonamente, sentándose a la izquierda de Ryomen.

-Cállate la boca rata albina, antes de que yo la calle por ti.

-¡¿Y cómo harías eso Suku-Chan?! Sé que somos familia, pero Yuji es la única al que se le permite tocar estos labios.

-Un día te mataré.

Dijo el chico de ojos rojos, mirando al albino con desprecio.

-Puedo ayudarte si quieres… Incluso puedo hacerlo gratis si eso significa que tendré un camino claro para hacer mía a Yuji-Chan.

Dijo Fushiguro Toji sentándose a su derecha, con una sonrisa maliciosa que hizo que lo Itadori quisiera darle un puñetazo en la cara.

-Ponle un único dedo en ella y yo solo te mataré.

Esta vez fue Satoru quien miró a alguien con desprecio. Lo que sólo hizo sonreír más al chico de la cicatriz en la boca.

-¡EY! Están entrando.

-¿No crees que cada año sus uniformes son más cortos?

-¡¿Y qué pasa?! De esta manera el juego se vuelve más interesante.

Sukuna escuchó a dos chicos de primer año hablando frente a él. Uno con el pelo amarillo mal teñido y el otro con muchos piercings en las orejas.

-¡Hey amigo! ¿Cuál crees que es la más bonita?

Preguntó el peliamarillo.

-Humm… ¿Quizás la Zenin? La del pelo corto... ¿Mai? Creo que este es tu nombre... ¿Y tú?

El otro respondió.

-En términos de belleza, diría que Nishimya está en primer lugar.

-¡Lolicón!

-¡Cállate!... Pero lo digo en serio, ella es hermosa.

-Si ella queda en primero… ¡¿En qué otras posiciones están las demás?!

Preguntó el de los piercings.

-Humm... En segundo lugar, creo que la Zenin que mencionaste, en tercer lugar Miwa, en cuarto la otra Zenin con gafas, en quinto lugar Kugisaki y en sexto lugar Ieiri... Pero claro, estoy hablando de una belleza simple, porque definitivamente solo hay dos que ocupan la lista de las calientes.

-¡Sí!

-Itadori Yuji.

-Fushiguro Megumi.

Aunque inicialmente trató de ignorar la extraña conversación de los mocosos, cuando estos comenzaron a hablar sobre las chicas que pensaban que eran las más bonitas del equipo, Ryomen no pudo evitar escuchar cuando el nombre de su gemela y el de su novia fueron pronunciados de manera lasciva frente a él.

-¡En serio hombre! Todo lo que quería era enterrar mi cara en las tetas de Itadori... ¡Son tan grandes que deben ser súper suaves! Como un delicioso malvavisco.

-Y la cintura de Fushiguro… Estoy seguro que puedo cerrarla con mis manos… ¿Y sus piernas? Sólo imaginarlas sobre mis hombros me pone duro.

-Pero ella siempre tiene esa mirada de desprecio en su rostro, Itadori en cambio siempre está sonriendo.

-¡Pero Itadori tiene un hijo, hombre!

Dijo de repente el chico de los piercings y Sukuna pudo ver a Satoru retorciéndose de odio a su lado.

-¡¿Cual es el problema?! ¿No has notado que sus senos son más grandes debido a esto? Seguro que si los exprimes saldrá mucha leche... ¡¡AAH!! Que celoso estoy de su hijo que puede chupar esos melones cuando quiera.

-Estoy seguro de que Gojo Satoru también.

-¡¡TSC!! Estoy seguro que ella solo está con ese bastardo por el dinero que tiene... Es guapo pero... ¡Qué sentido tiene la belleza con su horrible personalidad! ¡Estoy seguro de que yo podría hacer a Yuji-Chan mucho más feliz que él! Mi familia también tiene dinero... ¡Nosotros dos no somos tan diferentes!

Dijo el peliamarillo con aire de suficiencia y arrogancia.

-Sí, no son diferentes... Además, está claro que la Itadori es la novia de Gojo y no la tuya.

Comentó burlonamente el de los piercings.

-Y Fushiguro es la novia de Sukuna y no tuya, bastardo.

-¡En serio! ¿Qué vio ella en él? Itadori es solo un idiota que siempre está peleando con todos por algo, incluso si es algo completamente estúpido... ¡¿No es porque ese extraño y bruto hermano suyo ser así, que siempre están discutiendo?! ¿Entonces cómo puede estar saliendo con Sukuna?

-Dicen que el amor es ciego ¿no?! Quizás por eso están con ellos y no con nosotros.

-Debes tener razón.

El chico de los piercings asintió con la cabeza.

-Entonces debo agradecer al amor por ser ciego, pero lamentablemente ustedes no pueden agradecer a nosotros por ser sordos.

Dijo Sukuna apoyando sus manos en los hombros de los dos estudiantes de primer año, quienes al escuchar su voz lentamente se dieron vuelta y comenzaron a temblar del miedo, paralizándose completamente cuando vieron a Satoru y Toji saludando a los dos.

-¡Satoru! ¡Sukuna! ¡Fushiguro-San!

Miraron hacia la cancha donde Yuji los llamaba agitando los brazos sonriendo, con una tímida Megumi imitando sus acciones a su lado.

-Ya empezarán a calentarse, así que todavía tenemos algo de tiempo... ¿Por qué no llevamos a nuestros Kouhais a una gira de despedida a los veteranos mientras tanto?

-Esa es una excelente idea Toji.

-Y obviamente nos acompañarán como los buenos Kouhais que son… ¡¿Verdad chicos?!

Dijo el albino sonriendo con picardía a los dos que aún temblaban un poco.

Unos minutos antes del inicio del partido, los tres estaban nuevamente sentados en los mismos lugares que antes, como si nunca se hubieran levantado de sus asientos. Y cuando el juego terminó, con el equipo de Yuji y Megumi obviamente como ganador, los cinco caminaron juntos para celebrar en una cafetería.

Y si alguna de las chicas notó que los tres mantuvieron todo el tiempo las manos en los bolsillos, ocultando las heridas en los dedos, prefirieron dejar para otro día las preguntas que sólo les traerían dolor de cabeza, porque en ese momento todo lo que querían era celebrar la emoción de la victoria que aún vibraba en sus venas.