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Allí estaba ella. Frágil, débil, hermosa... Estaba conectada a un tubo respiratorio y a una vía con suero, además de a otros trastos.

Momo entró en la habitación lentamente, como si el más mínimo ruido fuera a despertarla. O estaba durmiendo, o es que seguía en coma. Se sentó al lado de la chica y la observó.

- Hola Kyo. - Dijo después de unos segundos. No sabía si la chica de los auriculares la podía oír o entender, pero siempre había visto que en las películas hablaban con la gente en coma, así que pensó que igual servía para algo.

Le acarició la mejilla y la miró más. Estaba ensimismada con el rostro de la chica, cuando un ruido la sobresaltó de repente. Se giró. Era un hombre, a juzgar por la bata blanca, un médico.

- Disculpa, no sabía que había nadie aquí. - Dijo el doctor al ver a la chica. - ¿Quién es usted?

-Soy su mejor amiga. - Mintió Momo. No le daba ninguna vergüenza admitir que en realidad eran novias, pero no sabía si aquel hombre sería homófobo, en Japón muchos lo eran. Así que decidió que no eran ni el lugar ni el momento, y que decir que eran amigas sería mucho más fácil.

- Ya veo. - Dijo el hombre. - Su amiga aún está en coma.

Momo asintió, algo decepcionada. Se imaginaba que Jirou seguía en coma, pero parte de ella esperaba que solo estuviera durmiendo y pudieran hablar dentro de poco.

- ¿Sabe cuándo va a despertar? - Preguntó curiosa Yaoyorozu.

- No se puede saber con seguridad, pero los comas por sobredosis rara vez duran más de dos semanas. - Explicó el hombre.

- ¿Sobredosis? - Dijo Momo sorprendida. En parte se esperaba aquello, ya que Jirou no tenía ninguna herida externa, así que probablemente no se había intentado defenestrar. Lo más probable era una sobredosis.

- Así es, su amiga sufrió una sobredosis por lisdexanfetamima.

- ¿Lisdex... qué? - Preguntó Momo confusa. No había oído eso nunca.

- Lisdexanfetamina. Un fármaco usado normalmente para tratar el trastorno por déficit de atención en adultos.

- ¿Y por qué tomó eso? - Dijo Momo, que aún no entendía absolutamente nada.

- Pues, según su historial familiar, su padre sufre de TDA, así que él lo tomaba. Su amiga debió coger las pastillas de su padre y utilizarlas para intentar quitarse la vida.

Quitarse la vida. Momo aún no creía que su novia hubiera sido capaz de intentar aquello. Miró a la pelimorada con pena y agarró su mano.

- Muchas gracias por salvarla, doctor. - Dijo, aún mirando a su novia.

- Es mi trabajo, me alegro de que esté bien. - Contestó sinceramente el hombre, con una sonrisa.

Después se despidió y se marchó, ya que estaba ocupado.

Momo se quedó allí sentada, mirando a Kyoka.

- No voy a volver a dejarte sola, lo prometo. - Dijo, con las lágrimas queriendo salir de sus ojos. Apretó fuerte la mano de Jirou. - No sé por qué has hecho esto, pero menudo susto me has dado. Nunca más, ¿eh? - Siguió diciendo Momo, pero Jirou no despertó.

- Te quiero, aunque eso no pueda salvarte. - Dijo tras unos segundos, y una silenciosa lágrimas bajó por su mejilla.

Apoyó la cabeza sobre la cama de su novia. Estaba muy cansada, apenas había dormido unas horas en los últimos días, debido a la preocupación. Por lo menos la duda de cómo se había intentado suicidar irou ya estaba resuelta, pero quedaba aún la duda más importante por resolver, el por qué.

[MomoJirou] Enemigas con derecho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora