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Llegamos a la casa de Charles después de la comida. Las pequeñas estaban tranquilas, disfrutando de la vuelta en el auto, mientras Charles parecía algo cansado pero contento. Aparqué frente a su casa y me bajé para ayudarlo a salir. Charles me miró con agradecimiento mientras lo ayudaba a entrar.

—Vamos, siéntate aquí —le dije, guiándolo hacia el sofá de la sala.

Charles se dejó caer con un suspiro de alivio, y mientras yo iba a preparar la cena, él comenzó a jugar con las bebés. El sonido de sus risas llenaba la casa, y ver a Charles interactuar con ellas me hizo sentir una calidez indescriptible. A pesar de todo lo que había pasado, estos momentos familiares traían algo de paz a mi mente.

Estaba en la cocina, preparando algo ligero para la cena, cuando escuché la puerta principal abrirse. Arthur llegó, su energía evidente en cada paso que daba. Lo vi entrar con una sonrisa en el rostro, claramente emocionado por cómo le había ido en Mercedes.

—¡Cariño, no sabes lo bien que fue hoy! —dijo Arthur con entusiasmo, acercándose a mí. Su emoción era contagiosa, pero cuando su mirada se posó en mi vestido, su expresión cambió.

Noté cómo sus ojos se oscurecieron, y antes de que pudiera decir algo, se acercó a mí, pegándose a mi costado mientras susurraba en un tono bajo y posesivo:

—¿Qué haces vestida así? —Su voz era tensa, y sentí su mano deslizarse por mi cintura con fuerza—. No me gusta que uses cosas tan cortas, menos aquí... con él.

La calidez que había sentido momentos antes se desvaneció al escuchar sus palabras. Sentí un nudo en la garganta mientras intentaba mantener la calma. Me giré un poco hacia él, intentando suavizar el momento.

—Arthur, no es nada —respondí en un susurro—. Solo estamos aquí por las niñas, nada más.

Pero su agarre no se aflojó. Apreté los labios, sintiendo la tensión en el aire. Mientras Charles seguía en la sala, jugando inocentemente con las bebés, traté de no mostrar cuán afectada estaba por las palabras de Arthur. Mi corazón se dividía entre la necesidad de consolarlo y la incomodidad de la situación.

—Te ves demasiado bien, y eso es un problema para mí —murmuró Arthur, su voz llenándose de celos. Sus palabras, aunque suaves, eran como un veneno lento que se extendía por mi mente.

Me aparté suavemente de su agarre, intentando mantener la compostura.

—Arthur, por favor... no aquí —le dije, tratando de no dejar que las emociones me abrumaran.

Él me miró con una mezcla de frustración y deseo, pero antes de que pudiera decir algo más, escuché el sonido de Charles llamando a las niñas desde la sala. Aproveché la distracción para continuar con la cena, aunque mi mente estaba en otro lugar, intentando procesar las palabras de Arthur y lo que significaban para nosotros.

La noche continuó, pero la tensión entre nosotros era palpable. Mientras Charles jugaba con las niñas en el sofá, yo me esforzaba en mantener la calma, preguntándome cómo encontrar el equilibrio entre todo lo que estaba sucediendo.

Cuando Arthur y yo llegamos a casa, el ambiente estaba cargado de una tensión silenciosa que ninguno de los dos parecía dispuesto a romper. Arthur se encargó de llevar a las bebés a su habitación, acomodándolas con cuidado en sus cunas, mientras yo me dirigía al baño para lavar los platos que habían quedado en la cocina.

El sonido del agua corriendo era casi terapéutico, una distracción momentánea de todo lo que había ocurrido durante el día. Estaba concentrada en mi tarea cuando sentí unas manos firmes rodear mi cintura desde atrás. Supe al instante que era Arthur.

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⏰ Última actualización: Aug 09, 2024 ⏰

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Born to Die - Charles Leclerc -+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora