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Me desperté en medio de la noche con la sensación incómoda de náuseas que se apoderaban de mí. Intenté no despertar a Arthur mientras me dirigía al baño, pero él ya estaba despierto, apoyándome en cada paso. Mis lágrimas continuaron fluyendo, y el pesar de la discusión aún pesaba sobre nosotros.

Entré al baño, y Arthur se quedó a mi lado, sujetando mi cabello y ofreciendo consuelo en silencio. A pesar de la rabia que sentía hacia mí, él seguía siendo mi roca en esos momentos difíciles. Me limpié las lágrimas y las nauseas pasaron, pero el dolor persistía.

Arthur, con una suavidad que contrastaba con la tensión previa, murmuró, 

-Estoy molesto, Hanna, pero siempre serás el amor de mi vida. Una pelea no cambiará mi amor por ti.-

Le agradecí con la mirada, sabiendo que sus palabras eran un bálsamo para mi corazón herido. 

-Te juro que no hubo nada más que reclamos entre él y yo. Ni siquiera pude terminar mi comida- confesé entre sollozos.

Arthur suspiró, frustrado y preocupado. 

-Por eso no quería que estuvieras cerca de él. Porque él te hace daño.-

Arthur me llevó en sus brazos de regreso a la cama, depositándome con cuidado. Aunque aún sentía la tensión en el aire, la cercanía física comenzaba a aliviar la pesadez emocional. Me sentía agradecida por su compasión y ternura, a pesar de las circunstancias.

-Lo siento por cómo reaccioné-, murmuró Arthur, mirándome con ojos llenos de pesar.

Alcé la mano para tocar su mejilla, intentando consolarlo. 

-Está bien, no pasa nada. Ambos estamos bajo mucha presión.-

Arthur me tomó la mano y la besó con suavidad. 

-Te amo, Hanna. No sabes lo feliz que me hacen ambos-, dijo mientras inclinaba su cabeza para besar mi vientre.

Me quedé en silencio por un momento, procesando sus palabras y sintiendo el cálido amor que aún persistía entre nosotros. 

-Y yo te amo, Arthur-respondí con sinceridad.

Arthur se acurrucó junto a mí, rodeándome con sus brazos

 ALA MAÑANA SIGUIENTE 


Mi corazón latía con fuerza cuando escuché los exclamativos "NO" de Arthur. Me incorporé rápidamente, preocupada por la expresión de pánico en su rostro. 

-¿Qué pasa?-, pregunté con ansias.

-Dame tu teléfono- dijo Arthur, su voz tensa. -No mires la televisión, ni siquiera se te ocurra asomarte por la ventana. Ya regreso- Antes de que pudiera hacer más preguntas, Arthur se llevó mi teléfono y el suyo, subió a su auto y se fue.

La incertidumbre se apoderó de mí mientras esperaba su regreso. La preocupación por lo que podría haber sucedido me llevó a prender la televisión para obtener respuestas. Mi corazón se hundió cuando vi que habían publicado un video íntimo de Arthur y yo. La invasión a nuestra privacidad había alcanzado un nuevo nivel.


Arthur regresó con mi manager y, al verlo, la preocupación se dibujó en su rostro. Mi frustración y enojo eran palpables. 

-¿Cómo pudieron subir eso? Tú y yo teníamos esas cosas muy ocultas-le reclamé a Arthur, sintiendo una mezcla de impotencia y furia.

-No lo sé, amor, cálmate. Te puede pasar algo- respondió Arthur, tratando de tranquilizarme, pero la idea de que nuestra intimidad estuviera expuesta ante el mundo me resultaba insoportable.

Mi manager intervino, sugiriendo: 

-Deberíamos empezar por una demanda hacia todas las páginas que han publicado imágenes o el video completo. No podemos permitir que esto quede impune-

Aunque mi mente estaba nublada por la ira y la confusión, asentí con determinación. 

Born to Die - Charles Leclerc -+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora