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Al entrar a casa, noté a Arthur hablando por teléfono. Decidí no interrumpir y pasé de largo. La tensión por la sugerencia de mi manager seguía presente, y necesitaba aclarar mis pensamientos.

Caminé hasta la mesa, tomé las llaves de mi auto y salí sin decir una palabra. La tarde era fresca mientras manejaba hacia la farmacia. Compré una prueba de embarazo, intentando mantener la calma en medio de las preocupaciones que revoloteaban en mi mente.

De regreso a casa, decidí enfrentar la situación. Entré, y Arthur me recibió con un abrazo amoroso y un beso en la mejilla.

—Hola, cariño. ¿Cómo fue tu día?- preguntó él con una sonrisa.

—Arthur... creo que tendremos que hacer una prueba,- dije, mi voz temblando ligeramente.

Arthur frunció el ceño. 

-¿Por qué? ¿Una prueba de embarazo?-

Asentí, incapaz de sostenerle la mirada. La ansiedad se apoderaba de mí mientras esperaba su reacción. La posibilidad de un cambio tan grande en nuestras vidas estaba sobre la mesa, y no sabía cómo enfrentarlo.

-Bien, cariño, vamos-, respondió Arthur con calma, tomando mi mano y guiándome hacia el baño. Miré hacia sus ojos, con la preocupación palpable en los míos.

-No estás molesto- pregunté, sintiendo el nudo en mi estómago.

Arthur soltó una risa suave y me dio un beso tierno en la frente. 

-¿Molesto? ¿Por qué? ¿Porque la mujer que amo me hará padre? Jamás.-

Entramos al baño juntos. La tensión era palpable mientras yo realizaba la prueba. Arthur intentaba aligerar el ambiente con bromas, aunque su propia ansiedad se asomaba en sus ojos.

—No puedo creer que estemos aquí haciendo esto. ¿Quién lo diría, verdad?-

bromeó Arthur, tratando de calmar mis nervios.

Nos sentamos en el borde de la bañera, esperando el resultado. Arthur continuó con sus comentarios ligeros, pero noté que sus manos temblaban levemente.

—Creo que podríamos tener un nuevo copiloto en nuestros viajes. Tal vez incluso le enseñemos a manejar un Ferrari antes que a caminar- dijo con una risa nerviosa.

El tiempo parecía estirarse mientras aguardábamos. Finalmente, Arthur decidió ver la prueba. Sus ojos se encontraron con los míos antes de que su expresión cambiara a una sonrisa radiante.

—Es positiv

POV' Charles 

Estaba en la piscina de la casa de mis padres, disfrutando de un momento de relajación, cuando la curiosidad me llevó a revisar el perfil de Hanna en las redes sociales. Sin embargo, lo que encontré allí no coincidía con lo que creía saber sobre su paradero.

Al revisar las fotos, algo no cuadraba. Ninguna de ellas correspondía a Aspen, como ella me había dicho. Confundido, continué explorando y me detuve en una imagen donde noté una camisa con el logo de la academia Ferrari. La sorpresa me golpeó con fuerza, y mi enojo empezó a crecer.

Salí apresuradamente de la piscina, y al pasar por mi madre, que disfrutaba del sol, no pude evitar expresar mi frustración.

—Voy a casa de Arthur,-anuncié, sin detenerme.

Mi madre, sorprendida, preguntó:

-¿Qué pasa, cariño? ¿Por qué tan rápido?-

—No hay tiempo para explicaciones, mamá. Necesito resolver algo urgente,- respondí con impaciencia.

Cambié de ropa rápidamente y subí al auto. Conducía con determinación hacia la casa de mi hermano. Al llegar, toqué repetidas veces el timbre con creciente desesperación hasta que, finalmente, Arthur abrió la puerta.

—¿Charles? ¿Qué demonios estás haciendo aquí?- preguntó Arthur, sorprendido por la furia en mis ojos.

—¿Qué está pasando, Arthur? ¿Hanna nunca fue a Aspen, verdad?- cuestioné, sin rodeos.

Arthur vaciló antes de responder, su rostro reflejaba nerviosismo. "Charles, no entiendo de qué estás hablando."

—¡No juegues conmigo! ¡Vi las fotos, Arthur! ¿Por qué Hanna está en Italia y con una camisa de la academia Ferrari?-acusé, dejando ver mi frustración.

Arthur vaciló ante mi acusación, y finalmente admitió con pesar: 

-Okey, Hanna vive en Italia, pero ella no quiere verte, Charles. Y esa camisa, ¡Dios mío! Ella patrocina la academia, por si no lo recuerdas.-

Sus palabras resonaron en mi mente, y un suspiro escapó de mis labios. Todo parecía un enredo confuso, y mi furia inicial comenzaba a desvanecerse. Negué con la cabeza, riendo irónicamente.

-Perdón, Arthur. Me estoy volviendo loco. Tal vez deba buscarla y aclarar las cosas-admití, reconociendo mi propia confusión.

Arthur soltó una risa comprensiva y colocó una mano en mi hombro. 

-Déjala tranquila, por favor. Deja que haga su vida.-

Aunque seguía sintiendo la necesidad de entender lo que estaba sucediendo, decidí seguir el consejo de mi hermano. No tenía sentido forzar un encuentro si Hanna no quería verme

Born to Die - Charles Leclerc -+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora