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Jirou caminó hasta su habitación, las lágrimas saliendo de sus ojos violentamente. Le dolía la nuca, donde se había dado el golpe, pero también le dolía el corazón, como si le hubieran dado allí un golpe mucho más fuerte.

Había sido una verdadera idiota pensando que a Momo le importaban sus sentimientos. Sí, ya sabía que habían acordado que allí nunca habría amor, pero Jirou se sentía decepcionada al saber que ni siquiera había empatía. A la chica del cañón no le importaban sus sentimientos, para ella no era nada más que un consolador sin emociones. Pero el problema era que, obviamente, Kyoka tenía emociones, y aquel desprecio se había vuelto inaguantable.

Al principio la chica de los auriculares había creído que Momo solo se comportaba así de brusca y violenta porque era lo que a ella le gustaba, pero pensaba que fuera del acto a Momo le importaban un mínimo sus sentimientos. Sin embargo, acababa de comprobar que no era así, y por eso le había sentado tan mal la reacción de la pelinegra ante su golpe.

Así, Jirou decidió que ya no más, que se habían acabado sus encuentros con Momo. Aquel había sido el último. Ya no podía aguantar. Se odiaba a sí misma por haber caído tan bajo para ser usada como un objeto y tenía que cortar su relación con Momo de raíz.

Se encerró en su cuarto y se tumbó rendida en la cama. Ya no estaba llorando tanto, ahora sólo quedaban algunas lágrimas residuales bajando por su rostro, pero eso no significaba que no le doliera lo mismo. Se quedó allí tumbada, mientras apretaba su colgante dorado fuertemente, ya que aquello siempre lograba calmarla.



Momo se había quedado patidifusa y confundida en su habitación. Jirou se había ido tan rápido que no le había dado tiempo a decir nada a ella. Se levantó de la cama sin saber muy bien qué hacer. Cogió la cajetilla de tabaco de su mesilla de noche y salió a la terraza. Como se le había olvidado sacar el mechero, creó uno desde su mano, aunque no solía crear objetos que ya tenía, a veces le daba demasiada pereza buscar algo y simplemente lo creaba. Era algo que casi nadie sabía, porque ella siempre decía que no podía crear objetos para no arruinar la economía, cuando en realidad lo decía más que nada para que nadie se aprovechara de su creación.

Encendió el cigarro y se lo llevó a la boca, dando la primera calada. Sintió el alivio y la calma en cuanto el humo negro penetró en sus pulmones y lo mantuvo allí unos segundos antes de expulsarlo.

Pensó en lo sucedido. No entendía la actitud de Jirou, y no entendía por qué la chica de los auriculares se había marchado tan enfadada por semejante tontería, solo había sido un pequeño golpe, ya habían hecho cosas peores. Reflexionó.

Momo nunca había rechazado su homosexualidad, para ella algo normal y natural, como quien prefiere el helado de chocolate antes que el de fresa. Ella opinaba que daba igual si te gustaban los chicos o las chicas, era lo mismo.

Sus padre no sabían nada sobre su gusto por las mujeres, y no porque fueran homófobos ni porque rechazaran la homosexualidad, sino simplemente porque Momo no les había contado nada. Ella opinaba que la sexualidad de cada uno era algo privado, algo propio que no hacía falta ir enseñando ni pregonando por ahí, con que tú estuvieras cómodo contigo mismo y tuvieras claro lo que te gustaba, era suficiente. De hecho, la tía de Momo era lesbiana, y llevaba años casada con una mujer, así que había convivido con ello desde pequeña. Si en su casa no se hablaba mucho del tema, era únicamente porque sus padres lo veían algo tan normal que ni siquiera consideraban necesario mencionarlo.

En su antiguo colegio privado, Momo se había acostumbrado a acostarse en secreto con otras tantas chicas de su clase, las cuales sí que venían de familias conservadoras que rechazaban abiertamente la homosexualidad. Para Yaoyorozu, acostarse con aquellas chicas era una forma de desestresarse, de relajarse sin más. Para aquellas chicas Momo era una forma de explorar su sexualidad, la cual estaba muy reprimida por culpa de sus familiares, y así las reafirmaba que su homosexualidad no era algo malo, sino algo que también les podía traer placer y felicidad.

[MomoJirou] Enemigas con derecho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora