-Extra Cinco-
-¡Inténtalo todo lo que quieras Capitán Barbarosa! ¡Nunca hundirás mi barco! ¡HA! ¡HA! ¡HA! ¡HA!
-¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!
-¡¡OH!! ¡No! ¡El Capitán Yusei está disparando sus cañones!
-¡HA! ¡HA! ¡HA! Eso es lo que obtienes por sube... Subis... Su... Papá... ¡¿Cómo se dice?!
-Subestimar.
-¡HA! ¡HA! ¡HA! ¡Eso es lo que obtienes por subestimarme, Capitán Barbablanca! ¡BANG! ¡BANG!
-¡¡¡Noooooo!!!
Desde la cocina de su departamento, Itadori Yuji escuchaba a su hijo y a su esposo jugar en lo que debería ser el baño de los dos.
Gracias a su hermano gemelo Sukuna, quien le había regalado a Yusei un barco de juguete, las batallas entre piratas se habían convertido en su juego favorito durante el último mes. Con el niño llamándose Capitán Barbarosa por el color de su cabello y Satoru Capitán Barbablanca por la misma razón.
No es que Yuji pensara que era malo que sus chicos jugaran, pero estaba segura de que pronto se les caerían los dedos de los pies si permanecían más tiempo en el agua.
-¡Satoru! ¡Yusei! ¡Si no terminan este baño pronto se quedarán sin postre!
Ella dijo en voz alta y el silencio fue todo lo que pudo escuchar durante los siguientes minutos, hasta que gritos y risitas comenzaron a sonar por todas las habitaciones.
Hace más de un año esa era su rutina y ella no podría estar más feliz por eso.
Después de terminar la secundaria, la Itadori pasó un tiempo preguntándose qué hacer a continuación, a diferencia de ella que estaba llena de dudas, sus amigos estaban más que seguras de lo que querían.
Sukuna había decidido estudiar arquitectura y así trabajar en la empresa de la que su padre era uno de los socios, Megumi quería ser veterinaria y estudiaba para eso, Nobara eligió convertirse en estudiante de moda y Satoru estudiaba administración de empresas. En cuanto a Yuji, después de pensar y pensar y pensar, acabó eligiendo la gastronomía, le encantaba cocinar y tenía el sueño de abrir algún día un pequeño bistro que sirviera comida oriental y occidental.
Sin embargo, después de dos años en los que gracias a la época universitaria y otras situaciones que surgieron en el camino, Satoru y Yuji ya no pudrían verse tan a menudo y surgió la sensación de añoranza y la certeza de que no soportarían vivir lejos el uno del otro por más tiempo, ellos dos subieron al altar y se unieron en santo matrimonio. Obviamente esta ceremonia solo se llevó a cabo después de varios intentos fallidos por parte de Ryomen de posponer la boda lo más posible, pero no se pudo hacer nada y ahora ellos llevaban anillos en sus dedos izquierdos con el nombre del otro y los tres vivían juntos como el albino y la chica de cabello rosado siempre soñaron.
-¡Mamá, estamos listos!
-¡Y queremos postres!
Yusei y Satoru entraron a la cocina vistiendo pijamas en conjunto con dibujos de Digimons, el albino recientemente le había estado revelando a su hijo sus inusuales intereses y al parecer a su hijo se había gustado de absolutamente todos.
Sirviendo a su familia y sentándose a la mesa, Yuji sonrió porque incluso momentos tan ordinarios como esos rebosaban felicidad.
-Humm… Veo que aún quedan muchas verduras en tu plato.
-¡No me gusta el brócoli!
Exclamó el niño de cabello rosado y ojos azules ahora con cinco años, con una expresión de indignación por tener que comerse los pequeños árboles verdes como él los llamaba.
-Aunque no te guste, igual tienes que comerlo.
-Pero mamá...
-Nada de pero. Y tú, Satoru, también deberías comer y no sólo pretender comer.
-¡Yuji-Kun! Nunca haria eso.
-Las zanahorias Toru.
El albino miró su plato donde aún estaba presente más de la mitad de la comida naranja.
-¡¿Voy tener que comer todos esos Kikufukus solo?!
Preguntó la Itadori bebiendo su jugo y viendo lo rápido que desaparecían las zanahorias y luego fue el turno del brócoli.
Inmediatamente después de la cena en la que todos fueron recompensados con postres por haber comido todo lo que había en sus platos, decidieron ver una película animada que hizo reír y saltar a Yusei hasta quedarse dormido con la cabeza apoyada en el regazo de la chica peli rosa, no es que el joven de ojos azules fuera diferente de su pequeño hijo, ya que este último también dormía en sus brazos.
Si alguien le hubiera preguntado a Itadori hace más de cinco años si en algún momento había soñado con tener la vida que tiene hoy, se habría reído negativamente. Cuando Yuji ingresó a una nueva escuela en Tokyo, nunca imaginó los cambios que vendrían en su vida y la de su familia.
Sin embargo, para ella estos cambios fueron más que beneficiosos y la hicieron más que feliz; encontrar el amor verdadero en alguien y que esa persona sienta exactamente lo mismo por ti, encontrar en otras chicas la amistad que solo habías encontrado en tu hermano gemelo, convertirte en algo más que un simple compañero de clase para otras personas, acercarte emocionalmente a su padre y a su hermano y tener la sagrada bendición de tener un hijo.
Todo eso fue responsable de hacer de Itadori la persona que es hoy, una mujer decidida a nunca renunciar a sus sueños y deseos, incluso si son idiotas e imposibles, alguien que no se rinde ante una buena pelea pero que también sabe el momento adecuado para retirarse o pedir ayuda. Una mujer fuerte.
-¿¡Yuji!?
La llamó Satoru, alejándose del cuerpo más pequeño para observarla y luego besando cariñosamente la mejilla de su esposa.
-¿¡Mami!?
Yusei también se despertó y frotándose los ojos cansados, se subió a las piernas de Yuji y se acomodó con la cabeza apoyada en sus pechos.
-¡¿Quieres que lo lleve a la cama?!
Preguntó el chico de ojos azules, acariciando el cabello rebelde del niño somnoliento.
-Aún no… Humm… ¡¿Podemos quedarnos así los tres unos minutos más?!
Miró expectante a su marido.
-¡Claro! Mientras mi dulce y encantadora Yuji-Kun quiera.
Exclamó el albino apoyando la cabeza en su hombro, mientras su mano izquierda se entrelazaba con la derecha de ella.
-¡¿Entonces podemos permanecer juntos así por la eternidad?!
-Eso parece mucho tiempo.
-¡¿Y eso es algo malo?!
Yuji cuestionó con un poco de tristeza.
-Al contrario… Es perfecto.
Satoru respondió besando sus manos entrelazadas y luego recibiendo un beso de los suaves labios de la chica del pelo color de rosa, quien más lo amaba en todo el mundo.
-¡Sí! Es perfecto.
-Fin-
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La Chica del Pelo Color de Rosa
FanfictionDespués de mudarse a Tokio con su familia, Itadori Yuji, una chica de dulce sonrisa, ojos brillantes y un inolvidable cabello color de rosa, comenzó a asistir a una nueva escuela junto a su hermano gemelo. Además de conocer amigos y encontrar el amo...