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Rabia. Dolor. Desesperación. Duda. Esas eran solo algunas de las muchas emociones que Momo sintió en su corazón al recibir la noticia.

Salió del aula, llorando, sin importarle que la clase estuviera a punto de comenzar. Se quedó en el pasillo. No se sentó ni nada, simplemente se quedó allí, intentando procesar la información que Denki le había dado.

Entre aquella maraña de emociones, sus pensamientos se aclararon por un segundo, lo suficiente como para que pudiera decidir qué hacer. Sabía a dónde debía ir.

Se marchó a los dormitorios de la UA y llamó a un coche para que la recogieran. Le pidió al conductor que la llevara hasta el hospital más cercano a la casa de Jirou. La pelinegra no sabía en qué hospital estaba su novia, pero pensaba buscar en todos y cada uno de los hospitales de Japón si era necesario, aunque lo más lógico era que estuviera en el más cercano.

Llegó allí y entró aprisa. Tuvo que esperar unos minutos a que terminaran de atender a una mujer que había delante suyo en el mostrador del hospital, pero al fin fue atendida.

- Hola, buenas tardes señorita. - Saludó amablemente la mujer del mostrador.

- Hola, necesito saber dónde está Kyoka Jirou. Es urgente. - Respondió seriamente Momo.

- Un segundo, por favor. - Respondió la mujer, mientras empezaba a teclear el nombre de la paciente en cuestión en su ordenador. - Está aquí, pero me temo que no se le puede visitar.

- ¿QUÉ? ¿NECESITO VERLA! - Gritó Momo, empezando a llorar.

La mujer del mostrador era una persona empática, y sabía que la gente que iba al hospital no lo hacía por gusto, así que no regañó a Momo por gritar.

- Lo siento mucho, pero no puedo hacer nada. - Respondió comprensivamente.

Momo se calmó un poco. Ahora simplemente estaba llorando.

- Al menos dígame que está bien... Por favor... - Dijo la pelinegra con la voz rota.

La mujer miró de nuevo la información del ordenador. Técnicamente no debía dar información personal de ningún paciente, pero aquella chica parecía muy afectada, así que decidió dejar de lado las normas por un momento.

- Está en coma. - Respondió sinceramente. - Pero parece que está estable, su vida no corre peligro.

Aquellas palabras alegraron a Momo, aunque seguía demasiado alterada para estar del todo contenta. Yaoyorozu respiró hondo y reunió las fuerzas suficientes para calmarse un poco.

- ¿Sabes cuándo la podré ver? - Preguntó tras unos segundos.

- Lo siento, pero a mí no me informan de eso. - Contestó la mujer. Y al ver la cara de tristeza de Momo, añadió. - Pero, ¿sabes qué? Déjame tu número de teléfono, yo me informaré y cuando la puedas visitar te llamo, ¿vale?

Momo miró a la mujer, muy agradecida. Ella le tendió un papel y un boli, y la chica del cañón procedió a escribir su número y a entregárselo a la empleada del hospital.

- Muchísimas gracias, de verdad. - Dijo Momo.

- No es molestia, ya verás que todo saldrá bien. - Respondió la mujer con una sonrisa tranquilizadora. Luego Momo se despidió y abandonó el hospital.

Mil preguntas desordenaban su mente. La primera que resonó fue ¿cómo? La

La única información que tenía era que Jirou se había intentado suicidar, y que ahora estaba estable pero en coma, así que le faltaban muchas piezas para completar el puzzle. Su novia podía haberse tirado un puente o haberse envenenado, o haberse defenestrado (defenestrar, qué verbo más bonito).

[MomoJirou] Enemigas con derecho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora