𝐃𝐨𝐜𝐭𝐨𝐫'𝐬 𝐏𝐞𝐭 - Dottore/Reader

Capítulo 5

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"Si algún día necesitas que te haga un favor de este tipo, que te vuelva a traer a tu casa o algo así, puedes pedírmelo, no me molesta."

Fue lo que aquel médico le había dicho con esa voz tan amable y preciosa, haciendo que esa chica, en su mente, a pesar de saber que no era del todo correcto, tuviese algunas ideas que podría usar a su conveniencia.

Varias veces, ella había tenido que salir más temprano de lo normal por algunos cambios de horarios en su agenda escolar, por lo que, hacia lo posible que en alguna otra ocasión, se encontrase por mera coincidencia con aquel hombre, pidiéndole de nuevo ese favor que el médico nunca le negaba, si no que al contrario, lo hacía con gusto.

Claro que se había cuidado de no hacerlo siempre, tampoco quería ser tan obvia y tan pesada cuando ya había logrado algo como eso.

Pero es que, el simple hecho de estar al lado de ese hombre por unos momentos, de escuchar su hermosa voz masculina, lograr captar su perfume y ese porte tan elegante que siempre tenía encima, era algo que la había hipnotizado por completo.

Tal vez... ¿Ese hombre estaba empezando a gustarle más allá de un simple conocido o de simple admiracion?

Y en esa particular mañana, al ser más temprano que en ocasiones anteriores, el peliazul incluso le había ofrecido llevarla a comer algo al escuchar el ligero gruñido de su estómago que la había hecho avergonzarse por unos instante.

Un restaurante elegante pero sencillo, algo muy bonito y un sitio donde nunca antes había ido. Perfecto para que nadie la reconociera como la hija de cierto hombre adinerado de la ciudad, y si alguien lograba saber quien era, solo tendría que mentir con que ese médico era algun familiar suyo que la estaba cuidando. Que bendición era en ese momento tener el mismo color de ojos que él.

—Puedes pedir lo que desees, no te vayas a quedar con hambre por ser modesta o algo así— escuchó del otro mientras miraba el menú.

—Oh, Bueno, yo siempre tengo dinero conmigo, así que podría pagar lo mío...

—Sé que como hija de la familia Ragnvindr, siempre tienes dinero contigo, pero sería de muy mala educación dejar que una joven cita tan linda pagase cuando yo la he invitado a comer, ¿No crees?— preguntó con suavidad, a lo que la otra solo se sonrojó un poco —No te preocupes por el dinero, pide lo que desees.

—Usted es muy amable, Doctor.

—Zandik, llamame Zandik, por favor— dijo, llamando la atención de la chica —Siempre qué estemos más en confianza, prefiero que me llames por mi nombre, ¿Te parece?

—O-Oh, claro, como desees... Zandik— asintió, sintiéndose realmente bien al pronunciar el nombre del otro con esa confianza que le daba —Tú también puedes dirigirte a mí con mi nombre o como gustes.

—Decirte Señorita es muy lindo, y creo que es bueno mantener ese apodo frente a tu familia y conocidos para que no parezca algo extraño, ¿No lo crees?— la otra asintió al instante —Pero, ¿Te gusta que te diga pequeña o linda?

—Ambos son apodos muy lindos— asintió ella sonriente, a lo que el otro le imitó.

—Bien, así te diré entonces, pequeña~

La otra solo alcanzó a encogerse un poco en sí misma al escuchar al otro hablar, pars entonces ser interrumpidos brevemente por el mesero que tomó sus ordenes y dejo una vez más tranquilos a esos dos, en una de las mesas más privadas del sitio.

—Por cierto, linda— volvió a llamarle entre su plática —No tiene nada de malo que nos veamos de vez en cuando y esas cosas, pero creo que será mejor que no le digas nada a nadie respecto a esto... Bueno, más que nada para que no haya malentendidos, ¿No lo crees?

—Hmm... Eso es verdad, yo también lo había pensado así— afirmó con completa inocencia —No te preocupes, no le diré nada a nadie. De igual forma, no tiene nada de malo que nos veamos a veces, ¿No?, no eres un desconocido.

—No, no tiene nada de malo. De hecho, me agrada mucho poder verte de una forma más tranquila, pequeña florecita~

—¿De verdad?— preguntó con cierta felicidad en su voz, a lo que el otro sonrió, asintiendo.

—Será interesante poder conocernos mejor, ¿No lo crees?— murmuró, aunque en ese tono más coqueto que logro darle un ligero escalofrío a la chica, engociendose de hombros.

Para ese momento, la tenía más que enganchada.

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