Capítulo 2

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—Doctor, le traje una taza de café— señaló la menor, colocando la porcelana con líquido caliente sobre la mesa —¿Quiere que le traiga también algunas galletas?

—Oh, no no, ya es bastante con el café, muchas gracias, pequeña— respondió el otro, con una ligera sonrisa hacia el amable gesto de la jovencita —No quiero ser una molestia.

—No lo es, se lo aseguro.

Los días seguían pasando, y con ello, las visitas de Zandik se había vuelto incluso más comunes en el hogar de los Ragnvindr, hasta el punto de ir una o dos veces al día.

¿La razón?, el medicamento de Kaeya tenía una forma un tanto especial de serle administrado, ya fuese por inyecciones delicadas o intravenosas algo confusas, por lo que Crepus había optado por pagarle lo que hiciera falta a aquel médico para que él mismo se encargase de esas tareas tan importantes que no era capaz de delegarlas a nadie más al tratarse de su hijo. Prefería que las manos expertas se encargasen de ello hasta que solo quedase la medicación ambulante.

Por lo tanto, eso también había significado el verle todos los días por su casa, acercándose de vez en cuando a él cuando preparaba los medicamentos en la amplia sala de aquella mansión, siendo solo para saludarle, llevarle alguna bebida o incluso, cuando ya había algo más de comodidad entre ambos, conversar un poco.

El escuchar la preciosa voz de aquel hombre, junto con el hecho de que era realmente interesante todo lo que le contaba, se había vuelto un bonito deleite para la chica, sobre todo cuando su padre y su hermano mayor no estaban cerca a las horas en que Zandik se encontraba en su hogar, dándole la libertad de acercarse a él sin el temor de que la regañasen por interrumpirlo o algo parecido.

—¿Te interesa estudiar medicina?— preguntó con curiosidad el mayor, mientras terminaba la segunda inyeccion.

—¡Sí!, ¡Desde muy pequeña me gusta mucho!— expresó la chica —¡Creo que es un trabajo muy bonito!

—Sí, lo es, aunque también es bastante cansado y difícil— respondió —Es algo que te puede hacer pasar días sin dormir, y donde a veces no tienes idea de que hacer con algún paciente.

—Eso lo he visto varias veces— afirmó ella —Se lo difícil que a veces es todo para ustedes, ¡Pero aún así me sigue pareciendo lindo el poder ayudar a las personas de esa manera!

—... ¿Cuántos años tienes?

—Catorce, pero dentro de unos meses cumplo los quince— respondió con toda la inocencia de su ser, observando una pequeña sonrisa en los labios del otro.

—¿En serio?, pero si eres toda una señorita.

—¿Eh?— murmuró ella, sin comprender del todo ese comentario.

—Bueno, ya estas en la adolescencia, y la verdad, es que eres muy bonita. Toda una dama, diría yo— dijo con tranquilidad, haciendo que las dulces mejillas de la chica se encendieran —Y bueno, por eso también entiendo tu entusiasmo por la medicina, así que, no te quitaré ese deseo con el lado feo.

—O-Oh... Bueno...— intentó mantener su mirada algo nerviosa lejos de otro, hasta que había logrado escuchar esa bonita risa.

—Eres una buena niña, y se nota que te preocupes por los demás... Serás una buena doctora.

De nuevo, su rostro parecía un bonito tomate, teniendo qué bajar la mirada casi por completo para que el otro no la viese del todo; ¿Cómo era posible que ese hombre le hiciera sentir esas cosas tan... Raras?

—Doctor... ¿Usted cuantos años tiene?— se atrevió a preguntar —Se ve bastante joven.

—¿De verdad?, gracias por el cumplido, señorita— dijo con una pequeña sonrisa, dejando la última medicina lista sobre la mesa —Pues, cumplí treinta y tres hace solo unas semanas, así que, no se si de verdad considerarme tan joven.

—¿Enserio?, ¡No creí que usted tuviese más de treinta!

—Bueno, supongo que tendré una buena genética— murmuró con cierta gracia —Es lindo saber que una dama tan preciosa como usted me diga algo así, Señorita.

—P-Pues... También es lindo que usted me considere bonita— musito, acariciando alguno de los mechones de su cabello al estar más que nerviosa en ese momento.

—Solo digo la verdad— afirmó, aunque en ese tono algo más profundo que hizo sobresaltarse un poco a la otra —Usted es como una bonita flor, si me permite decirlo.

Y solo con esas palabras, había logrado dejarla en una estado más que de sorpresa, sin saber ya que hacer pars lograr ocultar sus mejillas rosadas y ese semblante que parecía desmoronarse dentro de poco.

El otro solo sonrió, tomando sus cosas para dirigirse a la habitación de su paciente para iniciar con el tratamiento de ese día.

Sin embargo, ni siquiera esa chica se había percatado de esa sonrisa algo siniestra que de había formado en los labios del hombre al ver el efecto de sus palabras y acciones en esa pequeña e inocente señorita.

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𝐃𝐨𝐜𝐭𝐨𝐫'𝐬 𝐏𝐞𝐭 - Dottore/ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora